El 28 de junio de 2017, Juan José Saer (fallecido en París en 2005) habría cumplido 80 años. Por esos días culminó con éxito una sostenida operación crítica de casi 50 años dedicada a situarlo en el canon como autor argentino y universal. El 13 de mayo, en la jornada de cierre del Coloquio Internacional Año Saer en la ciudad de Santa Fe donde el escritor serodinense situó casi toda su narrativa, Beatriz Sarlo anunció el inicio de una nueva etapa en la recepción de su obra.
"Se lo va a poder tratar como parte de la gran herencia argentina, latinoamericana o universal", afirmó la ex directora de la revista Punto de Vista. Año Saer es un programa del Ministerio de Innovación y Cultura del Gobierno de la Provincia de Santa Fe. Incluyó, entre otras actividades, la apasionante muestra interactiva Conexión Saer, que viajó del Museo Rosa Galisteo de Rodríguez a Plataforma Lavardén. La conexión de Saer con el cine estuvo muy presente a través de ciclos y nuevas producciones. La intención de sumarle más lectores se afianza a través de una publicación gratuita que difunde el gobierno provincial.
Saer en los años '60 se sentaba a la mesa del Ehret (aquel bar rosarino que inmortalizaron Noemí Ulla en su novela Los que esperan al alba y Hugo Padeletti en su poemario Epigráfica del Ehret), con otros, con sus pares. Entre ellos, el poeta Aldo Oliva, objeto de una similar operación crítica pero en los márgenes. Ella culminó también este año, con la reedición por la revista Mirto del texto de presentación con que el poeta y docente Héctor Piccoli le presentó Otra Batalla (2002), y la fundación de la Escuela de Literatura de Rosario "Aldo F. Oliva", con sede en la Cooperativa Mercado Solidario (Santiago 989). También conocido como El Trocadero, este año ese acogedor espacio albergó y nutrió literalmente encuentros entre pares como el ciclo Lecturas cimarronas, o presentaciones de libros de editoriales independientes.
Fue un 2017 que terminó con festejos de fin de año cerrando la calle, como en los barrios de antes: tendencia que se impone y a la que se sumaron la Biblioteca Popular Homero y la activa y convocante Facultad Libre de Rosario. Otra institución popular de gran valor e importancia es la Biblioteca Vigil (Alem y Gaboto). Ella floreció este año retomando la colección Alfa de su Editorial Biblioteca. El sello editó además este año Los bordes del cielo, novela policial de Laura Rossi. Si bien el daño que le infligió a la Vigil la dictadura es irreparable, hay una continuidad que retoña del árbol talado y que linkea dos libros clave de otro parroquiano del Ehret, publicados allí: Poemas 1956‑1964 (1966) y la obra poética reunida El poema no es (2017), del inolvidable Rubén Sevlever. El rescate de la llamada generación del '50 se continuó con la publicación, en el número 4 de esa delicatessen intelectual que es la revista Mirto, del poemario "Obsesiones", de Willy Harvey, olvidado gran poeta fallecido en 1982.
Si bien el daño que le infligió a la Vigil la dictadura es irreparable, hay una continuidad que retoña del árbol talado.
Pueden establecerse continuidades, estéticas en el estilo y éticas en el grado de compromiso con el quehacer, entre aquella generación y la que surgió con fuerza este año, nacidos a comienzos de la década del '90. Tres primeros libros de poesía armaron en 2017 un mapa que será preciso atender: Sermón del tiempo (Baltasara Editora), de Santiago Hernández Aparicio, con estudio crítico de Héctor Piccoli; Sobre el corazón de la Tierra, de Fidel Maguna (Cachorro de Luna), y Sísifo, de Alito Reinaldi (Alción). Son poetas que se desmarcan de aquel lenguaje urbano desmañado que impuso la generación de fines de los '60 y que logró una hegemonía regional durante casi cinco décadas. A esa franja etaria pertenece además el narrador Manuel Díaz, cuya tercera novela es un falso documental que satiriza con humor los excesos de los claustros académicos: La caspa del punk fue elegida por el sello Abend para inaugurar su colección de narrativa contemporánea.
También se emprendió la visibilización de un lado más profundo y menos conocido de aquella generación de los '60: Iván Rosado reeditó en un solo volumen, Secreto intransferible, cinco libros del poeta Francisco Gandolfo que no habían circulado más que como autoediciones.
Tanto el Festival de Poesía que organiza la Secretaría municipal de Cultura como la Semana de las Letras y la Lectura del teatro El Círculo buscaron acercar poetas jóvenes al público. El primero convocó a una inédita residencia que creó lazos entre autores veinteañeros de diversas latitudes y el segundo rompió las barreras que separaban al ambiente letrado culto de la rima oral improvisada en las plazas. La agrupación estudiantil Alaletra hizo lo propio en un año donde se mostró más activa que la misma Escuela de Letras (UNR) donde surgió. El hip hop también tuvo su lugar en el Festival de Poesía y en la Alianza Francesa. Los slams de poesía son otro circuito de poesía oral que estuvo muy activo este año, transitado por jóvenes "artivistas" que confluyen con prácticas políticas de lucha. En este contexto cabe destacar a Marianela Luna (a.k.a. Moli), quien además de coordinar slams, dirige y editó este año el cuarto número de la revista Femme Fetal, más un primer libro publicado por la editorial Casagrande. La pancarta, el video, la performance o la entrada de Facebook son los múltiples formatos que Marianela Luna (a punto de cumplir 30) elige para ponerle el cuerpo a su discurso, de alta calidad ensayística, cuya ideología política feminista se afila en un humor inteligente.
