1. DAMN. (Kendrick Lamar) (7 votos)
2. American Dream (LCD Soundsystem) /
Spirit (Depeche Mode) /
Villains (Queens of the Stone Age) (5 votos)
3. Humanz (Gorillaz) (4 votos)
Aunque sus exuberantes videos y su ritmo irresistible sean más que elocuentes, para entender el fenómeno alrededor de Kendrick Lamar hay que concentrarse en las palabras de este artista nacido en Compton hace 30 años y votado en esta Encuesta por músicos locales como Las Ligas Menores, Ese Perro, Luca Bocci, Militantes del Clímax, Muñecas, Valdes y Río Pardo, lo que da cuenta de que, aunque por ahora ha sido curiosamente ignorado por la industria local, también es el rey en nuestro país.
Más allá de que maneje con maestría todos los clichés del género, más allá de la ropa y de la marihuana, Lamar parece usar a la Biblia no como libro de cabecera sino como almohada. Como Prince, Sun Ra, Marvin Gaye y otros grandes artistas negros, en DAMN., su magnífico cuarto álbum, la lucha entre el espíritu y la carne, la tentación y la redención toma forma en un disco contundente cuyas letras y autoconciencia tienen una complejidad y una potencia literaria tal que las interpretaciones se multiplican, así como les pasó en su momento a su referente 2PAC o a Bob Dylan.
Es que algunos compararon este disco con la muerte y resurrección de Jesucristo, otros lo tildaron de satanista y otros se dedicaron encontrar citas a Matrix, de las hermanas Wachowski. Por suerte, el guacho de Kendrick siempre toma la pastilla roja y le gana energía para recomendarle a su primo Carl Duckworth que lea el Deuterenomio, arremeter contra la maldición de su país (“Ustedes hijos de puta, no pueden decirme nada/ Prefiero morir que escucharlos/ Mi ADN no es para la imitación/ Su ADN es una abominación”), reivindicar los culos con estrías, maldecir el Photoshop y exponer con valentía sus miedos y frustraciones.
Y es que el misticismo de Lamar, que hasta siente orgullo si lo tildan de “predicador”, no tiene nada de predecible ni de mojigato. Cree que la conectividad puede ser la causa de nuestra caída y nuestra redención, y canciones como Loyalty (junto a Rihanna), Humble, XXX (en la que Bono de U2 le hace un corito) o Feel (“Siento que estoy rezando por todos, ¿pero hay alguien rezando por mí?”) lo muestran vulnerable y valiente, encomendándose a algo más alto, aquello que le dio el don para ser, hoy en día, el mejor rapero de su generación y uno de los artistas vivos más importantes del mundo.
“Tengo lealtad, tengo la realeza dentro de mi ADN. Es por eso que digo que el hip hop ha hecho más daño a los jóvenes afroamericanos que el racismo en los últimos años”, tira. Aunque se retirara esta misma temporada, Kendrick Lamar seguiría siendo el rey.