El dólar subió ayer 67 centavos y se ubicó en un pico de 19,46 pesos. Las declaraciones del equipo económico encendieron el mercado cambiario. Las compras de divisas en bancos y casas de cambio se intensificaron en las últimas horas y aceleraron la tendencia de los últimos días. Desde hace dos semanas que se registran presiones en la plaza cambiaria. El dólar subió más de 1 peso y medio en los últimos diez días (desde 17,70), lo que equivale a un incremento del 10 por ciento. El dólar, que empezó el año en 16,05 pesos, ya acumula un alza del 21 por ciento en 2017. El minorista no fue el único que registró fuertes subas. Se destacó el avance de 80 centavos de la cotización mayorista, que finalizó en un record de 19,27 pesos. El dólar paralelo, en tanto, se ubicó en 19,55 pesos, al avanzar 50 centavos.
El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, reconoció que no podrá cumplir su meta de inflación en 2018 y la elevó del 10 al 15 por ciento para el próximo año. Es decir, la inflación estará al menos un 50 por ciento por encima respecto de lo que se había planificado en la hoja de ruta de los próximos 12 meses. Esto implica que la política monetaria será menos restrictiva, con tasas de interés algo más bajas. Es la señal que esperaba el mercado para terminar de decidirse a dolarizar sus carteras. Los grandes inversores no fueron los únicos que pasaron sus activos en pesos a moneda extranjera. Las colas en bancos del microcentro porteño llegaron a ser de media cuadra, en donde más 250 personas esperaban para comprar.
El titular de la autoridad monetaria insistió que la estrategia cambiaria es de libre flotación, con lo cual subas y bajas del dólar no tienen impacto importante -estimó- en los precios internos. “Los argentinos se tienen que dar cuenta que viven en la Argentina, compran en la Argentina y tienen que pensar en pesos”, dijo el funcionario. El argumento no es muy distinto al que usó el directorio del Central hasta 2015 para intentar desdolarizar sin éxito la economía y que el propio Sturzenegger criticaba por ineficiente. Las corridas cambiarias en el país son una tradición e incluso muchos individuos ante episodios de confusión cambiaria prefieren no sólo comprar divisas sino retirar sus activos del sistema financiero.
En la Argentina las subas del dólar siempre impactan sobre la inflación. Un antecedente cercano es el de agosto. La divisa avanzó antes de las PASO de 15,5 a 18 pesos y el resultado fue un importante traslado a precios principalmente en alimentos como la carne. Otro ejemplo es el de 2016, cuando la devaluación de 10 a 16 pesos del dólar fue un elemento central para explicar el 41 por ciento de suba de los precios. Se trató de la tasa de inflación más elevada en los últimos 25 años. El titular del Central, no obstante, insistió que el país logró disociar la relación entre el dólar y los precios internos en la misma forma que lo hicieron México, Brasil y Chile. “Ya no usamos el ancla cambiaria para bajar la inflación”, dijo. El principal problema es que, más allá de ancla o no, los precios no bajan.
Entre los economistas consultados por este diario hubo coincidencia en relación con el efecto de los anuncios económicos sobre la meta de inflación. Aseguraron que se termina de erosionar la credibilidad del Central. No sólo porque se tira abajo la consigna de una autoridad monetaria independiente del Poder ejecutivo sino por la falta de capacidad del organismo para cumplir con sus objetivos. Las políticas o estrategias que se decidan desde la institución pierden, tras este anuncio, la capacidad de sorprender o modelar las expectativas del mercado. Esto es un problema notable si se considera que el Central aplica un programa de metas de inflación, en el cual la principal herramienta de la autoridad monetaria para frenar los precios es el manejo de las expectativas (limitando las remarcaciones). El propio Banco Central aseguró hace año y medio que el canal de las expectativas era su caballito de batalla, a diferencia de otras economías en donde las metas de inflación se concentran en frenar los precios a través del canal del crédito y del tipo de cambio.
En la city no consideran la escalada del dólar como un problema para los primeros meses de 2018. Plantean que van a seguir entrando capitales del exterior y volverán a generar un efecto de moderación cambiaria similar al registrado entre septiembre y noviembre de este año. Pero indican que lo que ocurre ahora es que se perdieron las referencias. Ya no queda claro si el Central tendrá tasas altas o bajas. Si emitirá para el Gobierno o realmente cumplirá con su programa de Adelantos transitorios y utilidades; si seguirá al margen del repago de la deuda externa o si se volverá al esquema aplicado en el gobierno anterior, en el que se enviaban reservas al Tesoro para abonar intereses y el capital con acreedores internacionales.
En principio, de un día para otro, la autoridad monetaria colaboró ayer para desplomar la tasa de interés de las Lebac en el mercado secundario, cuando hasta esta semana decía que las tasas altas iban a ayudar a mantener la inflación bajo control. Hubo un retroceso de 400 puntos básicos hasta un mínimo de 24,8 por ciento para las colocaciones de mayor plazo (250 días). Las letras de corto (20 días) anotaron una reducción de rendimiento de casi un punto. Con estas modificaciones, la curva de interés volvió a tener una forma extraña, en la que el mercado recibe mayores beneficios si compra una Lebac a corto plazo que si la guarda por más tiempo. Esto muestra las distorsiones cambiarias y es una señal clara de los desequilibrios macroeconómicos. El mercado para prestarle al Central ahora le exige que sea todo a pocos días. O puesto de otro modo: es cada vez mayor el riesgo de incobrabilidad.
En lo que refiere a la bolsa porteña, se anotó una suba del 2,68 por ciento. Las principales acciones del MerVal acompañaron la suba del tipo de cambio y mantuvieron su valor en moneda extranjera. Los títulos públicos, en tanto, registraron también fuertes aumentos, al destacarse el 2,9 por ciento del Bonar 2024.