Una buena porción de la plana mayor del rock argentino histórico –más un par de nuevos muchachos– confluirá hoy y el sábado en el teatro Gran Rivadavia bajo un fin: activar dos jornadas de rock and roll modelo ‘60 y ‘70. “Lo especial de esa noche será, precisamente, poder tocar”, ironiza Ricardo Soulé, uno de los protagonistas principales del convite. El guitarrista, compositor y cantante de Vox Dei incluye en su crítica la escasez de lugares para presentarse, contrastándola con la oportunidad que tendrá en la primera noche. La misma que mostrará el rockabilly de Pelvis y el jazz-rock de otra banda pionera, Alma y Vida. Bernardo Baraj y Juan Barrueco, dupla central de los creadores de “Salven a Sebastián”, son un poco más específicos al anticipar de qué irá el repertorio. “Haremos un armado compacto que resumirá algunos clásicos y algo nuevo”, prevé Baraj, saxofonista de la agrupación originada en 1970. Y Barrueco, el guitarrista, redondea la idea: “En nuestros shows siempre hacemos temas que han quedado en la memoria del público porque éste los pide, pero también temas nuevos, más relacionados con lo instrumental”. Es un buen anticipo de la primera noche del festival, cuyo nombre interpela fuerte al imaginario: Héroes del Rock Nacional.
El sábado, en tanto, el teatro de Rivadavia al 8600 le abrirá su puerta grande al ex Manal Alejandro Medina, a la mitad de El Reloj (Eduardo Frezza + Osvaldo Zabala), a otro Vox Dei (Willy Quiroga) y a la banda de hardrock Reina Bohemia. Cada cual con su plan, lógico. Mientras Quiroga lo mantiene en clave de enigma, Frezza promete temas de los dos primeros discos de El Reloj (Cronología I y II), y Zabala –guitarrista histórico– cuela la intención de hacer alguna canción de Maximiliano, su hijo baterista. Por su parte, Alejandro Medina prevé lo de siempre: temas de Manal, La Pesada y Aeroblus (“bandas a las que siempre le rindo homenaje”, refrenda), más piezas de su cosecha con la Medinight Band. “Está bueno que aparezca este tipo de eventos porque la verdad es que, pese a ser pioneros, no nos consideran. Es fácil deducir que este movimiento sin nosotros no existiría, pero cuando el rock se transformó en negocio perdió su esencia, que era que los jóvenes tuvieran una música propia a través de la cual pudieran identificarse con las nuevas melodías, pero sobre todo con las letras”, se planta el enorme bajista argentino.
–¿Qué opina el resto acerca de esta especie de “apartheid” que plantea Medina?
Osvaldo Zabala: –Creo que los medios masivos no nos dan el lugar que tendríamos que tener.
Ricardo Soulé: –Y esto pasa porque los monopolios se vienen anunciando desde hace décadas y solo buscan el beneficio de unos pocos, arrastrando a muchos a la miseria material. El rock de hoy carece de una propuesta filosófica, por eso los formatos de súper producciones, de niveles artísticos lamentables, empujan a decenas de miles de personas a utilizar el celular como actividad principal. Hablo de las marcas que se convierten en patrocinadoras de esos fiascos artísticos que son los mega festivales. A esto hay que sumarle el consumo de ciertos productos, propios de una pseudo moda que serán cambiados por otros al día siguiente, de manera caprichosa.
Eduardo Frezza: –Sí, la maquinaria comercial del rock ha resentido mucho la onda musical de los comienzos. Ha marginado a muchos músicos y bandas, que se vieron obligados a elegir caminos independientes
Bernardo Baraj: –Acuerdo en general, pero básicamente creo que pasa esto porque lo que se propone desde la industria musical es lo fácil, lo vendible y lo descartable. A la vez, estoy seguro de que hay cantidad de jóvenes músicos con talento intentando hacer de su propuesta un hecho artístico.
Willy Quiroga: –Siempre hay un “sí, pero”. Yo me pregunto: ¿qué tal si comenzamos a fomentar nuestra incipiente industria musical, en vez de seguir acrecentado otras que ya están súper desarrolladas y que no necesitan desesperadamente de nuestro aliento? No nos propongamos construir un bunker, necesitamos estar en contacto con el mundo. La realidad es que el mundo no está en contacto con nosotros por la sencilla razón de que no nos conoce. Entonces, lo que pienso es que debemos empezar a invertir en montar espectáculos dignos, para construir una industria musical que pueda expandirse y ser reconocida mundialmente. Material no nos falta, me consta. Hay todo un campo virgen para quien sepa ver en función de futuro. Lo otro carece de gracia, es lo fácil.
–Qué le pongan al encuentro Héroes del Rock Nacional los interpela necesaria y directamente. Faltaría que especifiquen en qué sentido.
B. B.: –Bueno, en mi caso leo el nombre del festival como un título que puede resultar atractivo desde un sentido publicitario, pero si me pongo a hilar fino creo que la mayoría de los habitantes de nuestro país somos héroes.
R. S.: –En cierto sentido sí, porque el descalabro moral de los sectores políticos y de las instituciones en general llevan al pueblo a poner los ojos y sus esperanzas en personajes heroicos, míticos. No es poco común que se dirijan a los músicos de la primera época con el calificativo de próceres. Y sí, el título del concierto pinta de cuerpo entero los tiempos que vivimos.
