Pintar sin que exista un mañana, pero siempre y cuando no se pasen de los bordes. Los libros para colorear siempre funcionaron como un adoctrinamiento represivo para niñxs: la mancha debe quedarse contenida entre los contornos del vestido pomposo de una princesa de Disney y, por si no fuera suficiente, la tarea consiste en espejar correctamente los colores que marca la imagen de guía: el pelo marrón o amarillo, la piel rosa claro y los zapatos azul cristal. Una actividad que, lejos de promover la libertad creativa que falazmente promociona, fomenta el orden, la reproducción y la norma. Así fue durante décadas hasta que se dio un vuelco en 2015, con la salida y el éxito arrollador que cosechó de inmediato El jardín secreto, ilustrado por la británica Johanna Basford, en donde esos adultos neuróticos tuvieron la oportunidad de sentarse frente a la cartuchera y sentirse niñxs por unas horas para personalizar y descubrir exóticas vegetaciones y criaturas de otras dimensiones. Con la promesa de hacer agua el estrés, los libros para colorear para adultos se multiplicaron como conejos, entre imágenes en blanco y negro de mandalas, animales selváticos y hasta ciudades turísticas, convirtiéndose en la última gran moda del mercado editorial.
Con la pluma desviada y su lógica de salirse de todos los bordes, sumadas las ganas de pisotear con borcegos de cuero a las plantas que suplican ser pintadas para hacer trizas el estrés, nació la corriente queer de libros para colorear para adultos, y mientras en los puestos de souvenirs que posan al lado de las iglesias se venden a rolete imágenes para colorear a Jesús junto a guardas de cruces cristianas, un amplio surtido de títulos lgbtiq aparecen como pan ardiente que quema entre los dedos y se publican a diario para quienes prefieren hablar de diversión en lugar de anti-estrés.
Butchs, maricas, femmes, divas trans, drags, bigotes, tetas, culos, celebraciones fálicas, modelos y escenas componen su nutrido y creciente catálogo en escala de grises, tan infinito como los tonos que les podemos aplicar para darles vida sobre el papel acorde a nuestras más torcidas fantasías. Pero ojo, que hoy los libros para colorear para adultos sean tendencia no significa que sean nuevos: el primero de la historia fue The Florist, una serie de sesenta láminas en la que estallan toda clase de flores silvestres y que fue editado en 1760 en Londres, anticipándose un siglo al primer libro para colorear de niñxs, The Little Folks’ Painting Book, de 1880. Entre lo nuevo y lo viejo, los desbordes, el desorden estético, la niñez y la vida adulta, Soy empuñó sus lápices de colores flúo y le sacó varias puntas a los títulos más interesantes del mercado editorial de la ilustración queer.
Puntas afiladas
¿Qué color de pelo engominado, sombrero, corbata o piel llevaban las lesbianas butch desde los años 20? ¡El que ruja la imaginación del deseo! Con Butch Lesbians of the 20s, 30s and 40s, editado hace pocos meses por Jon Macy y Avery Cassel y con dibujos de 19 artistas, las infinitas posibilidades se hacen carne colorida en sus 40 retratos individuales y en pareja que rinden homenaje a lesbianas butch de tiempos pasados, atravesando las páginas y las décadas con un trazo encendido de expresión, acompañado por un texto introductorio que debate sobre la identidad butch y pone en contexto los retratos de mecánicas, artistas, performers de clubes nocturnos, escritoras y desconocidas que esperan un desborde de colores brillantes sobre sus pálidas páginas. Atentas y a cruzar los dedos, que hay rumores de pronta secuela: Butchs de la década del 40 al 70. De la mano del mismo autor salió el año pasado The Queer Heroes, un libro para pigmentar los íconos, heroínas y héroes favoritos de la historia de la comunidad lgbtiq global. Un paraíso infernal compuesto por cuarenta láminas listas para ser intervenidas que van acompañadas por sus biografías, habilitando la suma de colores a la historia del movimiento queer. Entre sus dibujantes se encuentran grandes mostrxs de la historieta queer como Jennifer Camper y Howard Cruse, que junto a otrxs tatúan con tinta y fuego retratos de Grace Jones, Edward Gorey, John Waters, Tom of Finland, Oscar Wilde y la banda punk G.L.O.S.S, que cuenta con las integrantes trans más explosivas del nuevo milenio. En plan vintage, Lesbian Pulp Girls de Kathryn J. O’Donnell nos deleita con 25 preciosas láminas basadas en revistas pulp lésbicas reales de las décadas del 50 y 60, dibujadas con la estética sugerente del pulp: aquellas historias que retrataban la vida de maleantes, malvivientes y personas que atentaban contra la moral y las buenas costumbres de la clase media norteamericana operando desde el bajo mundo y la marginalidad. Hay muchos y preciados títulos esperándonos para ser descargados en formato digital en la Lesbian Pulp Ebook Store de SheWinked.com, así como diversas ofertas revolucionarias en librerías especializadas o en tiendas online como amazon.com. Y para la última pincelada, un clásico en la materia si los hay: Cunt Coloring Book, de Tee A. Corinne, fotógrafa norteamericana, artista visual, artivista feminista lesbiana y escritora, que comenzó a trabajar entre los cruces del arte y las sexualidades disidentes a mediados de los años 60. Publicado en 1975, este tesoro nudista contiene más de 30 láminas de clítoris expectantes y vaginas felices para colorear, una para cada día del mes si usted lo desea, que fueron originalmente concebidas y utilizadas para dar clases sobre educación sexual. Con una infinidad de preciados títulos, el mercado de los libros queer para colorear para adultos se está volviendo, afortunadamente, inabarcable en temáticas y estilos. Con la promesa de desarmar nuestros propios bordes y contornos. Y, quién sabe, un día, también el de lxs niñxs.