“Producir una revolución”, dispara Alicia Herrero. Y con esas tres palabras deja ver dónde ancla su mirada política, estética y económica de la distribución de la riqueza. Ese es el tema que aborda como artista visual. O mejor dicho, la representación de esa distribución. Por eso, en su muestra “Una teoría visual de la distribución”, piensa, elabora y ejecuta conceptual y artísticamente el tema de la medición, en tanto disputa política. Como una tecnología visual que da cuenta de proyecciones, números, indicadores y acumulaciones desde el campo del arte. Pero, ¿cómo y por qué aparece este interés? “Siempre los porqués han sido muy misteriosos en mi hacer” –cuenta Alicia–, y seguramente puede haber más de un motivo que justifique la iniciación de una serie o de una obra, pero el interés de pensar la medición como operación estética se cristaliza por primera vez en una exposición que tuvo lugar en el ICI, allá por 1998, titulada “Un paisaje hechizado”. En ese marco, Alicia formuló un método que llamó Fe de Erratas para hacer visible el desmesurado precio de las obras de arte en las famosas subastas de Christie’s y Sotheby’s. “Este método permitía pasar dólares a centímetros, elaborar un canon, y materializarse sobre las obras de arte vendidas. De ese modo se hacía visible y tangible su precio en su propio cuerpo”. El tema la convocaba en profundidad y siguió estudiando y trabajando. “Somos una cultura regida por cánones de todo tipo. Ese fue el momento en el que yo comenzaba a hacer algo con esa gran metáfora que nos ofrecen las bellas artes, donde capital, filosofía política y metafísica se encuentran y se potencian más allá del deseo o la voluntad del artista”. Hoy retoma el tema y dice que la medición y la distribución le permiten “interpelar aspectos desconocidos de la relación humana con las escalas, con los patrones, con el colapso que puede producir en el espacio la desmesura de ciertos volúmenes inesperados. Y claro, con el deseo”.
El poder de la economía
De eso se trata justamente esta muestra, que plantea el punto en cuestión que organiza y da lugar a las disputas económicas: la distribución. Esta dimensión del capitalismo financiero la inquieta, como también la inquieta “la condición experimental y proyectual del poder de la economía a escala humana global y transhistórica, es decir, su magnitud”. Pero especialmente le interesan “sus aspectos inexplorados, su impenetrabilidad, transitar procesos de revelación inimaginables, descubrir las materialidades posibles de su lenguaje abstracto, huidizo, y hacerlo visible, tangible, físico”. En su obra, trabaja con construcciones basadas en cálculos que “la arrojan hacia operaciones estéticas impensadas, a la invención de lenguajes, a explorar zonas que jamás sospeché, como conectar métodos de medición con música, grabar un vinilo, desarrollar un instrumental y pensar en lo paracientífico”. Temas como la pobreza, la desigualdad, el crecimiento son trabajados por Alicia desde una dimensión sensible “que traspone el peso de la economía sobre nuestras condiciones existenciales. Sus formas de estar entre nuestros cuerpos, su infinita capacidad material y simbólica de encantamiento”, subraya. Formas a las que se les asigna valores que incluso se nos escapan pero que Alicia resignifica desde lo sensible, y que por su condición visual y constructiva resaltan mediante colores, contrastes y materiales. La exposición presenta obras de tres series: Mise à Nu, donde dialoga con ciertas obras de Marcel Duchamp; Instrumental, en la que vemos “tableros” en los que se disponen las herramientas visuales-performativas que permiten la visualización del conjunto de instrumentos que Alicia fue concibiendo a lo largo del tiempo –como gráficos, cartas de colores, brújulas, escalas espiraladas o pirámides de la riqueza–. Esta serie presenta un “arsenal de trabajo”, sostiene la artista. “Sería como una caja de recursos compartida, en donde conviven las geometrías, los conceptos y las emociones”, define. Y por último, la serie Mobiliario, en la que gráficos que miden condiciones económicas específicas se articulan espacialmente con diseñados displays para evocar equipamiento o mobiliario arquitectónico. “Artefactos con los que compartimos el hábitat y que exploran también una performatividad”, explica. “Los títulos de esta serie son en inglés: Global Concentration, Global Tax evasion y 1870/2100 Capital Distribution, canon universal del lenguaje financiero. Una tensión entre el encantamiento al que Marx hace referencia en El Capital cuando habla del poder de la mercancía, el fetichismo, y lo que yace oculto en ella”.
El estado de las cosas
La artista trabaja con lo poético, que pone en juego a través de cálculos; con lo cromático –en coordenadas y estadísticas, por ejemplo- y con los objetos que ocupan un lugar en el espacio -como las planillas y los gráficos–, todos ejes que materializan una postura estética. “Encuentro algo interesante en el lenguaje de los cálculos, en los gráficos indicadores, en las coordenadas y en los instructivos. Entiendo que se trata de una postura estética en la que para enfrentar el conflicto existencial, político, filosófico, voy directamente al propio lenguaje que este conflicto despliega, a su propia materialidad. Las operaciones estéticas que realizo me ponen cara a cara frente al estado perturbador de las cosas, y recién ahí siento que nace la obra”, revela. El carácter sensible de lo que la convoca la deja ser absolutamente libre. “Tan libre como para no estar atada a preconceptos. Lo único insensible en el arte -y no solo en el arte- es pretender la uniformidad, es regirse por cánones y que se mida a todas las producciones artísticas de una época a partir de la hegemonía”.
Desde una mirada de género, ¿dónde están ubicadas las mujeres en esta representación de la distribución?
–Entiendo que en el marco de las democracias occidentales la distribución de derechos y políticas públicas de género están directamente proporcionadas con la distribución de los ingresos de cada país. Es decir que cuanto más desigual es la distribución económica, más desigual es la representación de las mujeres en la sociedad. Entonces ¿cómo abordar la batalla como si fuera una epidemia cuando las partidas presupuestarias no están a la altura de la catástrofe? Para eso se necesitan presupuestos estatales relevantes y comprometidos para poder realizar investigaciones, censos, estadísticas reales, creación y sostenimiento de campañas orientadas a transformar los niveles de violencia hacia las mujeres. También la creación de talleres, cursos y seminarios antiheteropatriarcales en todos los niveles educativos: para padres y madres, para niñas, niños, para docentes, para profesionales universitarios, para hombres, y que sean obligatorios. Un revisionismo histórico, nuevas historiografías. Producir una revolución. Por eso es muy importante que las instituciones públicas, como la UBA y otras desarrollen herramientas sociales de medición, y avancen en la elaboración de datos y estadísticas. Por suerte, fue un gran alivio la aparición de Ni Una Menos, que con su aporte organizativo se transformó en algo que fue mucho más allá de lo local. Respecto al campo del arte, no sabemos siquiera cuántos artistas hay en la ciudad de Buenos Aires vivos produciendo. No hay ningún censo jamás realizado de artistas visuales, así que necesitamos saber cuantos artistas hay produciendo en la ciudad y cuántas mujeres hay. Por eso es muy importante que se impliquen las universidades que tienen las herramientas para poder comenzar a actuar con rigor. Seremos muy felices si eso ocurre. ,
Una teoría visual de la distribución
Henrique Faria Buenos Aires.
Libertad 1628, CABA. Hasta el 5 de enero de 2018.