La efervescencia social que demostraron algunos barrios entre la tarde y la medianoche del lunes bajó ayer hasta una sensación de latencia por cuanto ni los comerciantes chinos ‑los primeros objetivos en estas rebeliones‑ ni la policía habían bajado la guardia ni desatendido sus recaudos. "La calle está tranquila, pero esperando que en cualquier momento pase algo", resumió un militante social del oeste rosarino, conocedor de la demanda popular que se eleva en el último mes del año, azuzada a veces con situaciones conexas como la protesta nacional contra la ley de reforma previsional y la represión de fuerzas de seguridad a esa manifestación en Buenos Aires.
La situación tuvo una escalada de tensión anteanoche en algunas esquinas de la periferia, un correlato del cacerolazo brotó en el centro y convergió en el Monumento a la Bandera. Los blancos consabidos: los supermercados con dueños de nacionalidad china, precisamente por su predominio en esos barrios. Uno de ellos, en bulevar Avellaneda al 3800 ‑presa del pillaje en otros diciembres‑ y otro en Rouillón y Juan XXIII, en barrio Moderno. El jefe de la Unidad Regional II, Marcelo Villanúa, asumió que hubo intentos de saqueo. "Quisieron ingresar forzando los portones, las aberturas. Contamos siete comercios afectados, pero en ninguno lograron ingresar, producto del rápido accionar policial", observó. El comisario a cargo de la policía en Rosario reveló que desde los primeros días del mes la policía despliega "un plan de contingencia" consistente en intensificar el patrullaje sobre las zonas más sensibles. Algo de eso también adoptan desde que arrancó diciembre los supermercadistas nucleados en la Federación de Supermercados y Asociaciones Chinas. Miguel Calvete, representante de esa entidad, reveló a Rosario/12 que los comerciantes asiáticos comparten un sistema denominado "de alerta temprana" por la que cada uno posee un handy sintonizado en la misma frecuencia y con la comisaría de cada jurisdicción. "Ante cualquier movimiento sospechoso en el barrio, algún aglutinamiento de personas inusual, cunde el alerta y se avisa a otros comerciantes y a la policía", contó Calvete y agregó que es una precaución que empezaron a adoptarla todos los supermercadistas chinos radicados en diferentes ciudades del país, a partir de la situación tensa que se repite para estas fechas desde diciembre de 2001.
Joaquín Chamorro, militante social en barrio Los Humitos, distinguió: "El lunes y esta mañana (por ayer) se juntó gente frente a un chino en Rouillón y Juan XXIII, pero llegó la policía y los disuadió. Eran vecinos, gente buena pero que espera algo. El problema es si vienen de afuera, como los pibes que llegaron a tirar piedras en Avellaneda y Riva".
La situación ayer en esos corredores del oeste y el sudoeste aparentaba serena, pero alterada de tanto en tanto por el tránsito de un patrullero por allí, policía motorizada por allá o alguna otra sirena azul más allá.
"Estuvimos en contacto con los compañeros desde temprano y los rumores están, pero no es seguro, porque la gente que se movió no estaba organizada. Nuestro consejo era no salir. Sin organización, es peligroso. Hoy (por ayer) la calle está tranquila, distinto a lo de anoche que fue un caos", transmitió Alejandra Fedele, dirigente del Movimiento Evita.