Podría ser el argumento de una película navideña, pero ni Tim Allen ni Chevy Chase ni Arnold Schwarzenegger están involucrados –de momento– en la historia. Sucede que en un pueblito norteamericano llamado “Paraíso”, las Fiestas corren peligro. Más específicamente, un museo dedicado durante dos décadas a celebrar el espíritu navideño: el National Christmas Center, cuyo dueño –por supuesto– luce como Santa Claus. Y se llama Jim Morrison, colmo de la curiosidad. Sin guionistas de por medio, pide hoy el señor Jim por un milagro a lo Dickens, invocando a los espíritus de las temporadas todas para que despierten la bondad de algún Scrooge converso que quiera salvar la Navidad. O sea, comprar el centro con su colección completa, que de lo contrario irá a parar al tacho a partir de enero de 2018. “Mi intención siempre fue recrear la magia y los recuerdos, las tradiciones y el verdadero significado de la Navidad”, se apena Jim Morrison en charla con medios, a la par que explica que, desde su fundación en 1998, el National Christmas Centre siempre ha ido a pérdida, apenas subsistiendo gracias su propio bolsillo, con el que paga a ocho empleados que mantienen activo el lugar. Relativamente activo, visto y considerando que apenas reciben 20 mil visitantes al año, aunque todos marchen chochos de contentos con las colecciones en exhibición. Léase, un pastiche temático que incluye: memorabilia de décadas pasadas, la evolución de Papá Noel de añares a la fecha, la reproducción en tamaño real de una familia de los 50s abriendo regalos bajo el árbol (o bien, de una familia actual, menonita amish, celebrando la Natividad), 100 años en adornos de diversos puntos del globo, el taller de Santa Claus (elfos incluidos), ¡cantidad de pesebres! acompañados por la bíblica narración en off del nacimiento de baby Jesús, entre otras bondades. En fin, todo a la venta, incluida la casa, claro, de casi 2 mil metros cuadrados, que antaño oficiaba de hostal. “No pierdo la esperanza de que el milagro suceda”, reconoce un Jim de rojo –obvio– y de larguísima barba canosa, sobra aclarar.