Fujimori apenas cumplió 8 de los 25 años de prisión que la justicia peruana le impuso por crímenes de lesa humanidad, hasta que fue indultado por el presidente Pedro Pablo Kuczynski, desatando la indignación de miles de peruanos. Fujimori había sido condenado en 2009, y la Comisión de la Verdad y Reconciliación que compiló sus delitos no incluyó el que quizás haya sido el crimen más atroz que se perpetró desde el Estado en la dictdura fujimorista: la esterilización masiva de mujeres indígenas, una campaña disfrazada como un plan de salud. Sus voces fueron recopiladas en un inusual proyecto on line.
Se trata del Proyecto Quipu, que en quechua quiere decir nudo y toma su nombre de un antiguo sistema inca de relatos. Sus impulsoras fueron la peruana Rosemarie Lener y la chilena María Ignacia Court. Ambas coincidieron en Londres en 2011 en un curso de posgrado en documentalismo. Vieron por TV cómo, en plena campaña electoral, Keiko Fujimori defendía frente a su rival, Ollanta Humala, aquel siniestro programa de su padre alegando que se proponía “empoderar sobre todo a las mujeres sobre cuantos hijos quisieran tener”, aunque reconoció que pudieron haber existido “excesos”.
Lener es hija de Salomón Lerner, el presidente de la Comisión que en Perú elaboró el informe sobre la violencia entre 1980 y 2000 y en base al cual se juzgó y condenó a Fujimori, pero que no contempló las denuncias de esterilización masiva. Se calcula que en cinco años se esterilizó a 300 mil mujeres, en una campaña promocionada como gratuita y que se concentró en las zonas indígenas.
“Creo que debió haber sido analizado, quedó impune, solo se habla en elecciones del tema”, advirtió Lerner. “No hay voluntad política para hacer algo al respecto. Le he dicho a mi padre, no estaba en su mandato, creo que es una omisión importante”, agregó. El Proyecto Quipu se desarrollo entre las dos campañas electorales que Keiko Fujimori perdió, primero con Humala en 2011, y en 2016 con Kuczynski.
“Cuando pensamos en recopilar las historias, nos dimos cuenta de que no podíamos usar Internet para que las mujeres se acercaran (a dejar su testimonio), porque hay muy poca conectividad en las zonas indígenas”, recordó Court, quien contó que decidieron recoger las denuncias vía telefónica, ya que la red de teléfonos está muy extendida. “No las queríamos poner como víctimas, sino que salieran a la luz sus historias, obviar la voz de la víctima, y remarcar que son mujeres resilientes. Queríamos dar una herramienta que les permitiera expresarse a mujeres analfabetas”, agregó.
La primera comunidad visitada fue Huancabamba, en la región de Piura, donde las impulsoras del proyecto hicieron una convocatoria a través de una radio. “Al día siguiente vinieron cinco mujeres y les comenzamos a contar que tenían que llamar a un número de teléfono para dejar grabadas sus historias, que podrían ser escuchadas en todo el mundo. Al rato llegaron más, y en ese encuentro se reunieron 30 mujeres”.
Así se recopilaron más de 150 testimonios, que denunciaban operaciones sin consentimiento, bajo coacción. “Es un pequeño corte, no es nada, en 15 días van a estar bien”, eran las frases que precedían las operaciones. Court quedó especialmente sensibilizada porque durante el transcurso del Proyecto Quipu quedó embarazada. “Me pegó la situación, las mujeres hablaban increíble, con su manera de narrar, en Cuzco y Ayacucho, ellas también aportaron, armaron redes para seguir sumando testimonios”.
En febrero pasado, el documental original fue subido a la web de The Guardian, hecho que multiplicó los testimonios. “Que haya amenazas a mujeres sin que puedan decidir sobre el control de sus cuerpos es algo que me indigna”, subrayó Lerner. “Respeto mucho a la mujer andina. Son madres que sostienen la economía en un país muy machista”, concluyó la impulsora de Proyecto Quipu.