El juez Julián Ercolini señaló en la página 28 de su resolución sobre la muerte de Alberto Nisman que el diariero Guido Bernabé Miranda entregó los diarios en los departamentos del piso 13, en el que vivía el fiscal, entre las 7.15 y 7.30. Lo mismo había afirmado antes el fiscal Eduardo Taiano e incluso los integrantes de la Cámara del Crimen. Adujeron así que Nisman seguramente no leyó los diarios en su computadora, como indican los registros, ya que los diarios estaban en la puerta de su departamento y los hubiera agarrado. Los camaristas infirieron que, dado que nunca levantó los diarios de la puerta, quedó probado que a esa hora Nisman estaba muerto. Pero sus señorías no le prestaron atención a las imágenes tomadas por la cámara de seguridad del ascensor de servicio. Allí se puede ver con claridad que el diariero arranca la distribución en las torres a las 8.48 y que entrega en el piso 13 a las 9.00.
Tanto el juez como el fiscal pasaron por alto los movimientos que hizo Nisman en su computadora en la mañana del 18 de enero de 2015, día en que –a la noche– apareció el cuerpo en el baño. El fiscal navegó por distintas páginas de Internet desde las 7.01.51, o sea siete horas, un minuto, 51 segundos, hasta las 7.50, cuando googleó la palabra psicodelia. Unos instantes antes, a través de la portada de Infobae, entró a la sección Espiritualidad y allí dedicó varios minutos a leer la nota, posteada por el periodista Claudio María Domínguez, La conmovedora y sublime experiencia de una muerte clínica , sobre un hombre que volvió de la muerte.
Esa mañana, Nisman arrancó leyendo PáginaI12 a las 7.01.51, algo que se verificó en la computadora del fiscal, pero también en el server de este diario. Entre uno y otro –computadora y server— apenas hubo dos segundos de diferencia: en el server de PáginaI12 el registro de ingreso se produjo a las 7.01.49 y el contacto provino de la dirección IP de Nisman, en Le Parc.
A la ex esposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, le interesó desbaratar esa evidencia y contó con el acompañamiento de la Policía Metropolitana (que estuvo inicialmente a cargo de la pericia), el fiscal y el juez. Uno de los argumentos es que Nisman no iba a leer los diarios por internet teniéndolos en la puerta. Es que después de PáginaI12, leyó Clarín, Perfil, la Nación (a partir de las 7.30) y siguió con otros movimientos en su computadora. Uno de los más notorios es que entró a su casilla de mails [email protected]. Cuando la fiscal le pidió a Yahoo que confirmara, se encontró con una pared: ni la empresa ni la justicia norteamericana respondieron nunca. Rehuyeron aportar una prueba más de que a la mañana del 18 el fiscal seguía con vida y que por lo tanto el informático Diego Lagomarsino no estuvo en Le Parc en el momento del deceso. Además, el ingreso a un sitio sobre el regreso de la muerte es significativo. El otro dato es que entró a Instagram dos veces en ese tiempo, en ambas oportunidades para mirar una foto de la chica con la que había pasado la noche del miércoles anterior. La modelo M.E. aparecía en las fotos con otros dos muchachos.
En su resolución de la semana pasada, el juez Ercolini insistió con ese razonamiento: dijo que los diarios se entregaron poco después de las siete, cuando las fotos muestran el horario de las 9.00 como el momento en que el diariero llega al piso 13. El magistrado dejó picando el argumento de que no es lógico que haya entrado a internet teniendo los diarios en la puerta.
En paralelo, la jugada consiste en invalidar todos los movimientos de esa mañana. Como en las demás cosas, pusieron a la Gendarmería a operar la pericia informática. Vienen insistiendo en que los horarios de la computadora no estaban bien (algo desmentido por lo que surge del server de este diario), que hubo un ingreso remoto extraño y simulado (no hay registro alguno), que la computadora estaba indefensa y que podría haber ingresado cualquiera.
Más allá de todos estos elementos, lo más significativo es el tratamiento de las pruebas. La imagen de la cámara de seguridad del ascensor de servicio es categórica. Sin embargo, el juez ni la menciona. Podría haber dicho que es una evidencia pero que hay otras que van en contra y evaluar unas pruebas y otras. Pero lo que queda es que, o bien el magistrado ni siquiera miró bien las evidencias o sólo registra las que le conviene para la hipótesis del homicidio y cualquier cosa que pueda llevar a imputar al gobierno “populista”.