Mientras Buenos Aires ardía al calor de las protestas por la reforma previsional, se desarrolló en Buenos Aires una conferencia ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC). El evento no fue sólo una oportunidad para “atraer inversiones” mostrando al mundo la imagen de una batalla campal en pleno centro porteño. También permitió, según el secretario de Comercio, Miguel Braun, mostrar que “la organización fue muy buena. La fiesta salió bien”. Un saldo que dejaría satisfecha a más de una empresa administradora de eventos, cómo la compañía estatal alemana Messe Frankfurt que facturó 280 millones de los 500 millones de pesos que costó la organización de la cumbre, pero sabe a poco para quienes tienen a cargo la administración de un país.
La inauguración del evento estuvo a cargo del presidente Macri quien señaló: “Podemos invocar la primacía del interés nacional, y esperar la próxima crisis, o podemos poner por delante nuestros intereses compartidos y examinar qué OMC necesitamos y podemos impulsar”. Esa declaración sorprendió a un editor del Financial Times que tuiteó: “Mauricio Macri critica a los que persiguen la primacía del interés nacional cuando abre la OMC. Los presidentes de Brasil, Uruguay y Paraguay lo respaldaron. ¡Bastante impresionante!”. Menos sorprendidos estaban los argentinos que siguen las negociaciones internacionales de la Cancillería.
El sacrificio del interés nacional en la negociación con Trump, donde se perdió el mercado de biodiesel (1200 millones de dólares) a cambio de la promesa de vender limones (30 millones de dólares) es un ejemplo de la capacidad oficial de sacrificar el interés nacional.
Las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea, que naufragaron también durante la última cumbre, muestran que la capacidad de sacrificio del interés nacional es una virtud compartida con otros gobiernos hermanos de la región. En el caso de nuestro país, la firma de dicho acuerdo perseguido tenazmente por nuestra cancillería no sólo amenazan la línea blanca, la industria metalmecánica y automotriz, sino también con eliminar en los mostradores las pizzas de mozzarella por las exigencias europeas de denominación de origen. Más importante aún para Argentina, la firma del acuerdo implicaría una fuerte pérdida del mercado brasileño para nuestra producción en manos de la competencia europea.
Quien no parece dispuesto a sacrificar la “primacía del interés nacional” es el gobierno de los Estados Unidos, cuyo representante comercial, Robert Lightlizer, hizo más daño a la cumbre que los que prometían realizar los representantes de las ONG internacionales que el gobierno se encargó de deportar. Una muestra de que los gobiernos liberales de la región se encuentran “aislados” frente al creciente proteccionismo de las potencias