Es el final. Ciclo cumplido para este 2017. Un año en el que, como en sus antecesores, la revisión suena a reiteración: en Rosario la música se produce en cantidad y calidad, con discos que nacen a ritmo asombroso mientras las posibilidades de ejercer el trabajo musical en vivo decrece con una velocidad que sigue alarmando, pero que ya no asombra. Porque mientras el Estado municipal sigue impulsando programas que hacen de la Cultura uno de sus estandartes, sus representantes en el Concejo no han logrado avanzar en la confección y aprobación de normativas que favorezcan la existencia y sustentabilidad de los espacios culturales independientes, elemento vital para la existencia de una escena artística amplia y diversificada. En este esquema, mientras desde las áreas de Cultura provincial y municipal se sostienen apoyos, se enlazan coproducciones (a través de la Editorial Municipal de Rosario o del programa provincial Espacio Santafesino) y diagraman actividades públicas de peso (el programa Hoy en mi Barrio, el festival Primavera en los Galpones, los escenarios artísticos en Colectividades, por citar sólo algunos) los organismos de Control siguen ceñidos a normativas obsoletas y restrictivas. Se dirá, por supuesto, que son tensiones habituales en toda organización del Estado, pero para que esas tensiones lleguen a una armonía es necesario que exista decisión política. Y hay que recordarlo: en octubre de 2015, bajo esas mismas normativas obsoletas una falla de control (por impericia o corrupción) derivó en la muerte del bajista Adrián Rodríguez, de Raras Bestias. Al día de hoy, es un caso pendiente en la Justicia.
Los discos del año
Como cada temporada, es el portal La canción del País de Bernardo Maison el que logró un relevamiento casi definitivo de las producciones musicales editadas este año en la ciudad: al cierre de esta edición, se consignaban más de 160 publicaciones en diversos géneros. Entre ese enorme listado (disponible para ser recorrido y consultado en http://www.lacanciondelpais.com.ar/notas/musica/musica/los‑discos‑rosarinos‑de‑2017.html), en el terreno del jazz se distinguen el bellísimo Salmo del baterista Luciano Ruggieri, el debut de Mezcal Trío y Cuando el alba del franco-rosarino Jorge Migoya. Otro histórico de la escena, el saxofonista Claudio Lanzini, registró un set de standards en My foolish heart (acompañado por Helio Gallo, Beto Capriotti y Román Chiesa), Omar Pogonza publicó Identidad y Lucrecia Aragón y Juan Grandi dejaron plasmado su proyecto de dúo con Impredecible.
El tango tuvo también lanzamientos relevantes, como Gallo Negro (del cantante y compositor Juan Iriarte), el debut de La Máquina Invisible (joven agrupación que en febrero resultó ganadora, junto a la también rosarina Orquesta Utópica, en el Mundial de Orquestas de Tango), la antología 3D de Leonel Capitano y el debut de Pasaje Noruega, Febril.
Las bandas y solistas deben agudizar el ingenio para sostener un calendario nutrido de presentaciones en vivo.
En el amplio espectro del rock reaparecieron algunos nombres clásicos: Degrade editó Balneario, Carmina Burana Existe, Bulldog Sangre y Fuego, Asphix Lobster, Patagonia ReVelde Bajo el árbol de la verdad, Vudú Laberinto y Zona 84 Radio Pirata. Además, Los Ovnitorrincos lanzaron Porque es de noche, Charlie Egg se confirmó como solista con Miedocracia, SalAón mostró su abanico estilístico en Sobrevidas y Chiquita Machado pudo sacar a la luz su ópera prima. Las nuevas generaciones siguieron marcando una presencia renovadora con Valle y su disco homónimo, Cromattista con Paraquaria, Los Usuarios con Folk, Bajomundo con su debut del mismo nombre y Víctima del Vaciamiento con el explosivo Víctima del Vaciamiento 3.
Dentro del rubro folklórico, Franco Luciani publicó Anda en el Aire, María Elena Sosa Apertura y Agualuna Cantan las mujeres que cantan. Y se sumó una grata sorpresa: Pol Nada recuperó y reversionó a Linares Cardozo con La San Llamarada.
Y hubo por supuesto grandes canciones, ese espacio maleable que hace honor a una tradición mientras crece con identidades propias, y que tuvo ediciones celebratorias con Juani Favre (con producción del babasónico Adrián Dárgelos) en Despierto en la sombra, Natalia Pellegrinet con Pluma y Oscar Favre con Siete canciones antes. En el rubro infantil, Talindo le dio forma a A jugar y el Quinteto Municipal de Cuerdas pudo finalmente lanzar Zumba, un proyecto notable.
En escena
Ahora bien, ¿cuánta de esa producción puede encontrar una circulación escénica relevante? La pregunta, que se reitera año a año, sigue encontrando respuestas esquivas. Exceptuando a los proyectos que gozan de renombre, trayectoria o impacto mediático, las bandas y solistas deben agudizar el ingenio para sostener un calendario nutrido de presentaciones en vivo. Un dato no menor: mientras el mercado discográfico todavía sortea su reconfiguración, son los conciertos los que plantean una posibilidad cierta de profesionalización. Para que ello ocurra, habrá que avanzar también en establecer normas claras de contratación para el sector privado: en un porcentaje mayoritario, los empresarios de la noche no respetan a los músicos (y esencialmente a aquellos de bandas emergentes) como trabajadores, replicando también su desprecio por un público que no suele recibir tratos o comodidades acordes a los precios que le imponen.
