No caben dudas de que Jon Bernthal ha tenido un año increíble. Primero tuvo algunos roles menores en Baby Driver (Edgar Wright) y el debut de Taylor Sheridan Wind River. Luego el actor se colocó en el centro del escenario con The Punisher, la nueva serie de Marvel producida con Netflix. Y para cerrar su turbulento 2017, Bernthal aparece como coprotagonista en el thriller Shot Caller, junto a la estrella de Game of Thrones Nikolaj Coster–Waldau. Un trabajo para el que hizo una profunda investigación, entrevistándose con presos reales y pasando cierto tiempo con criminales.
–Shot Caller parece llegar en un momento apropiado, al cuestionar el modo en que la prisión institucionaliza a las personas. ¿Eso fue algo que lo atrajo de este proyecto?
–Supongo que sí. Yo ya había trabajado con el director Ric Roman Waugh en una película llamada Snitch. Disfruté mucho trabajar con él, es alguien que busca la autenticidad, y sus películas están muy bien documentadas. Cuando hizo una película llamada Felon, trabajó como oficial de libertad condicional y pudo conocer el sistema de prisiones muy bien. Tiene un increíble acceso dentro de las cárceles y a los prisioneros. Por eso sabía que el personaje sería capaz de alcanzar un gran nivel de autenticidad, la investigación podía ser completa. Quedé muy agradecido a la gente que pude conocer en el proceso.
–Alguna vez dijo que a veces se mete tanto en un rol que incluso deja el set convertido en el personaje. ¿Eso sucedió aquí?
–Sí, un poquito. Esos tatuajes no se borran, andás por ahí con ellos. Rodamos buena parte del film en una cárcel real de máxima seguridad, lo que significó una enorme oportunidad para mí. A través de los contactos de Ric conocí a tipos que fueron cazados por las calles, que se estuvieron escondiendo. Estuve muy cerca de ellos y tuve testimonios de primera mano no solo de los peligros que pasaron sino de su conducta, del protocolo que impone semejante vida.
–Eso de conocer a esa clase de gente suena un poco atemorizador.
–No es para todos, pero a mí realmente me atraía. Pero preocuparse por eso no te convierte en un cobarde. En este trabajo me esfuerzo por buscar la autenticidad. No solo por los espectadores, sino por la gente sobre la cual habla esta historia. Al hacer Fury tuve la esperanza de que los operadores de tanques la vieran y se sintieran bien representados. Cuando interpreto a un policía de un pequeño pueblo de Georgia, quiero que esos policías compren eso. Eso requiere tener acceso a la gente real. Algunas de las mejores relaciones que hice en mi carrera son con esas personas que traen los cineastas, que te enseñan los trucos del oficio. Hay policías en Los Angeles con los que aún tengo relación, un gran amigo que es de los Navy Seals... cuando alguien abre su vida de esa manera hay que ser humilde y hacer honor a eso.
–¿Cómo consigue conocer a toda esa gente cuando tiene tanto trabajo? Este año hizo cinco películas, además de The Punisher.
–¡Y tengo tres niños pequeños! Estoy enormemente ocupado, sin dudas. Hago esto para ganarme la vida y conseguí construir mi casa con eso. Mi mantra es “mientras estés ahí, tenés que estar ahí”. Entonces, cuando estoy haciendo una película, estoy allí al 100 por ciento. No paro para nada. No me tomo pausas, no me emborracho, no voy a bares. Todo el tiempo estoy aprovechando las cosas. Cuando hay que conocer gente para construir una autenticidad, ahí estoy. Lo mismo cuando estoy con mi familia. No hay celular, no hay reuniones, mitad dentro mitad fuera: estoy con ellos al 100 por ciento. Es la única manera que conozco de vivir. Mi felicidad personal está dictada por cuánto me rijo con esa filosofía. Si no vivo así no soy feliz.
–Este año tuvo varias apariciones, pero su único protagónico fue The Punisher...
