En este país hay, nuevamente, presos políticos. Destruido el Estado de Derecho, sin garantías ni respeto a la Constitución Nacional, ni custodia de ella por parte de la Corte Suprema, hoy en la Argentina hay por lo menos 20 presos políticos, encarcelados sin juicios ni condenas. Empezando por Milagro Sala, sometida por indígena, morena y luchadora social.
En este país el gobierno tiene en su cuenta negra casi un centenar de muertos en dos años de uso autoritario del poder. Encabezan la lista Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, asesinados ambos en circunstancias represivas y en esencia por racismo y protección a extranjeros amigos del presidente. Y la cierran los 44 compatriotas sacrificados en el submarino San Juan.
En este país la militarización es un hecho: el decreto 721 de mayo de 2016, mantenido prácticamente en secreto, devolvió a las Fuerzas Armadas la autonomía decisoria que en 1984 el presidente Raúl Alfonsín había traspasado a la órbita civil. Con este decreto Macri restituyó a los militares facultades políticas y un poder que en toda nuestra historia fue peligrosísimo.
Por eso no es casual que en este país haya miedo, nuevamente hay miedo. Gran parte de la ciudadanía lo siente, y no sólo por inseguridad callejera sino por la desproporcionada remilitarización sin enemigo externo –o sea con el pueblo trabajador como enemigo interno– y por la impunidad de las fuerzas represivas que dirige una ministra a la que ni sus ex camaradas de Montoneros hubieran imaginado tan implacable ni tan feroz.
En lo económico, la cotización oficial del dólar empieza este nuevo año, tercero de la coalición marista-radical, a 19 pesos y subiendo. O sea casi el doble de hace sólo dos años, cuando estaba a 10 pesos.
La inflación anual verdadera es, por lo menos, del 25 por ciento. Todo lo demás son mentiras. Y mientras, los nuevos aumentos de tarifas de luz, agua, gas y combustibles han sido brutales, del orden del 100 por ciento o más.
Las inversiones nunca llegaron, ni a este paso llegarán, pero la deuda nacional aumentó a niveles gigantescos. Y los funcionarios que tomaron esas deudas son los únicos que ganaron, por especular y por las presumibles dimisiones que reciben.
El Presidente miente en casi todo lo que dice porque en general no sabe lo que dice. La vicepresidenta ídem, pero sin casi. Ambos hacen gala de un nivel de ignorancia cultural macizo, una insensibilidad y un desparpajo oral que dejan chiquito a Menem. Lo que parecía imposible.
En este país el gobierno practica la persecución a periodistas, y ha silenciado a casi toda la prensa opositora. Para ello se apoya en la complicidad del blindaje mediático. Para ello se apoya en la complicidad del blindaje mediático que le asegura el superpoder del complejo comunicacional que, además del monopolio del papel prensa y el casi absoluto de la televisión y los sistemas de cable, encima ahora le arrancó la telefonía móvil.
Y por si todo lo anterior fuera poco, este gobierno ahora le recorta ingresos a millones de jubilados, y el ajuste se lo hace pagar a los trabajadores mientras libera de impuestos a los ricos, a los bancos, al poder agrario y a las mineras e importadoras. El presidente se perdona a sí mismo la enorme deuda familiar por el escándalo del Correo Argentino. A la par del achicamiento del Conicet y la quita de pensiones por discapacidad.
En este país el gobierno central chantajea a todos los gobernadores y compra o amenaza a senadores y diputados para conseguir quórum o votos. Y ante las pocas voces dignas que se alzaron, ahora llegó al colmo anticonstitucional de acusar a diputados nacionales de la oposición ante tribunales ordinarios.
En este país hay cada vez más “gatillo fácil”, los índices de criminalidad han subido, el femicidio y todos los delitos de género también, y las cárceles están cada día más llenas de procesados que de condenados. Pero el Ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, firma un convenio de colaboración con la Fundación Conin (Cooperadora para la Nutrición Infantil) que preside el médico Abel Albino, militante de Opus Dei y famoso por sus ideas cavernarias como que “la homosexualidad es un problema” y “la masturbación una adicción que genera angustia”, para “mejorar las condiciones de durabilidad de los niños de entre 3 y 5 años”, para lo que su ONG recibe 100 millones de pesos.
En este país la así llamada “justicia” es arbitraria pero además ahora bordea la ciencia-ficción: se inventa un plan criminal para dizque probar el asesinato de Alberto Nisman, de quien todos los peritajes probaron su suicidio, y se acusa de encubrimiento incluso a quien fuera secretario nada menos que de Interpol. Y todo en un contexto de abuso de “prisiones preventivas” y conductas judiciales ominosas como el trato vengativo y miserable que se aplica al ex canciller Héctor Timerman, gravemente enfermo pero a quien se impide la libre consulta médica.
Cuando se narran estas bestialidades fuera de este país, el asombro y la indignación son la respuesta, junto con el repudio a tanta mentira mediática.
Hicieron esto. Lo hacen. Seguirán haciéndolo este año. Todos los días. Es su modo, su estilo de gobierno. Nosotros lo sabemos. Como sabemos que todavía muchos que los votaron no se quieren dar cuenta. Ya lo harán.
John William Cooke decía hace muchos años que “los pobres que votan a los ricos son como los perros: cuidan la mansión pero duermen afuera”. Ahora que en este país hay cada vez más argentinos a la intemperie, pero muchos todavía no quieren reconocer que su situación empeora a causa de lo que votaron, ese misterio sociológico tiene una única explicación: la desinformación y la ignorancia planificados.
Para desinformar el gobierno tiene a los mentimedios, sus tinterillos, sus trolls, sus divas y divos, artífices todos del descerebramiento diario, nocturno y de cada domingo. Para asegurar la ignorancia, una de sus primeras “obras” fue eliminar el Plan Nacional de Lectura y el Conectar Igualdad. Ahora liquidan Canal Encuentro, Paka-Paka y la tele digital abierta. Y llevan dos años buscando destruir la educación pública, gratuita, laica y obligatoria.