A pesar de que el año 2017 no fue tiempo propicio para la industria editorial alcanzada también por la crisis general, siguieron llegando a manos de los lectores obras que, por una parte, recogen iniciativas y sintetizan experiencias sobre la comunicación y la producción cultural y, por otra, permiten instalar en el debate temas acerca de los modos de hacer comunicación.
Es el caso, en primer lugar, del libro del periodista neuquino Roberto Samar que, bajo el título “El medio es la violencia. Cultura, comunicación y construcción de la realidad” (Ediciones con doble zeta, 2017) recoge una serie de textos propios, dispersos y ya publicados en diferentes medios, con el propósito expreso de “polemizar” y “problematizar ideas” para la discusión política. Según lo expresa el autor en la introducción el objetivo del trabajo es formular una invitación “a tener una mirada crítica a los discursos hegemónicos que nos atraviesan y que muchas veces naturalizamos”.
El trabajo tiene un prólogo que lleva la firma de Taty Almeida (Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora) y que alude a un escenario cada día más difícil para el derecho a la comunicación en la Argentina dada la falta de pluralidad de voces en el espectro comunicacional, a lo que se suma la pérdida de fuentes de trabajo para quienes se desempeñan en el sector. Señala Almeida después de citar el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos referido a la libertad de opinión y de expresión que “nosotros, los organismos de derechos humanos, sabemos lo difícil que resulta avanzar con el viento en contra, pero les pedimos a las y los comunicadores y comunicadoras que no bajen los brazos, que sigan buscando dónde y cómo escribir, hablar, filmar nuestras verdades, ya que el por qué hacer semejante tarea es lo que está más claro”.
A través de más de treinta trabajos cortos Samar discute sobre cuestiones vinculadas a la realidad en textos que, si bien refieren a acontecimientos y situaciones de la Argentina actual, sobrepasan largamente lo coyuntural para introducir al lector en debates sobre cuestiones tales como política, los géneros, las violencias, el poder y las identidades. Varios son los escritos que abordan especialmente el tema de la violencia y la manera como, a través de la comunicación y la cultura, se naturaliza en el quehacer y en la vida cotidiana de las personas, pero también la manera cómo se va integrando a través del discurso de los medios de comunicación. Sin perder de vista que hay una forma de violencia que consiste además en la estigmatización de determinados actores sociales. “En nuestra región –dice Samar– los jóvenes pobres son particularmente estigmatizados por las miradas dominantes”, y agrega que “en los medios de comunicación (estos mismos jóvenes pobres) son invisibilizados, para ser visibilizados cuando se los presenta como responsables de delitos”. Para señalar en otro capítulo y a modo de propuesta la importancia de construir “imaginarios sociales inclusivos donde no se estigmatice a los grupos más vulnerados de la sociedad” porque esa es la forma de soñar “un país con pleno ejercicio de derechos”.
En otra obra titulada “Editar sin patrón” (Club Hem Editores, 2017), actuando como compilador el comunicador Daniel Badenes, ex director de la Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes, expone la experiencia profesional de las revistas culturales independientes.
El trabajo, que reúne a miradas muy diversas de diferentes iniciativas congregadas en la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (Arecia), pretende presentar un panorama de las publicaciones que se realizan sobre la base del esfuerzo de colectivos o grupos animados por motivaciones políticas, ideológicas o culturales pero lejanas de lo comercial.
El libro, de más de 300 páginas, “propone pensar a las revistas independientes como un sector significativo de las industrias culturales y también como un movimiento social que promueve la pluralidad”. Y por este motivo, sostienen los autores, “hablamos de colectivos editoriales ‘sin patrón’ en un doble sentido: por su carácter autogestivo y por formar espacios de innovación en términos profesionales que, lejos de repetir moldes preestablecidos, constituyen laboratorios de nuevas estéticas, narrativas y formas de la crítica”.
Todos los desarrollos conceptuales desplegados por los y las autores de los diferentes capítulos están enriquecidos por entrevistas que traen la voz y la perspectiva de quienes hacen las revistas culturales independientes en la Argentina. Una obra con mucha información, que invita también al debate y la reflexión sobre la producción intelectual y una rama particular de la industria cultural en nuestro país.