El sol pegaba de lleno sobre los cinco gazebos instalados por los pequeños productores de verduras justo enfrente del Congreso. Bajo la escueta sombra del mediodía -y los 30 grados de térmica- señoras y señores mayores se acercaban a las mesas repletas de verdura para conseguir algo de lechuga, acelga, rúcula, zapallitos o morrones. En total los pequeños productores repartieron ayer 20 mil kilos de cosecha de manera gratuita en lo que llamaron “Verdurazo por los jubilados”, una adaptación de su ya tradicional forma de protesta que hicieron para solidarizarse con los afectados por la reforma previsional.
“No te sobra una acelguita”, preguntó una jubilada que se arrimó hasta la mesa con sus dos bolsas ya colmadas de hojas verdes. Alguien pasó un atado de acelga, que llegó hasta la mujer de mano en mano. “No sabés lo que significa esto. Nos ayuda muchísimo”, dijo en voz bajita Víctor, de 75 años, que fue hasta allí desde Almagro porque escuchó del verdurazo en la tele y ya había logrado llenar el carrito. Elisa, de 67, también se alejaba del tumulto con sus dos bolsas de verdura. “Me vine hasta acá desde Lomas. La jubilación no alcanza, pago el alquiler y ya me quedo sin nada”, contó la señora y señaló los bolsones: “Son cinco comidas.”
Otra vez la Plaza del Congreso se convirtió en el escenario de las protestas y reclamos contra la reforma previsional, pero esta vez de manera distinta. “No hay que esperar que te toquen el bolsillo para hacer un acto de solidaridad. El Gobierno avanza contra uno de los sectores más desprotegidos, como son los jubilados, y estamos acá porque creemos en la solidaridad”, le dijo a PáginaI12 Nahuel Levaggi, uno de los representantes de los pequeños productores. Más temprano, la voz de Levaggi resonaba por el altavoz: “Todavía queda bastante lechuga, demos más lechuga por abuelo.”
Desde la Unión de Trabajadores de la Tierra advirtieron que al aprobado ajuste a las jubilaciones se sumó la reducción de las retenciones a la exportación de la soja, mientras se agrava la crisis de los pequeños productores. “El Gobierno pactó con el agronegocio una reducción del 6 por ciento en las retenciones para el 2018, lo que equivale a más de 1000 millones de dólares menos de recaudación para el Estado. Una transferencia directa para las economías más concentradas en detrimento del sector de la agricultura familiar”, criticaron.
Sobre las mesas repletas de verdura, un cartel recordaba los reclamos históricos, y no tanto, con los que vienen insistiendo los productores desde que empezaron con los verdurazos: “Acceso a la tierra. Precio sostén. Qué vuelva el monotributo social”. “Se les quita a los jubilados, no hay políticas públicas para los pequeños productores pero por otro lado se les entrega más dinero a los que más tienen con la quita de retenciones... es el reino del revés”, agregó el dirigente que además denunció que desde el Ministerio de Agroindustria ni siquiera los reciben.
Josúe Trujillo es productor y uno de los que entregaba desde el otro lado de la mesa las plantas de lechuga y repollo. En su quinta, un terreno que alquila en Berazategui, produce sólo verdura de estación. “Subieron muchísimo los costos. Desde el alquiler y los servicios públicos hasta los insumos para producir que son en dólares. Y a nosotros nos pagan cinco pesos el kilo de lechuga cuando en el mercado se vende a 60”, explicó.
Los problemas de los pequeños productores son falta de acceso a la tierra, desregulación de los alquileres y un 400 por ciento de diferencia entre el precio que reciben en la quinta y el que se paga en la verdulería. “Nos hacen los contratos de alquiler cada vez más cortos, hasta cada seis meses y cuando lo renovás te cobran un 30 por ciento más”, agregó Trujillo.
Desde el altavoz los productores recordaban que seguían regalando verduras, aunque ya quedaba poco sobre las mesas. Algunos rezagados se acercaban a último momento. “¿Están vendiendo?”, preguntó una mujer que al escuchar que regalaban se apresuró para intentar conseguir algo. “Por suerte hay quienes se acuerdan de los jubilados y eso que ellos también la tienen difícil. Nosotros no podemos ir a comprar mucho tampoco, sólo lo del día”, opinó Verónica Nadal, de 76 años, también jubilada que cobra la mínima. “Que piensen en el pueblo, no tiene sentimientos”, dijo la señora y con su rostro señaló al Congreso.