Desde San Pablo
“Cortala, Will. No quiero que me animes, no quiero una chota de actitud positiva. Dejame en silencio”, dice Joel Edgerton y el conjunto de los periodistas que lo escuchan en San Pablo, Brasil, estalla en risas. Un poco por el tono en que lo cuenta, otro poco porque a su lado Will Smith no para de poner caras y tirar comentarios. Smith es una máquina de hacer chistes. Los dispara en ráfagas en la conferencia de prensa, los mecha en cada arenga en los paneles en la ComicCon Experience, rapea y salta como si todavía tuviera los 22 años que lo llevaron a la fama con El príncipe de Bel Air. Es pura energía. Esa misma actitud los hizo atravesar más de dos meses de rodaje para Bright, la última superproducción que Netflix estrena hoy. Edgerton se bancó en cada jornada unas tres horas y media de maquillaje para interpretar al primer orco policía de Los Angeles.
¿Un orco? El propio Smith define la película como “una mezcla entre Día de entrenamiento y El señor de los anillos”, un drama de policías de Los Angeles con criaturas fantásticas en el mundo moderno. El director David Ayer (justamente el Día de entrenamiento y El Escuadrón Suicida) lo confirma como una “mixtura de géneros que toma el policial de L.A. con elementos mágicos tratados como reales, y un poquitito de exploración de temas sociales contemporáneos”. El film sigue a dos policías en este mundo fantástico que quedan envueltos en una trama de poder y disputa de una varita mágica que concede deseos, y que puede traer de vuelta al mundo a una fuerza del mal. La portadora de la varita, una elfa renegada (ver entrevista aparte), es perseguida por distintas facciones que buscan su poder.
El tema central que recorre la película es la discriminación. Edgerton interpreta al primer policía orco del país, que sufre el rechazo de otros de su raza, por no integrar ningún clan, y de los humanos, por su origen. En los primeros minutos de película, además, se plantean algunas puntas sobre el mundo, como la violencia policial o las diferencias de clase, aunque estas quedan de lado para dar paso a una noche de acción (y alguna pinceladita de humor discreto). Cuando PáginaI12 le pregunta a Ayer sobre los temas dejados de lado para enfocarse en la acción, el director no concuerda. “Hay una escena donde si vuelvo a mostrar la violencia policial y los elfos viven en un barrio cerrado –observa–. Considero que las paredes son una forma de violencia, que separan a la gente, la aleja, impiden la interacción y el ascenso social”.
“Lo interesante para mí como afroamericano fue interpretar a un policía que es racista contra los orcos. Fue raro actuar a un tipo que estaba arriba en la jerarquía social y que veía desde ahí al otro”, interviene Smith, serio durante dos minutos. “Sé cómo es la cosa porque a los 17 ya tenía plata y auto, así que me paraban seguido, sentía el acoso policial”, agrega, y explica que en el film intentaron no cargar demasiado las tintas en esa cuestión. “Con estas películas podemos mostrar estos temas sociales y a la vez salirnos con la nuestra de modos que no podríamos hacerlo si fuéramos tan literales”, reflexiona.
La preproducción del film tuvo tres aristas. Por un lado, el entrenamiento actoral, pues Ayer es un director que busca que los actores le pongan el cuerpo a la mayor cantidad de escenas posibles, al punto que en la filmación Will Smith debió dejarse arrastrar por un patrullero en medio de un supermercado. Otra faceta fue la composición estética del mundo. “Nos preguntamos cómo interactúa cada raza con la tecnología que tenemos o con la sociedad”, explica el director. “Y no hicimos nada con pantalla verde, así que todo lo que aparece se hizo así; uno entraba al set y había un pedazo de ciudad ahí”, cuenta. Esa búsqueda de realismo los llevó a rastrear al lingüista que inventó el idioma élfico (no, no es el quenya tolkeniano) que se habla en la película. El “hombre de negro” también cuenta que con su compañero de elenco desarrollaron la idea del sentido del olfato de los orcos. “Ellos pueden oler cuando alguien no dice la verdad. Hacer esa clase de cosas en un proceso de filmación es hermoso. Bueno, salvo que como Joel tengas tres horas de maquillaje cada mañana.”
La otra parte de la preproducción fue involucrar a los protagonistas con sus equivalentes de la vida real, así que Smith y Edgerton tuvieron mucho contacto con policías de la ciudad. “Mientras preparábamos la película hicimos acompañamos a unos policías de verdad de Los Angeles y respondimos a llamadas en el patrullero. Una de esas veces fue con un policía mexicano y nos cruzamos a dos chicos negros, uno de 5, otro de 12 años. El chico de 5 saludó al oficial y el mayor le dijo ‘bien, tenés que ser amable, si no te matan’. Y eso es un aspecto terrible de la relación con la policía. Para mí, hacer Bright fue una gran oportunidad de experimentar la otra parte de esa relación conflictiva”, revela. El actor ahonda en el tema cuando cuenta que modeló su personaje en base a un detective negro al que entrevistó. “Me decía que estaba en una posición difícil, porque los otros oficiales lo veían como negro y los negros lo veían como policía, entonces chocaba en ese mundo en el que no estaba en casa ni en su trabajo ni en su barrio”. Edgerton, en tanto, advierte que la película le cambió su perspectiva, pues siendo blanco en Australia no sufrió ningún tipo de injusticia social. “Ahora reacciono fuerte ante eso, cuando en general nunca tuve maltrato en mi vida”, cuenta. “Ser actor te fuerza a pensar cómo es otro. Esos meses de filmación son un seminario de cómo es otra vida”.
Algo más tarde en la conferencia, el tema regresa a las diferencias de clase entre las razas fantásticas que pueblan el mundo de Bright. Ayer esquiva con gracia el pedido que le hace un periodista mexicano para establecer analogías entre esas razas y las distintas etnias que integran la población norteamericana. “No es un tema étnico, sino económico”, plantea. “Los elfos, por ejemplo, representan a aquellos que tienen y los orcos a quienes les falta, pero por eso también hay humanos, porque necesitábamos explorar a la gente del medio, la que siempre está buscando a otro del que sentirse superior”.
“Una de las cosas que me dejó la película es cómo juzgamos a los demás según su raza, cultura, religión; todo eso es bullying, a mi personaje lo bullean por ser un orco, y la verdad es que uno debería ser juzgado por sus acciones y no por su color de piel o su ropa”, interviene Edgerton. “Es increíble cuánto la gente se mantienen al margen al ver injusticias. En Bright, el espectador termina hinchando por alguien a quien todos maltratan y que tiene sus mejores momentos cuando nadie lo ve”, considera el australiano, mientras Will Smith dispara como humorada algo con lo que insistió todo el fin de semana: “Vamos a poder explorar mejor esto si los fans presionan a Netflix para una secuela”.