Ni la ampliación de la cobertura por la moratoria previsional ni la fórmula de actualización de los haberes jubilatorios pusieron en riesgo la sustentabilidad de la Anses. Tampoco generó un déficit sobre el sistema de la seguridad social la creación de la Asignación Universal por Hijo. La Anses mantuvo resultados superhabitarios a lo largo del período 2006-2014 y anotó su primer rojo en 2015. La combinación entre la caída de los ingresos fiscales y la falta de previsión de nuevas fuentes de ingreso permanente con la incorporación de nuevas erogaciones como la reparación histórica triplicaron el déficit en términos del producto en 2016. Si no se consideran los ingresos extraordinarios por el blanqueo de capitales, el rojo del año pasado asciende hasta 1,2 por ciento del PIB. 

“El desfinanciamiento de la ANSES está en marcha, pero esto no parece ser una molestia para las autoridades, más allá de la necesidad coyuntural de mostrar un mejor resultado fiscal global. Por el contrario, el sistema discursivo del gobierno apunta a señalar una falta de sustentabilidad de la ANSES como forma de impulsar un sistema que premie solo a aquellos que pueden aportar y castigue a quienes no pueden hacerlo”, indica un informe del Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala. 

A la salida de la convertibilidad, en 2002, la seguridad social exhibía un déficit cercano al 1,5 por ciento del PIB. La creación de empleo privado y la mejora en la recaudación le permitieron recuperar el resultado positivo a partir de 2006. El Plan de Inclusión Previsional permitió sumar 2,8 millones de adultos mayores. La cobertura trepó así del 66,1 al 93,8 por ciento. En paralelo, comenzaron a ajustarse las prestaciones. 

A pesar de la presión adicional -mayor cobertura y aumento jubilaciones- el sistema logró mantener el superávit. En 2008, la Anses anotó un ligero déficit, ocasionado por el impacto de la crisis internacional sobre la recaudación y el empleo. Fue ese mismo año cuando el Estado decidió derogar el esquema de capitalización (AFJP) y recuperar un sistema público. El regreso al régimen de reparto derivó en la recuperación de la totalidad de los aportes personales, lo cual colaboró en incrementar el superávit de la Anses pero pese al notable aumento en la cobertura, y la incorporación de nuevas responsabilidades (como la AUH), Anses siguió teniendo superávit, sin observarse una baja particularmente pronunciada al menos hasta 2015. Aquel resultado, 0,2 por ciento del PIB, se explicó por el impacto de la última moratoria y la mayor nominalidad de los salarios y la recaudación en 2014 que se trasladó al 2015 por la movilidad. 

El déficit se triplicó en 2016 para llegar, sin contabilizar el impacto del ingreso extraordinario por el blanqueo, hasta 1,2 por ciento del PIB.”Ninguna de las medidas implementadas desde el cambio de gobierno tendió a mejorar la situación de la ANSES, más bien todo lo contrario”, sostiene el documento elaborado por el instituto que depende de ATE y UTE. “Es a partir de esta base que el gobierno busca aprobar un cambio en la fórmula de movilidad que erosione a la seguridad social”, sostiene la economista Mara Luis Malec del ITE. 

“Las medidas de 2016 parecen haber sido tomadas más con un ojo puesto en la gobernabilidad y el impacto electoral, sin tomar en consideración el flujo de recursos que demandarían. La Reparación Histórica, que generaba aumentos permanentes en un grupo de jubilaciones, se compensó con el impuesto a ingresarse por única vez en 2016. Con esto no se pretende hacer juicio sobre la necesidad, justicia o urgencia de las medidas, sino insistir sobre la falta de previsión y la falta de búsqueda de recursos para enfrentar los compromisos”.