–Para ser honesto, y esta no es una respuesta de ocasión, eso no me preocupa en absoluto. Lo que hice en Wind River o en Sicario –donde aparezco en una sola escena– son cosas por las que estoy tan agradecido como por Frank Castle en The Punisher. En la Moscow Art Theatre School tenían la frase “no hay papel pequeño ni actor pequeño”. Lo que me encanta de estos roles chicos es que realmente tienen un sentido en la historia, la sensación de que ese personaje existía antes de la escena y seguirá existiendo después... ¡a menos que lo maten! Estos personajes realmente agregan cosas al tapiz de una película, y si podés aportar algo auténtico ese mundo se verá real. Con Wind River sentí que podrían haber hecho toda una película sobre ese personaje, esas motivaciones. Una de mis películas favoritas de todos los tiempos es El silencio de los inocentes. Y lo que hizo Ted Levine con su retrato de Buffalo Bill... no tenía mucho tiempo en pantalla pero era absolutamente cautivante. Todos hablan de Anthony Hopkins en ese film –que obviamente estaba fantástico– pero lo que hizo Ted fue fantástico, el personaje más aterrador en la historia del cine en solo cino o seis minutos. Si yo puedo hacer eso... definitivamente no tomo decisiones basadas en convertirme en protagonista. Solo quiero trabajar con los mejores.
–¿Ha rechazado algún rol que podría haber llevado su carrera más allá?
–Hubo algunas cosas que podrían haber sido más resonantes, proyectos más grandes. Pero no hay nada de lo que me arrepienta, nada que desee haber hecho. Honestamente, no estoy aquí para hacer el gran ruido. Una de las contras de interpretar a The Punisher podría ser la gran exposición. Para un actor, en eso hay un lado negativo. Estoy agradecido por ser reconocido, pero hay algo mágico en ser el tipo que puede desaparecer en la pantalla. Hacer esos grandes roles a veces puede ser el enemigo. Tenés que reinventarte y desafiarte.
–The Walking Dead fue sin dudas algo que lo puso en el radar. ¿Se mantiene al día con el show?
–Para ser honesto, no. Pero marcó un punto muy alto, en mi carrera y en mi vida. En ese tiempo me comprometí, me casé después de la primera temporada, tuve un hijo en la segunda. Estar en ese grupo original fue un gran comienzo. No sabíamos en qué nos metíamos. Todos creímos en el guión y nos metimos con todo. No era un show con un gran presupuesto: ¿quién podía imaginar que iba a convertirse en lo que se convirtió? Ese grupo se volvió increíblemente cercano y siguen siendo los actores con los que tengo más contacto. Interpretar a un personaje con real principio y final en un programa tan popular fue increíble. No es que después me inundaron de ofertas, pero fue una experiencia que me cambió la vida, tuve oportunidades diferentes a todo lo que había hecho antes. Siempre estaré agradecido.
–Ese programa fijó el tono para algunos de sus personajes posteriores. ¿Cómo se siente con eso?
–Lo que me gustó de Shane es que no podías encasillarlo, producía emociones conflictivas. No era ni un villano ni un buen tipo. Había verdaderas razones y motivaciones detrás de las cosas a veces deplorables que hacía. Vivía según un código. Fue el primer tipo que descubrió lo que realmente significaba vivir en ese mundo. Quiero eso con todos mis personajes, la clase de gente que es de una manera y luego se convierten en otra cosa, lo suficientemente fuertes como para darle la espalda a la audiencia. Me encantaba que en una semana podías estar con Shane y a la siguiente estar en su contra. Si encuentro esa riqueza en todos los personajes que hago me sentiré muy afortunado.
–Y en cuanto a The Punisher, ¿qué puede venir para ese personaje?
–Marvel suele mantener muchos secretos, pero puedo decir que es un gran honor interpretarlo. Me siento responsable por los miembros de la policía, del ejército, de los lectores de comics para quienes este personaje significa mucho. Estoy nervioso por cómo seguirá, espero que hagamos lo correcto. Traté de interpretarlo de cierta manera, y espero que resuene en la gente.
Jack Shepherd: De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.