Lucy Fry asegura que desde chica tenía el sueño de vivir en un mundo de elfos, hadas y orcos. La chance le llegó a esta joven actriz australiana de 25 años con la producción cinematográfica original de Netflix. Claro que Bright no es una épica fantástica tradicional. En esta ficción los elementos ilusorios se cruzan con los de la pareja policial dispareja y los apuntes sobre la brutalidad policial se mixturan con los de una fábula moderna y urbana. También los lenguajes (el lingüista David J. Peterson, quien inventó idiomas para Game of Thrones, fue el creador de los dialectos de orcos y elfos que tienen gran presencia en el film). Hay una profecía antiquísima, sí, pero sucede en el asfalto plomizo de Los Angeles. En ese embrollo genérico, pero bien hilvanado a nivel estético por el director de David Ayer, el personaje de Fry es el catalizador de la historia. Tikka es la portadora de la varita mágica, el arma mágica más poderosa del mundo en un mundo donde la magia está prohibida. Y por eso la persiguen un berenjenal de especies y la protegen dos policías, un humano y un orco, en un día que parecía ser como cualquier otro. Tikka, por otra parte, posee la clave para que algún elegido cumpla con su destino de “brillante”. “Más allá de toda la acción y lo fantástico, Bright trata con la cuestión de la intolerancia entre las personas y la necesidad de respetar las diferencias”, afirma la joven intérprete en entrevista con PáginaI12.
–En un principio no se sabe bien qué clase de ser es Tikka, porque habla en élfico durante la mayor parte de la película, pero podría ser de otra especie. A la vez está muy desprotegida... ¿Qué demonios es Tikka?
–Diría que es algo increíble (se ríe). Es elusiva, poderosa, perseguida. Creo que si le hubieran hecho esa pregunta, “¿qué demonios es Tikka?”, la habrían hecho muy feliz, porque ella tampoco lo sabe bien. En sí es una elfa. Y cuando leí el guion me excitó muchísimo, porque desde que tenía 10 años que deseaba interpretar a una criatura mágica con todos los peligros alrededor de ella y para el resto del mundo. Es un viaje muy interesante, para Tikka, y para los personajes de Will (Smith) y Joel Edgerton), un humano y orco. Cuando la encuentran, ella tiene esta varita mágica y todos la acosan. La pandilla de narcos, la policía de Los Angeles y un culto oscuro del que ella escapa. Así que es un viaje muy largo para los tres, aunque sea prácticamente una noche. Ella también está buscando a su familia y averiguando si puede ser alguien bueno, en qué puede convertirse.
–¿Qué fue lo primero que le llamó la atención de un proyecto que parece ser tantas cosas al mismo tiempo?
–Fue como que me dije “Ok, esto es extraño, pero ella es una elfa, así que puede lidiar con esto” (se ríe). Me shockeó y quise comprender a Tikka en ese contexto. Porque ella puede ser prácticamente cualquier cosa, lo que la vuelve algo complejo de interpretar. David (Ayer) fue muy abierto con eso también y su intención fue la de ir desenvolviéndola de a poco. Eso fue lo que sentí desde las primeras audiciones. Fue meterse en su mundo, su mente, sus temas. Es una criatura extraordinaria.
–Y también está su idioma. ¿Cómo fue el proceso de aprender a hablar en una lengua artificial?
–Fue de las cosas más costosas y divertidas. Tuve suerte de poder aprenderlo porque varias veces se tornó complicado y básicamente, improvisaba.
–Su personaje recuerda al de Milla Jovovich en El quinto elemento. ¿Tuvo otras referencias en mente a la hora de construir el personaje?
–¡Es muy cool que se pueda apreciar eso! Hay un poco de ese personaje, sí, pero el arquetipo que tenía en mi cabeza cuando pensaba en Tikka era de otra mujer que Milla Jovovich también interpretó: Juana de Arco. Ella está muy conectada con su premonición, lo cual a los demás les parece una locura. Es como un ángel, pero no es que se muestre eso directamente en la película. Me inspiré en esa figura porque ella intenta salvar su mundo, que es la ciudad de Los Angeles. A su vez, es una perseguida... No sé si tiene algún sentido real lo que digo, pero a mí me ayudó bastante.
–La crítica social y la mixtura con lo fantástico también estaba presente en Okja, otra película que Netflix estrenó en este año. ¿Ve esa conexión entre ambas?
–Totalmente. Lo de Okja fue fenomenal. Pasó de estar en festivales a ser estrenada en esta plataforma que sigue apostando por crear contenido original de manera que hasta hace poco habría sido impensado. Para mí es excitante ser parte de esta nueva frontera. Hay un cambio claro en cuanto a la forma de crear contenido y consumirlo. Y es muy bueno, además, si se puede incluir un mensaje. Podés describir la película como una de acción, por momentos, es casi un thriller. David (Ayer) es muy talentoso y logró empalmar todo dándole un sentido claro desde lo visual y el mensaje.
–¿Cómo fue el rodaje con Will Smith? ¿Le dio algún consejo?
–Will nunca te hace sentir que es Will Smith. Bromea como con todo el mundo, pero también sabe transmitir calma, no es que va dando consejos puntuales. Eso te hace sentir que estás con un par. También fue muy movilizador compartir el rodaje con Noomi Rapace, es una de las actrices que más admiro. Cada gesto suyo es un aprendizaje.
–En un momento del film, la varita mágica es descrita como “un arma nuclear que concede deseos”. ¿Qué haría usted, Lucy Fry, con esa varita mágica en su mano?
–Primero hay que decir que no es una varita mágica cualquiera. Tenés que estar entrenado, porque si la tocás y no sabés como usarla, te mata. Fue genial imaginarse ese poder. La usaría para limpiar el océano y resolver el cambio climático. Y que los humanos nos amiguemos con el planeta. Pero es más un sueño, creo que no bastaría ni con una varita mágica.