J. B.: –Creo que utilizar la palabra “héroes” suena como si viniéramos de una guerra. A mi entender, y para redondear la idea del festival, reemplazaría la palabra “héroes” por “pioneros”.
R. S.: –A ver, para ser considerado un héroe se deben reunir condiciones inherentes a una gran moral, a la valentía para enfrentar momentos de extrema adversidad, a tener componentes muy marcados de desprendimiento materialista y sobre todo a no abandonar las premisa indispensable de buscar el bien común, algo que corresponde a los pensamientos filosóficos del protorock.
O. Z.: –A mí me parece justo y preciso el título, porque la época en que las bandas que nosotros representamos estaban vigentes era realmente heroica. A su vez, pienso que la palabra “héroe” es abarcativa: héroe fue San Martín, nosotros más bien somos referentes e iniciadores, en una época que sí fue heroica.
A. M.: –Somos héroes porque resistimos cinco décadas tocando, además.
“A mí me parece un nombre de lo más adecuado”, sostiene Quiroga, acerca del epopéyico título del festival. “Lo siento así porque a todos nosotros nos tocó empezar un nuevo movimiento de rock en esa argentina de los ‘60, llena de prejuicios y bajo un gobierno militar que siempre fue muy duro. Además, porque tuvimos que luchar contra el prejuicio que imperaba en aquella época, y contra todo lo que fuera innovador. Por suerte, ninguno se arredró y continuamos adelante, los músicos y también toda la gente que nos apoyó y nos impulsó a superar barreras. Esto lo digo en nombre de todos los que fundaron este movimiento, que hoy es tan multitudinario”, señala el bajista, cantante y compositor, que originó Vox Dei allá por 1967, junto a Soulé, Juan Carlos Godoy y Rubén Basoalto. Por su parte, Frezza –que hizo lo propio con El Reloj junto a Willy Gardi, en Rosario– adhiere a la asociación entre el significado de la palabra héroe y ellos, los pioneros. “Hicimos lo que hicimos en momentos muy duros, dictatoriales. Incluso hubo muchos de nosotros que tuvieron que sobrevivir fuera del país por decir verdades en sus canciones. En este sentido, no suena mal lo de héroes”.
–¿Y lo de rock nacional? Ya es una mayoría la que piensa que habría que sacar eso de “nacional” definitivamente.
B. B.: –Si se lo llamara sólo rock, estaría bien.
O. Z.: –A mí no me parece mal que le digan rock nacional porque, si vamos al caso, y a pesar de tener influencia de otros lados, el rock de acá es rock nacional.
R. S.: –A mí tampoco, porque con el calificativo de nacional se busca la diferenciación de toda la caterva de músicos extranjeros que bloquea el panorama musical argentino y perjudica al crecimiento de nuestra cultura y, por extensión, de nuestra industria nacional.
A. M.: –Yo sostengo que es rock argentino, sembrado acá. Como soy argentino, es rock argentino.
W. Q.: –Adhiero a Alejandro. Pienso que en realidad debería llamarse rock argentino, porque imagino que cada país latino parlante tiene su propio rock nacional, ¿no?
–Hay dos posturas respecto de los músicos de la generación de ustedes respecto del “hacer rock”. Están los que sostienen que hay un abismo entre el rock actual y el que hicieron ustedes cuando todo era –casi– nada al principio, y los que se alejan de esa mirada. ¿En qué línea se ubican?
J. B.: –Ese supuesto abismo depende de cada grupo. Hay bandas actuales que tienen originalidad porque toman cosas de la música nacional, es decir de nuestras raíces, del tango y del folklore. O, como en el caso de los uruguayos, del candombe. En general, nos sorprende para bien el nivel musical de algunos grupos de hoy.
R. S.: –Ambas formas, pasado y presente, refieren a dos siglos distintos en los que los planteos sociales no son aplicables ni en uno ni en otro sentido. Cualquier movimiento cultural está compuesto por los artistas y pensadores que generan las obras, y por un público que comparte y apoya.
O. Z.: –No creo que haya un abismo entre aquel entonces y ahora. O, en todo caso, ese abismo lo provocan la gente, los medios, el ambiente y el monopolio que hay dentro de la música. El rock no tiene abismos, creo que la música no tiene brechas ni épocas.
A. M.: –No es un abismo, simplemente la promoción que reciben los mega festivales, sobre todo los extranjeros, a los que los medios y los auspiciantes le dan todo su apoyo. No pasa lo mismo con nosotros porque dependemos de la autogestión. Lo que es cierto es que a todos –hijos, abuelos y nietos– les interesa escuchar la música de las raíces de este movimiento.
E. F.: –Son tiempos, épocas y estados sociales diferentes. En los ’70, el rock giraba dentro de la bohemia, la poesía y de alguna forma de búsqueda interna más espiritual. Ahora, con tantos cambios de acontecimientos en la Argentina, todo se volcó a lo social, y esto tuvo su repercusión en el rock actual. Más que abismo, lo consideraría una transformación multifacética.
W. Q.: –Además, la diferencia no la marcamos nosotros sino el transcurrir del tiempo que, a pesar nuestro, avanza y muta continuamente de piel. Hoy los parámetros son distintos. Aquel mundo de “Power to the People” o “Give Peace a Chance” ha quedado en el pasado. Igual, estas son cosas que me resultan bastante normales, porque simplemente me doy cuenta de que el mundo y la humanidad funciona de esa manera… cambian segundo a segundo. La realidad no se preocupa si estamos en desacuerdo con ella o no.