Otra autora joven, Rocío Muñoz Vergara (poeta y editora sevillana radicada en Rosario), le puso el pecho en todo sentido a la poesía en el "Tetazo" del Monumento a la Bandera, y luego publicó un poemario potente: Lengua de serpiente, por el sello Danke, editor además del innovador Arma blanca de levitación, de Nicolás Todo.
Facebook es también la tribuna de otro notable ensayista joven, el psicoanalista Marcos Apolo Benítez, que publicó por Paradiso una infernal memoir titulada La paliza. En Facebook tuvo lugar además el experimento de diario íntimo abierto que llevó durante un par de años el influyente crítico literario Alberto Giordano (UNR). Creador hace diez del concepto de "giro autobiográfico", lo reunió como libro en El tiempo de la convalecencia, que le publicó Iván Rosado.
Tanto el Festival de Poesía como la Semana de las Letras y la Lectura buscaron acercar poetas jóvenes al público.
Algunos tramos de aquel diario se publicaron además en la contratapa de Rosario/12, una sección de este mismo periódico que es preciso destacar por la función que tuvo como escritura literaria urgente ante una realidad abrumadora. En una de las más leídas novelas de Saer, Cicatrices, un juez repite por azar la serie de hechos que llevaron a un crimen que él juzgó. En la edición del 22 de noviembre de 2017, la escritora rosarina Gloria Lenardón glosa un cuento del colombiano Gabriel García Márquez para arrojar dudas sobre la versión oficial sobre la causa de la muerte de Santiago Maldonado. En una coincidencia que a su autor difícilmente le agrade, se reeditó este año y en Buenos Aires Las carnes se asan al aire libre, novela de 1992 excelentemente escrita donde el rosarino Oscar Taborda narra (lo que sigue es un spoiler) cómo tres tipos fondean en un remanso isleño del Paraná a un "cuarto pasajero" que no paraba de hablarles de política.
"Escribir lo real" se titulaba la ponencia que Beatriz Sarlo dejó a un costado sobre su escritorio (y no leyó) en la histórica jornada del 13 de mayo. En Después del fuego, su novela publicada este año por la flamante editorial ítalo‑argentina Le pecore nere, Javier Núñez describe una esquina de Rosario (Moreno y Cochabamba) con la vívida precisión que sólo puede otorgarle a la alucinación de lo real el espesor de una letra bien tramada. Esa riqueza de una prosa capaz realmente de "escribir" (inscribir, tejer, tramar) fue lo que costó producir este año. Alienta, sí, en una primera edición póstuma del inolvidable Jorge Riestra, gran escritor de la generación de Saer, a quien la colección Confingere de la UNR viene editando. Los textos reunidos en Ciudad y memoria rescatan la Rosario de los años '40 y '50 contra los devastadores '90; fueron publicados entonces en un diario.
La ciudad, su historia y su presente también fueron el tema en tres libros que sacó este año Baltasara Editora: la reedición de Las polacas, saga de obras teatrales donde Patricia Suárez da vida al trauma de la trata de mujeres en Rosario; la reedición en un solo volumen de Biografía de Rosario y El mito Francisco de Godoy (dos ensayos de Fausto Hernández) y la crónicas urbanas contemporáneas que en su libro Rosario, ciudad ocupada reunió Pablo Ernesto Suárez.
De las contratapas de Rosario/12 salió también Calle con paraísos añosos, de Jorge Isaías, publicado en Rosario por Ciudad Gótica. De aquellas contratapas y del taller de Marcelo Scalona surgió además el libro Maternidad intratable, de Luisina Bourband, otro logro de Le pecore nere, y otra autora incluida en la Antología de la calle inclinada con que Scalona rinde homenaje a sus discípulos e inauguró un nuevo sello. En la reunión de fin de año de Baltasara, Federico Ferrogiaro contó cómo un cuento incluido en su libro Par de ases, publicado este año, se le ocurrió a partir de un graffiti que decía: "Macri es la fiesta a la que nunca te van a invitar". Una feroz sátira distópica, rebosante de humor negro, nació de aquel encuentro casual.
¿Cómo y qué escribir cuando la palabra del poder está tan devaluada que la mentira se llama posverdad? "Si todos vivimos creyendo boludeces, viene bien una mentira más en la que creer, una mentira con buen packaging", dice un fiscal ficticio en una contratapa satírica de Pablo Bilsky, "El ekeko suizo". Voces que vacilan, que se astillan, balbucean o inventan palabras pueblan la mejor literatura regional que se publicó este año, desde el poemario Amarino de Gilda Di Crosta (Iván Rosado) hasta la memoir Los lindos de Yamil Dora.
En Rafaela, fuerte polo cultural, estrenaron libros los autores ya experimentados Matías Aimino y Santiago Alassia, con obras que incomodan y revulsionan al igual que la movida local Desclasificadxs. En Rosario, editoriales independientes tales como Ultimo recurso, Listo Calisto, Libros silvestres y Otro carnaval, la siguen remando.