Desde Roma

Mucho más rápido de lo que se esperaba y con un enfoque de “continuidad” que algunos caracterizaron como un “Renzi-bis” en alusión al premier renunciante, el nuevo primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, logró componer su gabinete y juró en su cargo ayer a la noche ante el presidente de la República, Sergio Mattarella. El nuevo gabinete está integrado por varios ministros que ya estaban en el gobierno precedente, como el exponente del Nuevo Centro Derecha, Angelino Alfano, que del Ministerio del Interior pasó al de Exteriores que antes ocupaba Gentiloni. También fueron confirmados en sus cargos los ministros de Economía, Pier Carlo Padoan; de Bienes Culturales, Dario Franceschini; de Salud, Beatrice Lorenzin, y de Defensa, Roberta Pinotti, varios de ellos fieles seguidores de Renzi y de su corriente dentro del Partido Democrático (PD).

La más breve crisis de gobierno de los últimos decenios, como la bautizó la prensa italiana, podrá concluir definitivamente una vez que el gabinete y el primer ministro consigan el voto de confianza del Parlamento, hoy en el Senado y mañana en la Cámara de Diputados. Con lo cual Italia podrá presentarse en regla en la reunión del Consejo Europeo que se realizará el jueves en Bruselas y donde se discutirán temas económicos y la cuestión de los migrantess, a la que Italia da muchísima importancia dadas las cerca de 200.000 personas que han llegado a sus costas este año.

“Hicimos todos los esfuerzos para formar un gobierno lo más pronto posible, adhiriendo a la sugerencia que en este sentido nos hizo el presidente de la República y creo también en pos de la estabilidad de nuestras instituciones –dijo Gentiloni al presentar la lista de ministros ante la prensa–. El gobierno proseguirá en la acción innovadora iniciada por Matteo Renzi pero también tratará de facilitar el trabajo de las distintas fuerzas parlamentarias para individualizar las mejores reglas para una nueva ley electoral.” La realización de nuevas elecciones es en efecto uno de los objetivos de este gobierno, que para eso, entre otras cosas, deberá esperar hasta fines de enero una decisión de la Corte Constitucional sobre algunos aspectos de una de las leyes electorales vigentes.

“Esta continuidad entre los gobiernos Renzi y Gentiloni es una garantía de acción operativa. No podíamos esperar que nuevos ministros aprendan cómo manejar los ministerios. Tenemos muchas cosas por hacer y decidir rápidamente”, comentó Nicola Danti, diputado europeo del Partido Democrático. Gentiloni se reunió entre domingo y lunes con los distintos partidos políticos representados en el Parlamento para conocer sus expectativas, a excepción del Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo y la racista Liga Norte, que rehusaron asistir a esas reuniones porque para ellos, enemigos acérrimos de Renzi y su partido, lo único que cuentan son nuevas y rápidas elecciones.

Por su parte, la dirección del PD se reunió ayer en Roma para tratar de suavizar las ásperas diferencias internas existentes y discutir cuál actitud tener frente al gobierno de Gentiloni. Varios de sus dirigentes votaron No en el referendo del 4 de diciembre en el que Renzi, que apoyaba el Sí, perdió y por eso renunció. Esta es una fractura interna que todavía sigue abierta. “Siento que la tensión entre nosotros es muy fuerte y temo que la minoría no evalúe correctamente lo que ha ocurrido entre nuestros militantes en las semanas de campaña por el referendo”, dijo la diputada PD Marina Sereni al concluir la reunión de la dirección. La minoría partidaria está representada por los sectores anti Renzi y la izquierda del partido, grupos liderados entre otros por el ex primer ministro Pier Luigi Bersani y Roberto Esperanza. “La asamblea del partido, que se hará el próximo domingo, será una buena ocasión para hacer una seria discusión en este sentido”, añadió Sereni. La minoría del PD presentó un documento en la reunión de ayer en el que planteó la necesidad de que hubiera “discontinuidad” entre el  gobierno de Renzi y el de Gentiloni y anunciaba que evaluará cada medida propuesta por el nuevo gobierno con mucha cautela, antes de votarla en las cámaras. “La realidad es que 33 millones de italianos –los que votaron No en el referendo– han mandado un mensaje: las cosas así no funcionan. Por eso es necesario cambiar de ruta con humildad pero radicalmente. De lo contrario, el PD morirá”, dijo Esperanza. Por su parte, SEL (Izquierda, Ecología y Libertad), que en algún momento fue aliado del PD, subrayó en un comunicado más o menos lo mismo, poniendo el acento en la necesidad de la “discontinuidad”.

“El PD debe tratar de unir la izquierda porque éste es un requisito para ganar”, comentó por su parte el alcalde de Milán, Giuseppe Sala, también exponente del PD. Mientras el ex alcalde de Milán, Giuliano Pisapia, también de izquierda pero no inscripto en el PD, indicó: “Ahora el PD gobierna sin la izquierda con la que se había presentado en las pasadas elecciones. El Partido Democrático debe decidir si quiere mirar a la izquierda o continuar con las actuales compañías. Yo no tengo ninguna intención de ser el líder de un nuevo partido. No busco nada para mí. Pero no quiero que se le regale el país a la derecha”.

El nuevo gobierno tendrá algunos temas importantes y urgentes por resolver en las próximas semanas además de la nueva ley electoral, en caso de que se decida hacer una nueva en reemplazo de las dos existentes. Entre ellos, iniciar el proceso de reconstrucción, en condiciones de seguridad, de los cientos de edificios y casas semidestruidas en buena parte de Italia central, a causa de los repetidos terremotos y temblores que desde agosto azotan la región. También deberá enfrentar seriamente la situación del Monte dei Pasqui di Siena, un banco en crisis desde hace meses que podría dejar en la miseria a decenas de ahorristas. Una de las soluciones podría ser la nacionalización, con lo que el Estado se haría cargo de buena parte de las deudas.