La toxicomanía en la actualidad se disemina, prolifera y se transforma en adicción. Al asumir el ropaje de la drogadicción, por consecuencia, se torna emblemática en lo que viene a ser el síntoma en nuestra época. El fenómeno toxicómano típico del siglo pasado, en el que se destacaba la dependencia de cierta sustancia, se masifica cada vez más, a medida que los objetos se multiplican. Si antes la dependencia se definía por la acción de una determinada sustancia, en las llamadas nuevas adicciones tal sustancia no se hace necesariamente presente. Objetos de consumo, amor, pornografía, videojuegos, comida rápida y otros son susceptibles de dar lugar a conductas adictivas diversas. Los significantes "adicto", "drogadicción" y "fisura" se imponen en el discurso corriente, indicando que no se trata más de la dependencia de una droga ilegal, sino de la fuerza de banalización de las adicciones. Se acredita así que todo objeto se puede tornar adictivo, en tanto solicita a la pulsión, que tiene el poder de inducir la repetición de un acto que va a modificar la relación del sujeto con los placeres del cuerpo.

Empuje a las adicciones: esa espiral adictiva propia del mundo contemporáneo debe ser considerada una tendencia derivada de la promoción del goce por el mercado, que opera a expensas de ideales, de figuras paternas y de toda forma de autoridad del amo moderno. Desde los años 70 Lacan enuncia que lo contemporáneo se caracteriza por el "ascenso al zenith social del objeto pequeño, inherente a la lógica capitalista, que genera una producción extensiva, por lo tanto insaciable, del plus de gozar". El fenómeno de la drogadicción se revela así como consecuencia de una transformación fundamental de las sociedades actuales.

 

* Fragmento introductorio del artículo "Adicciones"