El ministro de Energía, Juan José Aranguren, recibió ayer a las petroleras para continuar con la negociación en juego para reducir el precio del “barril criollo de petróleo”, acomodarlo a los valores internacionales y aplicar la nueva suba del precio de los combustibles. La intención del Gobierno es desactivar el barril criollo para reducir los subsidios al sector. Esa curva de ajuste es un hecho, la disputa radica en los tiempos. Las petroleras quieren que el precio interno del crudo Medanito baje de 63,5 dólares a los 55 dólares en agosto o septiembre de 2017, pero el Gobierno prefiere acelerar esos cambios. De la mano de esa discusión está la nueva suba de los combustibles, que mejoraría la recaudación de las petroleras. Las versiones indican que en enero los precios podrían volver a crecer un 8 por ciento. Además, las compañías productoras pidieron a Aranguren la limitación de las importaciones. Las empresas advierten que también está en juego la “variable competitividad”, por eso negocian con los sindicatos baja de salarios. Una nueva suba de los combustibles daría inicio al año con renovada presión sobre los precios.