Miguel Etchecolatz no será el único genocida presente en la costa atlántica. Quienes disfruten de sus vacaciones en Mar de Ajó podrán cruzarse en la playa con el ex médico militar y apropiador Norberto Atilio Bianco, responsable de la maternidad clandestina del Hospital Militar de Campo de Mayo, por donde pasaron más de 35 secuestradas embarazadas. Con votos de los jueces Julio Luis Panelo y Fernando Canero, el mismo Tribunal Oral Federal 6 que le otorgó el arresto domiciliario a Etchecolaz autorizó al represor a alquilar un dúplex a dos cuadras del mar a partir del 6 de enero. Excarcelado desde mayo por haber cumplido dos tercios de su condena, Bianco debería estar en estos días en el banquillo de los acusados del segundo juicio por robo de bebés en Campo de Mayo, proceso que pudo burlar por el fallo de la justicia de Paraguay que al autorizar su extradición acotó las apropiaciones por las que puede ser juzgado.
Ex jefe del servicio de traumatología del Hospital Militar de Campo de Mayo, Bianco tuvo un rol central en el reparto de bebés nacidos durante el cautiverio de sus madres en la mayor guarnición militar del país. Con el retorno de la democracia, Abuelas de Plaza de Mayo recibió las primeras denuncias sobre el niño y la niña que junto con su esposa Nilda Susana Wehrli anotó como hijos propios en pleno terrorismo de Estado. En 1986, ante el inminente allanamiento de su casa, ambos huyeron al Paraguay de Alfredo Stroessner y se cambiaron la identidad. Bianco había formado una nueva familia en 1982, a la que abandonó para huir con sus trofeos de guerra al destino seguro que también eligieron apropiadores como Miguel Angel Furci, Samuel Miara u Omar Alonso.
En 1987 se emitió un primer pedido de extradición del matrimonio, que se concretó recién diez años después, tras la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En 2000, la justicia de San Isidro lo condenó por la apropiación de los dos chicos a once años y medio de prisión. Tras cumplir dos años de condena se volvió a fugar a Paraguay. Luego de innumerables gestiones en ambos países para obtener muestras de sangre de los niños, Abuelas logró el acercamiento al joven a través de una nieta. En 2007, con la intervención del Banco Nacional de Datos Genéticos, se realizaron los estudios que confirmaron que es Pablo Casariego Tato, hijo de los desaparecidos Norma Tato y Jorge Casariego. La pareja fue secuestrada el 14 de abril de 1977, cuando Norma tenía un embarazo de cinco meses, y estuvo en cautiverio en Campo de Mayo. La joven tuvo a su hijo en el Hospital Militar. La identidad de la mujer que Bianco crió como propia, llamada Carolina, aún no se pudo determinar.
A fines de 2006 Abuelas volvió a denunciarlo, entonces por la sustracción y entrega de otros hijos de desaparecidos a distintos apropiadores. Su segunda detención en Paraguay la concretó Interpol el 6 de mayo de 2008. El militar comenzó entonces una nueva pelea judicial para impedir su segunda extradición. No logró evitarla pero sí demorarla hasta 2011, cuando Paraguay lo extraditó con la condición de que se lo juzgara sólo por cuatro casos.
El 22 de diciembre de 2014, en el primer juicio por partos clandestinos en Campo de Mayo, el TOF6 condenó a Bianco a 13 años de prisión por sustracción, retención y ocultamiento de menores en los casos de Francisco Madariaga Quintela y del hijo de Valeria Beláustegui Herrera, y por los secuestros y tormentos de ambas madres. “Bianco era uno de los encargados de trasladar a las mujeres embarazadas desde los centros clandestinos de detención en que se encontraban hacia las instalaciones del Hospital Militar de Campo de Mayo y de internarlas clandestinamente a los efectos de que dieran a luz”, concluyeron los jueces Panelo, Jorge Humberto Gettas y María del Carmen Roqueta. Agregaron que “daba órdenes e indicaciones al personal civil que trabajaba en dicho nosocomio para que efectuaran controles y atendieran los partos de estas mujeres; y que posteriormente las retiraba del lugar sin sus hijos, quienes eran separados definitivamente de sus familias y entregados a terceras personas”. Bianco “tenía dominio funcional del Hospital y de los hechos que en éste tuvieron lugar y en consecuencia tenía control sobre toda la organización clandestina”. Roqueta coincidió con los fiscales Martín Niklison, Viviana Sánchez y Nuria Piñol, que también lo responsabilizaron por los robos de los hijos de María Eva Duarte y Mónica Masri y pidieron una pena de 30 años de prisión, pero Panelo y Gettas lo absolvieron, decisión que confirmó la Cámara de Casación Penal.
En mayo, con votos de Panelo, Canero y Gettas, el tribunal le concedió la excarcelación por haber cumplido dos tercios de su condena. Pese a la oposición de la fiscal federal María Angeles Ramos, el tribunal valoró que cumplió “en forma rigurosa” casi tres años de arresto domiciliario y sólo le fijó como “reglas de conducta” que no se vaya de su casa más de 24 horas sin avisar, que no tome alcohol ni consuma estupefacientes, que no vuelva a delinquir y que se presente en Comodoro Py una vez por mes.
La fiscal también se opuso al pedido de autorización para vacacionar mientras cumple su condena. Argumentó que el permiso le parece excesivo porque no se basa en una necesidad apremiante y que se trata de privilegios inalcanzables para cualquier otro condenado. Panelo y Cantero, en cambio, apuntaron que no hay indicios de que Bianco vaya a incumplir las “reglas de conducta” y para no cortarle el descanso lo autorizaron a que en lugar de dar señales de vida en Retiro lo haga en la subdelegación Pinamar de la Policía Federal. Firmaron el permiso el mismo 27 de diciembre que, junto con José Martínez Sobrino, le dieron la domiciliaria a Etchecolatz.
El apropiador y repartidor de bebés de Campo de Mayo, con dos condenas, dos fugas del país, dos extradiciones y, peor aún, con información clave sobre el destino de una treintena de hombres y mujeres que aún desconocen su identidad, incluida la mujer que anotó como hija propia en 1976, se alojará entre este sábado y el 28 de febrero en un dúplex, a metros del Automóvil Club Argentino y a dos cuadras de las amplias playas marajenses.