El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Horacio Rodríguez Larreta) anunció, el 22 de noviembre pasado, dentro de múltiples “reformas educativas” el proyecto de creación de una universidad dedicada a la formación docente, subsumiendo las veinte instituciones dedicadas a esta actividad. Se presentó ante empresarios, ONG y algunos gremios pero no se convocó a nadie de las instituciones formadoras. Entre los argumentos se esbozó la falta de maestros y profesores que tiene la Ciudad esgrimiendo que haciendo que la carrera sea universitaria los docentes tendrían más prestigio. La misma gestión que no se hizo cargo del problema de la falta de docentes en diez años de gobierno busca una solución refundando el sistema de cero y ocultando los problemas que ellos mismos han generado.
El primer dato es que no hay un problema de falta de motivación en la elección de la carrera sino una decisión de mantener la docencia sin condiciones dignas de trabajo y con salarios que obligan a maestros y profesores a sobrecargarse de horas de clase de para poder sobrevivir. No se pueden sentir ganas de acercarse a la profesión docente cuando no se pueden proyectar mínimamente su supervivencia. Los datos muestran que no ha bajado de modo sustantivo el ingreso a la carrera docente en los profesorados estatales, pero que la falta de política de becas para los estudiantes ha hecho que se vean forzados a abandonar su formación.
Otro tema fundamental es el de las prácticas pedagógicas: en los profesorados de educación inicial y primaria los futuros docentes se forman en los llamados “Departamentos de aplicación” que conforman parte de las propias instituciones. Estos centros educativos son los espacios a donde se generan innovaciones diseñadas entre los docentes con trayectoria y los que noveles. Desintegrar estas instituciones es destruir trayectorias formativas de calidad esas de las que tanto habla el propio gobierno.
Discutir el estatus universitario es desviar el foco de las verdaderas intenciones, algo que podría discutirse sin desintegrar instituciones reconocidas. ¿Quiénes sobrevivirán a esta medida? ¿Cuál es el impacto laboral sobre los actuales docentes directivos de profesorados? ¿Qué pasará con la representatividad de Claustros de los Consejos Directivos elegidos democráticamente en cada instituto? No hay claridad alguna, sencillamente porque el proyecto se mantuvo oculto para todos. Como política, nada que se oculte intencionalmente puede ser positivo para la mejora de la educación, que requiere hoy de los mayores debates y consensos.
No hay suficientes maestros y profesores y cierran los profesorados. Lo único que quieren hacer es anular el funcionamiento democrático de instituciones cuyas voces se expresan en disonancia con lo que el Gobierno de la Ciudad quiere imponer. Pero lo llaman jerarquización.
* Rectora de la Escuela Normal N° 1 de la Ciudad de Buenos Aires.