La siesta santafesina del barrio Alfonso, en la ciudad de Santa Fe, fue sacudida ayer por una serie de balazos que le dieron un final trágico a un año marcado por el aumento de la violencia de género. Un hombre mató a cuatro mujeres y a un varón, todos ex parientes suyos. Facundo Solís, un agente del Servicio Penitenciario provincial, perpetró la masacre con su arma reglamentaria: primero asesinó a su expareja, su objetivo central, y luego siguió con la hija de ésta y su novio, su exsuegra y su excuñada.
Su exmujer, Mariela Noguera, murió como consecuencia de varios disparos de pistola. Solís tenía una orden de restricción a partir de las denuncias en su contra, por lo que fue apartado de la casa familiar. Noguera trabajaba en el área de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia provincial: siempre animaba a las mujeres a que denunciaran las situaciones de violencia que vivían.
Tras atacar a Noguera, Solís fue a una vivienda de la misma cuadra donde vivía la madre de ella. Allí ejecutó a balazos en la cabeza a su exsuegra, su excuñada, la hija de su expareja y al novio de ésta, y además hirió en uno de sus brazos a un hijo de la primera víctima, quien se encuentra internado fuera de peligro.
Vecinos del lugar convocaron a las fuerzas de seguridad tras escuchar los disparos y minutos después la casa donde se atrincheró al atacante fue rodeada por decenas de policías.
Tras una breve negociación, Solís se entregó y fue llevado a una dependencia policial, en momentos en que se agrupaban numerosos vecinos que comenzaban a enterarse de lo sucedido y a mostrar su indignación. Una de las vecinas, Liliana, sostuvo que podía imaginar que podía suceder una situación como esa porque Solís “era muy agresivo”. “Lo habían sacado de la casa porque tenía una (orden de) restricción para acercarse a su familia. Era conflictivo con ella y con los vecinos, siempre. La señora había hecho denuncias porque era muy agresivo”, señaló a la prensa. La mujer, que vive cerca de las casas de las víctimas, completó: “Imaginábamos que podía llegar a pasar algo así por hemos visto situaciones de mucha violencia”.
Si bien inicialmente se había informado que el agente pertenecía a un grupo especial, desde el Ministerio de Seguridad de Santa Fe se informó que trabajaba como “operador” y había ingresado a la fuerza el 11 de octubre de 2005, por lo que tenía 12 años y 2 meses de antigüedad en la fuerza.
Solís no tenía antecedentes penales ni psiquiátricos y tuvo dos sanciones por hechos menores a lo largo de su carrera, la última en el 2015. En tanto, no registraba suspensiones, que es la falta más grave, y el Servicio Penitenciario no fue notificado de una restricción de acercamiento.
Un vecino que se identificó como Cristian dijo que ingresó a las casas donde se cometieron los homicidios. “Vi una carnicería, una película de terror”, remarcó. “No sé por qué tanta alevosía, no se lo merecían, eran muy buenos vecinos”. Acerca de la relación de pareja, el vecino contó que los problemas databan de unos siete años y que Mariela había denunciado a su expareja hace 10 días.
“Como una paradoja, ella trabajaba en un sector de Derechos Humanos y siempre defendía y le aconsejaba a las mujeres golpeadas que denunciaran, que había un aparato jurídico, que no se dejaran pegar, que basta de femicidios, Ni Una Menos y termina muriendo así”, afirmó.
Cristian sostuvo que “Mariela era hostigada en todo momento, presionada por los golpes y las amenazas” por parte de su expareja, que siempre le decía: “Te voy a matar, te voy a sacar la cabeza, te voy a asesinar, y lo demostró”. “No lo paró una medida de distancia de un fiscal, no lo paró un juez, no lo paró una comisaría”, opinó.