Mucho se ha dicho de los problemas de ansiedad, aprehensión, vergüenza e ira que sufren los niños adoptados por parejas homosexuales (padecimientos perfectamente probados en diversos informes de expertos de universidades como la de Alabama y la de Carolina del Sur). Pero mientras constantemente se echa luz sobre estos flagelos conocidos, se deja en las sobras una problemática que no por menos popular es menos dramática: el calvario al que se ven sometidos los padres católicos que adoptan niños que terminan resultando… gays. Para muestra cabe la historia del matrimonio que componen Linda y Peter Paterson, una apacible matrimonio cristiano, de la apacible localidad de Alberta, Canadá, a la que el destino ha colocado frente a una conmovedor reto: un útero yerro.
Esta semana la pareja recibió una mala noticia: la respuesta de la Oficina de los Servicios Sociales, ante la cual se habían postulado como candidatos para adoptar una criatura, era un rotundo no. "No entendíamos por qué nos habían rechazado. Presentamos todo. Es más: especificamos que no teníamos problemas con niños negros y que estábamos dispuestos a considerar uno judío en caso de que no le hubiesen hecho la circuncisión todavía". Los Paterson habían puesto una única condición. Cada cual tiene su límite y el de este matrimonio es el niño homosexual.
"¿Qué esperaban? Vivimos en un barrio respetable y el pobrecito y pequeño homosexual, entre su llegada a casa y el tiempo que tardásemos en curarlo, hubiera sufrido la discriminación de los vecinos. No podíamos someter al pequeñín a algo así", explicaron.
Los Peterson no quieren que por este episodio, que ya está circulando en la prensa local, se los confunda con personas conservadoras: "Al contrario, somos muy abiertos. Contratamos una empleada mexicana cama adentro y no nos tembló el pulso para adoptar a un perro de la calle. El problema es que algunos hoy confunden diversidad con divertinaje", dijo en perfecto inglés el pater de la familia Paterson. El matrimonio presentarán una demanda contra el Estado porque consideran que con esta prohibición se han violado su libertad de culto y su libertad de mercado ("¿Se supone que todos podemos elegir algo tan crucial como un hijo, no?"). La pareja afirma que fueron discriminados por sus opiniones religiosas, por lo que se ampararon legalmente en el Centro de Justicia para las Libertades Constitucionales de Canadá (CJLC), que ahora los representa. "Hacer determinaciones sobre quién es adecuado para adoptar con base en sus creencias viola el derecho a la libertad religiosa y la igualdad bajo la ley garantizada en la Carta Canadiense de Derechos y Libertades y en la propia Ley de Derechos Humanos de Alberta", aseveró John Carpay, presidente de CJLC.
Asimismo, el señor Paterson asegura además que no se está teniendo en cuenta una importante consecuencia de esta negativa estatal: "Se está privando a un montón de niños no homosexuales de vivir en un hogar como el que tenemos para ofrecer. ¿Alguien por favor quiere pensar en los niños heterosexuales?". l
* Esta es la única noticia verdadera