Desde Barcelona
Elecciones atípicas en Cataluña hasta por el día en que se celebran, un jueves. Hoy se vota en una de las regiones más ricas del sur de Europa para elegir nuevo parlamento y, sobre todo, para decidir si el proceso de separación de España sigue o no adelante. Se espera que la mayoría de los 5.553.983 catalanes que están citados a las urnas acuda a una jornada electoral que augura participación récord tras tres meses de vértigo, un autogobierno intervenido, políticos y activistas en prisión y el ex president, Carles Puigdemont, huido en Bruselas.
El “procés”- nombre con el que se conoce la hoja de ruta independentista iniciada por Artur Mas en 2012- vivió desde mediados de septiembre un acelere inédito con la convocatoria del referéndum soberanista que movilizó el 1 de octubre a 3 millones de personas pese a la violenta represión de un Ejecutivo central enfurecido. La sociedad catalana tomó las calles durante semanas y la eclosión tanto a favor como en contra de la secesión acabó con declaración unilateral de independencia por parte del Parlamento catalán y aplicación pocas horas después del tan temido artículo 155 de la Constitución para suspender la autonomía de la región. La medida consensuada por Partido Popular (PP), socialistas y Ciudadanos destituyó al entonces gobierno de la Generalitat y convocó a las elecciones anticipadas que hoy hace salir a media Cataluña antes del trabajo para expresar en las urnas cómo quiere continuar la historia.
Pero las opciones no son muchas: bloque constitucionalista o independentista. Y entre uno y otro extremo la coalición del partido de Ada Colau y Podemos, buscando correr el eje de lo nacional a lo social y un referéndum pactado con el gobierno central como alternativa. Las encuestas vaticinan una victoria muy ajustada del bando secesionista, pero el partido que hace solo 10 años entró en escena para pujar por el unionismo, Ciudadanos, parece pisarle los talones; reflejando este posible reparto parejo de escaños las dos mitades en las que, ahora más que nunca, se encuentra dividida la sociedad catalana.
Hasta último minuto de campaña, los cabeza de lista de las siete formaciones que hoy se presentan volcaron todas sus fuerzas en arañar el preciado voto de los indecisos que podría inclinar la balanza hacia un lado u otro. El favorito en los sondeos, Esquerra Republicana, apeló a la excepcionalidad de la situación como golpe de efecto final en un acto este martes frente a la cárcel madrileña de Estremera, donde su líder y ex vicepresidente del gobierno de Cataluña, Oriol Junqueras, lleva 48 días preso. “Estoy en la cárcel porque no me escondo nunca”, dijo el ex vicepresidente el día anterior en una entrevista radiofónica, lanzando un dardo a quien fue su aliado de Gobierno y del proceso independentista, Carles Puigdemont. Las desavenencias entre ambos –que esta vez concurren a las elecciones en listas separadas– se fueron pronunciando durante las dos semanas de campaña hasta posicionarlos frente a frente, en duelo por la futura presidencia catalana.
“Estoy en Bruselas por exactamente lo mismo que Junqueras está en la cárcel, porque no nos escondemos y porque damos la cara”, le contestó Puigdemont también a través de una radio catalana. El ex gobernador, apelando del mismo modo a la excepcionalidad de las circunstancias, convocó a medios catalanes con presencia en Bruselas frente a la casa en la que se alojó el histórico president republicano Francesc Macià durante su exilio europeo para reiterarles que solo él puede garantizar “el retorno del legítimo gobierno de la Generalitat y el fin de la intervención de Mariano Rajoy”, mensaje que fue leitmotiv de su campaña. En su último mítin por internet, Puigdemont reivindicó a su partido –Junts per Catalunya– como “la única” candidatura que defiende “el retorno del president Puigdemont, el vicepresident Junqueras y todos los consellers”, en una apuesta por una lista personalista cuya principal baza es la figura del ex presidente cesado como adalid de la causa independentista.
Hoy se develará si la estrategia llevada a cabo desde Bruselas surtió efecto y Junts per Catalunya se convierten en los más votados para forzar al gobierno de Rajoy a retirarse de Cataluña o, si no consiguen esa mayoría deseada, logran igualmente imponer a Puigdemont como candidato a la investidura por delante de Oriol Junqueras, si el bloque independentista gana la contienda. Ambas cosas se presentan complicadas en unas elecciones que parecen indicar una fragmentación política cada vez mayor y un cierre de pactos, de momento, inviable.
El ascenso de Ciudadanos podría patear el tablero del proceso independentista si su líder, Inés Arrimadas, finalmente hoy le arrebata el primer puesto vaticinado por los sondeos a Esquerra Republicana. De todos modos, el veto cruzado entre partidos dificulta su llegada a la presidencia, ya que tanto los independentistas como los de Catalunya en Comú- Podem anunciaron su rechazo por activa y por pasiva a investir a “la formación naranja”, color que representa al partido neoliberal y unionista.
Los únicos que se consideran capaces de resolver el rompecabezas que probablemente derive de estas urnas son los socialistas catalanes (PSC), abanderados de “la conciliación”. Su cabeza de lista, Miquel Iceta, se presentó durante la campaña como el indicado para articular una mayoría parlamentaria que impida la repetición de elecciones. Su prioridad pasa por impedir que el bloque independentista obtenga esa mayoría y para eso Iceta aseguró que tendería la mano tanto a los “comunes” –el partido de Podemos y Colau– como a Ciudadanos.
Catalunya en Comú, por su parte, espera que “la llave” base de su campaña para desempatar entre los dos bloques sea suya al final de la jornada y que el Govern de izquierdas que su líder, Xavier Domènech, postula con su grupo, los socialistas y Esquerra Republicana no sea tan imposible como hasta hoy demostraron los debates y las encuestas.