Siete días después de haberse coronado campeón de la Copa Sudamericana, Ariel Holan decidió no renovar el contrato como técnico de Independiente. El entrenador fundamentó su determinación en una carta publicada en Twitter. “Mi salida se debe a situaciones extradeportivas que se interpusieron. Todas tomaron estado público y están bajo proceso penal; por primera vez en mi vida, la integridad física de mi familia, o de algunos de mis colaboradores y la mía propia estuvo en gran riesgo”, reveló. Obviamente, el párrafo alude a las derivaciones de su denuncia contra el líder de la barra brava del Rojo, Pablo “Bebote” Alvarez (ver aparte).
La decisión de Holan significó un baldazo de agua fría en el Mundo Rojo, ya que el DT tenía prevista para ayer una reunión con el presidente de Independiente, Hugo Moyano, para tratar su continuidad. Precisamente uno de los párrafos de la carta de Holan dirigida al “Pueblo Rojo” señala: “Quiero dejar libre al presidente para que pueda continuar con la recuperación institucional iniciada”.
Refiriéndose al apriete de la barra, Holan escribió: “Tengo la intención de descomprimir al Club de una imagen que no le hace bien: es inconcebible que el DT y su familia tengan que movilizarse con custodia policial día y noche. Se trató de una situación que no estoy dispuesto a tolerar ni a convivir y creo que ningún trabajador del fútbol debe aceptar. La esencia del deporte es la pasión con respeto y no como pantalla para delinquir”.
Finalmente, el entrenador explicó que “en las últimas horas se han tejido diferentes telarañas y elaborado teorías que no dedicaré tiempo a refutar ni a contestar, ni tampoco me dedicaré a ensuciar y mucho menos a desprestigiar gente que estuvo bajo mi conducción; asumo el liderazgo sin tapujos ni excusas”, concluyó, acerca de la información sobre su distanciamiento con el preparador físico Alejandro Kohan. La ruptura con uno de los puntales de su cuerpo técnico sería consecuencia del desgaste de una relación que nació cuando Holan trabajaba en el hockey sobre césped. Técnico y preparador físico coincidieron después en Banfield, cuando Matías Almeyda les confió la Reserva. A partir de ahí, la dupla trabajó con creciente éxito, con un muy buen paso por Defensa y Justicia y el posterior arribo a Independiente. Al asumir en uno de los cinco grandes, Holan fue mirado de reojo por el establishment futbolístico, que no acordaba con el uso de prácticas de entrenamiento extraídas del hockey. Las críticas llegaron incluso del mismo riñón rojo. “No sé qué pergaminos tiene Holan para ser técnico de Independiente y para criticar a Milito y a (Jorge) Burruchaga. La gente se cansó del verso, hoy con muy poco te alcanza para dirigir a un grande”, dijo Daniel Bertoni, un ídolo de Independiente. Esas expresiones se trastrocaron en disculpas y elogios con la llegada de los resultados positivos y el buen juego del equipo. Y el consenso se tornó mayoritario con la conquista de la Copa Sudamericana, la consolidación de futbolistas promovidos por él a la Primera (Fabricio Bustos, Alan Franco, entre otros) y la recuperación de jugadores que no venían dando todo su potencial (Emanuel Gigliotti es el caso más paradigmático). Incluso los números reflejan con contundencia la destacada tarea del técnico: 41 partidos jugados, 22 ganados, 13 empatados y 6 perdidos, con 62 goles a favor y 31 en contra y una efectividad del 64,22 por ciento. Una mochila pesada para quien sea elegido como sucesor, entre los que se mencionan a Pablo Guede (Colo Colo), Matías Almeyda (Chivas de Gadalajara) y Eduardo Domínguez (Colón).