Vitaly Churkin, embajador de Rusia en la ONU, anunció hoy que que "el gobierno sirio estableció control sobre todo Alepo". De esta forma, culmina el asedio sobre la parte oriental de esa ciudad después varios meses de lucha.
Según el diplomático, los rebeldes armados y las tropas que responden al presidente Bashar al-Asad acordaron una tregua para que los insurgentes puedan evacuar la ciudad, la más grande del país, con algo más de dos millones de habitantes.
Con todo, la caída de Alepo es a sangre y fuego. "La gente es ejecutada en sus domicilios, pero también en las calles cuando intentan huir, o mueren a causa de los bombardeos", afirmó el portavoz de la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Rupert Colville, respecto de la entrada de las tropas en los barrios antes ocupados por la insurgencia. La ONU confirmó la muerte de 82 civiles, entre ellos mujeres y niños.
El asedio se intensificó en los últimos meses, en un conflicto que, se calcula, ya suma unos 250 mil muertos.
Rusia y Turquía son los países encargados de fiscalizar la evacuación. El gobierno de Vladimir Putin ha sido un aliado incondicional de Siria desde que desató el conflicto; mientras que Turquía invadió el norte de Siria para frenar a la guerrilla kurda y las milicias de Estado Islámico.
La guerra civil se desató en 2011, durante la llamada “primavera árabe” de ese año, que tuvo epicentro en Túnez, Egipto y Libia. La oposición armada controlaba Alepo desde 2012 y resistió hasta hoy los embates del ejército regular sirio.
Sin embargo, a partir de mediados de este año, con la instalación de un asedio total, la situación escaló hasta niveles de destrucción y sufrimiento inéditos en este conflicto, que ya lleva más de cinco años y medio y mató a más de 250.000 personas.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se mostró "gravemente preocupado". En un comunicado, explicó que ha contactado a las "partes relevantes" para "subrayar la obligación de proteger a los civiles".