Islandia comenzó 2018 poniendo en práctica una promesa de campaña de la coalición gobernante que encabeza la premier Katrin Jakobsdottir: el combate a la brecha salarial entre hombres y mujeres, en un país de 320 mil habitantes.
"La igualdad en el sentido amplio es una parte integral de una sociedad justa. La igualdad en el mercado laboral es un aspecto importante en este sentido. Para luchar contra la discriminación salarial basada en el género, cualquier compañía con 25 o más empleados deberá certificar la igualdad de salarios cada año", anunciaba la plataforma electoral de conservadores y ecologistas, una vieja reivindicación de las mujeres islandesas, que motorizaron cuatro huelgas por ese reclamo, en 1975, 1985, 2005 y 2010.
Islandia es, de los países desarrollados, el de mayor tasa de empleo: 87 por ciento. A partir de ahora, las empresas deberán exponerse a sanciones económicas si hubiera diferencias salariales entre hombres y mujeres. El gobierno se propone eliminar la brecha salarial por completo en 2022.
Hace ya una década que islandia, que disminuyó la brecha un diez por ciento desde 2006, está al tope en el ranking de países más equitativos, seguido por Noruega y Finlandia, a pesar de que las mujeres han cobrado entre un 14 y un 20 por ciento menos que los hombres en algunos municipios entre 2013 y 2016.
Durante la crisis financiera mundial de 2008, islandia decidió no rescatar a los bancos comprometidos, pero la devaluación de su moneda benefició al turismo y el país llegó a crecer al 7 por ciento anual, una registro envidiado por sus vecinos europeos.