En este sentido, los sellos independientes y autogestionados continúan marcando el camino, con propuestas destacadas como las ferias gratuitas 50 Años de Rock en Castellano realizadas por la productora Astros Argentinos, o el Festival Otro Río, que sigue ampliándose anualmente y se establece como un espacio referencial para las bandas independientes ya no sólo a nivel local. Con un esquema de trabajo más itinerante, Discos del Saladillo también diagramó una agenda atractiva de conciertos, mientras que en diciembre la banda Mi Paracaídas programó el Festival 501 en el balneario La Florida.
En este marco, la coexistencia y el apoyo brindado por las áreas de Cultura provincial y municipal permiten a los gestores independientes encontrar un respaldo que permita sostener propuestas atractivas para distintos públicos. La pluralidad es tal que va desde el Festival de Jazz en el Fontanarrosa hasta el Encuentro de Músicos Populares o los festivales Rosario Repercute, Sonamos Latinoamérica, Tango Mutante y Transcontinental Charango. O bien esa gran celebración musical que es Primavera en el Río, que cada 21 de septiembre se desarrolla en los galpones de la franja costera céntrica y sigue resultando lo más parecido a un festival de rock de gran convocatoria.
Y si de rock se trata, el jueves 23 de noviembre la ciudad volvió a abrirle los brazos al hijo pródigo: al caer la tarde, Fito Páez presentó algunos temas de su último disco (La ciudad liberada) en un escenario montado en Plaza San Martín. La acción, de alto impacto y convocatoria, permitió reencontrarse con un Páez en plena forma, acompañado por una banda sólida con la que brindó un set contundente (esa misma noche, algunos cientos pudieron celebrar en continuado en La Sala de las Artes, donde Fito rememoró a su magistral Ciudad de pobres corazones). La pregunta que se dispara aquí es otra: ¿no es tiempo que esos escenarios se monten también para sorprender a los rosarinos con artistas emergentes?
Otros hitos
1) Museo. Este año, el Museo Rock Rosario tomó como base a la Sala de Las Miradas de Plataforma Lavardén. Allí montó dos muestras relevantes: Días de Wincofón (cuya apertura contó con la actuación de Charlie Bustos, un acontecimiento siempre bienvenido) y Rewind, y aportó además material para homenajear a Litto Nebbia con la exposición El compositor no se detiene, montada en conmemoración por los 50 años de "La balsa". Esos proyectos permitieron aproximarse al enorme archivo de un proyecto que sigue atado a la itinerancia, que subsiste por la férrea voluntad de sus principales impulsores (Pablo Grasso y Sergio Rébori). En una ciudad que continúa jactándose de su trascendencia mundial como cuna del rock en español, que saca a relucir los nombres de sus artistas célebres ante cada micrófono, resulta sustancial avanzar en la concreción de un espacio físico permanente para un Museo que debería, sin dudas, erigirse como un espacio dinámico que habilite la consulta permanente de su archivo y que permita además conectar ese bagaje histórico con las nuevas propuestas que siguen nutriendo el acervo musical rosarino.
2) Medios. Desde la virtualidad, otros dos espacios van dejando registro de lo que aquí acontece: www.mundomusica.com.ar y www.rapto.com.ar se consolidan como sitios de consulta para escuchar las voces de los autores. Con sus características particulares (con una mirada más volcada a la agenda el primero; apostando a las entrevistas en profundidad en el segundo caso) ambos proyectos reúnen voces que enriquecen al periodismo musical en Rosario.
3) Burrito. Líder de ese proyecto siempre inquietante que es Killer Burritos, Coki Debernardi celebró este año las dos décadas de fundación de su banda. Una conmemoración que funcionó para recorrer en escena parte de su enorme repertorio. Ese que este año sumó una novedad: "Medallita" se lanzó como single e inmediatamente abrió las expectativas sobre la edición de un nuevo disco, sucesor de esa joya que es ChicoDinamitaAmor. Coki, una vez más, brilla como uno de los grandes creadores del rock en esta ciudad.
4) Viajeros. Si el circuito en vivo se ofrece prácticamente como única vía para sostener la economía de un proyecto musical, la posibilidad de exportar talento se afirma año a año. A mediados de 2017, Rosario Smowing concretó su quinta gira europea, camino que siguieron también los históricos Zona 84. Otros punks de trayectoria, Asphix y Bulldog, volvieron a apostar a las giras internacionales, mientras que el talentoso bajista Franco Fontanarrosa tuvo un nuevo periplo interoceánico junto al trío argentino-suizo Christy Doran's Sound Fountain.
5) Cronopios. Desde la contención de la Casa Terapéutica Productiva de Cooperativa Communitas, y con la capacitación de los sonidistas Jorge "Negro" Ojeda y Guillermo Palena y del iluminador Héctor "Cabezón" Aguilera, el 2017 fue un año de consolidación para la Cooperativa Cronopios, dedicada a brindar servicios de artes escénicas. Un proyecto laboral de inserción que le da valor social a la labor técnica, rubro esencial para el quehacer musical.
6) Populares. Tanto la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, como la Orquesta de Cámara Municipal, continuaron tendiendo lazos hacia el terreno popular. Ya sea con presentaciones en espacios poco habituales para el ámbito clásico-académico, como en su abordaje a autores de raigambre popular, ambos organismos siguieron apostando a romper fronteras absurdas.
7) Visitantes. Pese al sinsabor que para muchos significó la cancelación del concierto de Aerosmith en el Gigante de Arroyito, la lista de artistas que pasaron este año por la ciudad incluyó a Paulinho Mosca, Susana Baca, el Trío Oriental, Jimmy Burns, Serrat-Ana Belén-Víctor Manuel con El Gusto es nuestro, Kirk Fletcher y Ravi Coltrane, Jaques Morelenbaum, Leo Masliah, Fernando Cabrera junto a Martín Buscaglia, Larry McNally y Harry Waters, y Juan Quintero, que junto a la Orquesta de Cámara ofreció un homenaje al enorme Chacho Muller.