La ley de Presupuesto para el año próximo obtuvo ayer media sanción en Diputados durante la madrugada de ayer, con 165 votos a favor, 65 en contra y sólo una abstención. El proyecto elaborado por el Ejecutivo evidencia un fuerte sesgo de endeudamiento y ajuste, que se profundiza al combinarse con la troika de reformas fiscal, previsional y laboral. Cambiemos contó con el respaldo del interbloque Argentina Federal y el massismo. De manera negativa votó el Frente para la Victoria, la Izquierda, el peronismo puntano, el Movimiento Evita, el socialismo y los monobloques del PJ de Santa Fe y Mendoza. Este martes se tratará el Presupuesto en comisión del Senado y al día siguiente se discutiría en sesión extraordinaria junto con otros proyectos, como el de reforma tributaria. 

En la madrugada de ayer cuando comenzaban los cierres de bloque, las exposiciones de los distintos espacios dejaron en claro que las diferencias centrales en torno al diseño del Presupuesto responden, además del sesgo de la política, a una manera de ver el contexto global. “No representa la realidad de cómo está variando la economía argentina y adolece de parámetros serios, dado que fue elaborado previamente a la reforma previsional y tributaria”, resumió el presidente del bloque FpV-PJ, Agustín Rossi. Según detalló en su cierre, el proyecto “es una fotografía de una política económica que está dañando al conjunto de los argentinos, que nos lleva a un callejón sin salida, porque el Gobierno tiene nudos que no sabe cómo desatar”, entre los que citó inflación, tarifas, Lebac y el tipo de cambio. 

De acuerdo con esta visión, la oposición hizo hincapié en que las proyecciones eran demasiado optimistas. El texto aprobado, ligado a los acuerdos fiscales alcanzados con los gobernadores que ayer se convirtieron en ley (ver aparte), proyecta un crecimiento de 3,5 por ciento del PBI, una inflación promedio de 15,7 por ciento y un tipo de cambio (también promedio) para el dólar a 19,3 pesos. Además prevé una expansión del consumo privado de 3,3 por ciento y un incremento en el nivel de inversión del orden del 12 por ciento. El ratio de deuda pública con el sector privado y organismos internaciones se estabilizaría en 36 por ciento del PBI y los intereses, en 1,8 por ciento.

“Se sigue castigando a las provincias con el látigo y la chequera, lo que quedó demostrado con la firma del Consenso Fiscal, que se hace de manera impúdica”, aseguró Graciela Camaño (Federación Unidos por una Nueva Argentina). La diputada criticó los incumplimientos en las estimaciones que había hecho Cambiemos para este año. “El año pasado dijeron que la inflación iba a rondar del 12 al 17 por ciento, y probablemente cierre entre el 23 y 27”, aseguró la diputada. “Por esto, cuando un Presupuesto subestima la inflación y sobreestima el crecimiento, hay gato encerrado. Es un ajuste encubierto”, concluyó. 

La misma crítica fue vertida por el jefe del interbloque Argentina Federal, Pablo Kosiner, quien también advirtió sobre la “sub-ejecución de presupuestos anteriores y la caída de la inversión real directa”. El diputado salteño detalló entre 2015 y 2016 la inversión real directa, se retrajo en un 25 por ciento, y con respecto a este año la caída fue del 10 por ciento. “Y en el Presupuesto 2018 todavía el indicie sigue siendo negativo, porque hay una caída del 2 por ciento”, agregó Kosiner, pese a que su espacio acompañó el proyecto oficial.

En respuesta a estas críticas, el diputado Mario Negri, jefe del interbloque Cambiemos, revirtió la cuestión a lo hecho por el anterior gobierno. “Durante el gobierno kirchnerista, los presupuestos se hacían en la línea A de subte, mientras iban llegando al Congreso”, aseguró el diputado radical. “Un aporte que podemos hacer a nuestro país es hacer que el Presupuesto, que es el instrumento de política fiscal, sea aproximado, previsible y estable, concluyó el legislador cordobés, pese a que por ahora la realidad no respalda las cifras previstas en el presupuesto actual.