El Gobierno elevó ayer un 50 por ciento las metas de inflación que se había fijado hasta 2019 en un reconocimiento explícito de las dificultades que enfrenta para contener la suba de precios. Luego de haber incumplido el techo de 17 por ciento de este año, revisó el rango de 8 a 12 por ciento pautado para 2018 y fijó una meta de 15 por ciento, mientras que en 2019 ya no se buscará alcanzar un rango de entre 3,5 y 6,5 de inflación sino de 10 por ciento, postergando para 2020 el ideal oficial de 5 por ciento anual. El anuncio llegó en medio de una corrida contra el peso y la agudizó porque en el mercado dan por hecho que a partir de ahora las tasas de interés serán más bajas, lo que incrementará la presión sobre el dólar. El gobierno tiene reservas suficientes para ponerle freno a cualquier corrida, pero prefirió dejar que la divisa estadounidense se dispare 67 centavos hasta alcanzar un nuevo record de 19,46 pesos. La suba del dólar vuelve más competitiva a la producción nacional, pero le sumará mayor presión a la inflación.
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, fue el encargado de dar a conocer las nuevas metas en una conferencia de prensa ofrecida junto al jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro de Finanzas, Luis Caputo, y el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger. “Tomamos la decisión de hacerlo porque en el punto de partida no teníamos la información que tenemos hoy”, se limitó a decir el funcionario, pese a que el gobierno remarcó varias veces que bajar la inflación sería algo sencillo.
El 5 de noviembre de 2015, en plena campaña electoral, el entonces candidato a presidente, Mauricio Macri, buscó restarle relevancia al problema inflacionario durante una conferencia de prensa brindada en Tucumán. “Basta de que nos quieran asustar. Nuestro problema no son el cepo o la inflación, que son cosas que se resuelven de manera relativamente fácil si se trabaja desde el primer día con seriedad y no mintiendo”, enfatizó.
El 13 de enero de 2016, un mes después del cambio de gobierno, el entonces flamante ministro de Economía, Alfonso Prat-Gay, presentó las metas de inflación para el período 2016-2019 e insistió con que la suba de precios no iba a ser un problema. Ese día pronosticó una inflación de 25 por ciento para 2016, aunque finalmente terminó siendo del 41 por ciento. Pese a aquel primer traspié, el gobierno mantuvo el resto de sus proyecciones.
El presidente del Banco Central ratificó el 26 de septiembre del año pasado el Régimen de Metas de Inflación. “El Banco Central asume el compromiso de afrontar el objetivo para que la tasa de inflación del año próximo sea de entre el 12 y el 17 por ciento”, aseguró. Sturzenegger afirmó, asimismo, que “la principal función del Central es que se cumpla esa meta de inflación” cuya implementación calificó como “sencilla, de no mucha complejidad”. La meta inflacionaria sigue siendo de entre el 12 y 17 por ciento”, sostuvo Sturzenegger el 17 de mayo de este año cuando la mayoría de los analistas ya daba por descartado que pudiera alcanzarse el objetivo. “No vamos a cambiar la meta, porque cambiar una meta es no tener meta”, agregó ese día. La pauta inflacionaria incluso fue ratificada durante la discusión del presupuesto 2018 que el miércoles aprobó el Congreso, pero horas después el gobierno decidió barajar y dar de nuevo.
Dujovne insistió ayer por la mañana en que el cambio de meta no es un cambio de política y al justificar la modificación se limitó a decir que es porque ahora “contamos con más información”. A su vez, aseguró que “el proceso de desinflación es realmente muy sólido”, afirmación que no se corresponde con el recálculo que se vio forzado a realizar el gobierno. “Cambiar las metas no implica aceptar que haya más inflación”, agregó el jefe de Gabinete Marcos Peña. Cuando le preguntaron a Sturzenegger por qué finalmente habían cambiado se limitó a decir que las metas las fija el Gobierno y que el Banco Central se limita a tratar de cumplirlas. “Este es un sendero alternativo”, aseguró con respecto a la nueva pauta. “Hay un proceso de desinflación consolidado”, agregó el presidente del Central al mostrar un gráfico con la evolución de la “inflación núcleo”, ese concepto al que se aferra mientras el índice general de precios le da la espalda.
La decisión de flexibilizar la meta inflacionaria fue interpretada por el mercado como un triunfo de quienes dentro del gobierno pugnaban por tasas de interés más bajas. Por lo tanto, el peso aceleró ayer su devaluación y el dólar se disparó 67 centavos acumulando una suba de 10,2 por ciento en apenas 15 días. Ahora se espera que ese ajuste se traslade a precios, como ocurre cada vez que el dólar se dispara. Sturzenegger buscó ayer restarle relevancia a la suba de la divisa estadounidense. “Esas fluctuaciones son parte del sistema. Nos tenemos que acostumbrar. Con el tiempo la gente se va a dar cuenta que eso sube y baja y ese es un incentivo para lograr la desdolarización de la economía argentina. Los argentinos viven en Argentina, cobran en Argentina, compran en Argentina y tendrían que pensar en pesos”, aseguró el titular del Central, quien tiene el 66,6 por ciento de su patrimonio declarado en el exterior.