No es novedad que al ministro de Educación Esteban Bullrich le repugna el sistema formativo argentino, y que ha vuelto sobre el tema debido a las evaluaciones con que nos descalifican las CEO internacionales, llevándolo a declarar que "éste es el país que no queremos. Ser noticia porque no hicimos las cosas bien porque nos excluyeron de un ránking de Pisa". Y seguro que pensaba en la deficitaria instrucción que recibió nuestro presidente Macri, el que acaba de afirmar que Graciela Camaño ha sido Ministra de Trabajo de Cristina, (cuando lo fue de Duhalde), error que es consecuencia de la mala capacitación escolar recibida por Mauri en Historia, (¿no habría que entablarle juicio político a su profesor de esa materia?) al igual que las continuas metidas de pata presidenciales en la conjugación de verbos, puesto que decir por ejemplo, "resolvido", en lugar de "resuelto" no es sino responsabilidad de la instrucción que recibiera en nuestros pésimos establecimientos, y a seguir.

Porque ¿qué tipo de egresados capacitan las escuelas del país? El ministro Bullrich ya lo había puntualizado poéticamente en el mes de octubre: "el sistema educativo argentino no sirve", y redondeaba: "lo que vale es mover el cerebro para enfrentar los problemas y este sistema está diseñado para hacer chorizos, todos iguales, empleados en empresas que hacen todo el día lo mismo, que usan el músculo y no el cerebro".

Revelación ministerial que lo incorpora al santoral macrista.

Inmediatamente, este Supremo, máster en Administración de Empresas, de la Escuela Kellogg de Estados Unidos, orientó la brújula hacia Norteamérica, ajustó el largavistas y levó las anclas del barco nacional iniciando la travesía que nos lleve a la Civilización.

Desembarcamos.

¿Qué es esto? ¿Uno de nuestros barrios sudacas? ¿Por qué toparse en el país modelo con un poblado de casas rodantes averiadas? ¿Acaso familias yanquis viven en semejantes traillers anclados? "Somos veinte millones habitándolas y con mucho gusto", nos mira con desdén el americano, a nosotros, basura tercermundista. Y esquiva confirmarnos que "casualmente" coinciden los ocho Estados más pobres del país con los que ostentan la mayor cantidad de chozas rodantes donde pasan su vida estos ciudadanos de su primer mundo, 

Volviendo al tema de los libros, nos hallamos ante la nación más culta del planeta ¿o no? No me vengan con que, teniendo en cuenta el índice de las agencias estatales, los analfabetos suman en EEUU más que todos los habitantes de nuestra subdesarrollada Argentina. ¿Así que tienen entre 40 y 50 millones de iletrados los estadounidenses? No, imposible. Las estadísticas ¿mienten?

¿Y que el 99 por ciento de los ciudadanos mayores de 15 años no son capaces más que de escribir su nombre y leer algunas palabras? Algo anda mal. ¿Que la mitad de los adultos sean: ta‑ tan, ta‑tan, ¡analfabetos! ¿Qué no consiguen entender siquiera los carteles indicativos del interior de un ómnibus? ¡Ohhhh! ¡My god!

Nada que hacer. Las estadísticas oficiales revelan: casi un 14 por ciento de los líderes del mundo tienen este problemita. Hace que nos acordemos de un presidente sudamericano que nos toca bien de cerca, aquí nomás en la Caba... Y la cifra de 40 millones se repite en cuanto a adultos que sólo accedieron a la escuela primaria, mientras que la mitad de esa cifra jamás pisaron una escuela y el 75 por ciento de adultos tienen problemas cuando agarran un cuaderno, un lápiz y un libro. Las cifras gubernamentales dicen también que los niños de la clase media leen por promedio libros entre 1000 y 1700 horas, mientras que los de familias pobres, apenas 15 horitas. Sociedad igualitaria si las hay. A los ricos, lo que les corresponde: todo. Para los pobretones, lo mismo: es decir, nada, o casi. Esas circunstancias hacen que los EEUU ocupen un lugar perdedor al competir por el nivel educativo: no se llevan el primer lugar en el podio, ni el segundo, sino el puesto 27 entre los  países en el mundo. 

Pero cómo ¿se puede hablar de pobres, pobres, en el paraíso de la abundancia y felicidad? Eso es imposible.

Camino y me tropiezo ¿con qué? Un rollo de carne, este pibe dormido en la calle. ¿Qué hace ahí? Me enteran de que vive junto a millones de infantes a la intemperie.

Para qué habrá estadísticas. Con ellas, no hay ilusión que dure. Y en Norteamérica, donde llegamos para aprender cómo tenemos que vivir los argentinos, el 15 por ciento de sus habitantes son pobres: casi 50 millones de personas.

"Los Estados Unidos no perdieron la guerra contra la pobreza: abandonaron el campo de batalla", declara el profesor Gene Nichol, de la Universidad de Carolina del Norte, uno de los diez estados que superan el porcentaje nacional con un 17% de habitantes en la miseria. "A mediados de la década de 1970, el país había reducido en un alto porcentaje la pobreza de los ancianos y de los niños. Aún estamos bien en el segmento de los mayores de 65 años, gracias al seguro social, Medicare y Medicaid. Pero hemos perdido la voluntad de combatir contra la pobreza en la infancia, y se nota. Casi la cuarta parte de nuestros niños vive en la pobreza, una gran vergüenza para la nación más rica del planeta".   

Que alguien me acomode la mandíbula porque me quedó desencajada.

En fin, a resignarse. ¿Hay quien pueda negarles a nuestros dioses del norte la creación de las hamburguesas, el mac‑donald, los tiroteos masivos en escuelas y shoppings, y la cocacola? ¿Cómo viviríamos sin esas riquezas a nuestro alcance? Gracias, ministro Bullrich por orientar nuestra nave hacia ese paradisíaco norte. Y salgamos ya a quemar libros... total, ¿quién los necesita?

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Fuentes: El Litoral, 13‑10‑16, información de Telam. Casas rodantes: Diario El Comercio, Perú. 26‑10‑16, tomado de la BBC Mundo. Datos sobre la pobreza: La nación. Martes 28 de enero de 2014. Analfabetismo: diario la Nacion.com.ar. 20 Jul 1997. LHVNEWS: crisis de analfabetismo en los EEUU. Univisión: Niños que viven en la calle en EEUU.