El año 2018 podría ser el último de la carrera eclesiástica del arzobispo católico platense Héctor Rubén Aguer, hoy en día uno de los personajes religiosos más conservadores de la Argentina y probablemente el obispo que encarna las posturas más alejadas de las que, desde Roma, viene sosteniendo Jorge Bergoglio desde que asumió como papa Francisco. Aguer cumplirá el 24 de mayo los 75 años (nació en 1943) y esa es la edad estipulada por la normativa eclesiástica para que los obispos pongan a disposición su renuncia, si bien queda en manos del Papa aceptar o no la dimisión de acuerdo a su propio criterio. No hay confirmación oficial de la declinación del cargo por parte del arzobispo platense, pero todo indica que Aguer ya le adelantó a Bergoglio su decisión al respecto cuando ambos se encontraron en audiencia privada en el Vaticano el 19 de octubre pasado.
Entre Buenos Aires y La Plata
Aguer y Bergoglio fueron ambos obispos auxiliares de Buenos Aires en tiempos en que el titular de la arquidiócesis porteña era el cardenal Antonio Quarracino (1923-1998), otro de los hombres enrolados dentro del ala ultra conservadora de la Iglesia Católica, después de haberse iniciado en sus tiempos sacerdotales como asesor de la juventud obrera católica. A pedido del propio Quarracino, el papa Juan Pablo II designó a Aguer, sacerdote del clero porteño y nacido en Mataderos, como obispo auxiliar de Buenos Aires el 26 de febrero de 1992. Pero tres meses después, el 20 de mayo del mismo año, el papa polaco escogió a Jorge Bergoglio, jesuita, nacido también la Capital Federal (barrio de Flores) y por entonces radicado en Córdoba, como otro colaborador del arzobispo Quarracino.
En los corrillos de la curia arzobispal era común escuchar sobre las diferencias y rivalidades entre Aguer y Bergoglio, dos hombres de firme personalidad y sólida formación filosófica y teológica. Entre los estudios de Aguer se destacan sus investigaciones sobre doctrinas medievales en el marco del Conicet (1981-1984). En Buenos Aires, el hasta hoy arzobispo platense fue vicario para la zona de Belgrano, atendiendo a una feligresía más cercana a su perfil ideológico y eclesiástico. Bergoglio, en cambio, fue responsable de la zona de Flores, tuvo gran acercamiento personal a la mayoría del clero porteño y siempre respaldó el trabajo pastoral en las villas de emergencia.
El Vaticano decidió de entre ellos quién sería el continuador de Quarracino. Bergoglio fue nombrado arzobispo coadjutor (sucesor de hecho) el 3 de junio de 1997 y arzobispo de derecho pleno el 28 de febrero del año siguiente. Aguer, en cambio, fue enviado como arzobispo coadjutor a La Plata el 26 de junio de 1998, donde dos años después asumiría la titularidad de esa sede episcopal sucediendo a Carlos Galán (1991-2000), otro arzobispo de perfil conservador, como lo habían sido sus antecesores: Antonio Quarracino (1986-1990), Antonio Plaza (1955-1986).
El primer round fue para Bergoglio, pero no terminaron allí las diferencias pocas veces expuestas en público, otras tantas en privado y siempre planteadas en el seno de la Conferencia Episcopal. En este espacio Aguer pretendió hacerse fuerte con su conservadurismo doctrinal particularmente en cuestiones de moral y educación. Durante un tiempo logró reunir en su entorno a un grupo de los obispos más conservadores que actuaron en bloque. Pero, poco a poco, fue perdiendo respaldo entre sus pares hasta que dejó de ser votado por los obispos para cargos de responsabilidad. Contrario a lo que ocurrió con Bergoglio que llegó a presidir en dos períodos el máximo organismo de los obispos católicos argentinos.
A pesar de sus diferencias Aguer y Bergoglio siempre se trataron con respeto mutuo. Eso no impidió que el arzobispo platense llegara incluso a Roma con quejas contra quien luego sería Papa. En el Vaticano el arzobispo Aguer fue consultor de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), miembro de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia y del Consejo Internacional para la Catequesis; socio honorario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino y miembro del Pontificio Consejo para la Cultura. En 2007 Benedicto XVI lo nombró como integrante de la Comisión Pontifica de Justicia y Paz. Pero lo más importante para el arzobispo platense es que todos estos cargos y responsabilidades le permitieron moverse por los pasillos vaticanos con soltura y habilidad para influir en designaciones y decisiones que afectaban directamente a la Iglesia en Argentina. Desde allí Aguer también combatió a Bergoglio. Sin embargo, una vez que Bergoglio fue electo como Francisco, Aguer fue de los primeros en estar en Brasil en el primer viaje del Papa al exterior y de aparecer en las fotos al lado del nuevo pontífice.
Relaciones políticas y posiciones conservadoras
Aguer nunca tuvo problemas con su exposición pública, ni para plantear sus posiciones doctrinales de tinte integrista, ni para expresar su apoyo a quienes sostenían actitudes políticas conservadoras.
Durante la presidencia de Carlos Menem el arzobispo Aguer contó con un gran aliado en el gobierno: Esteban Caselli, apodado “el obispo”, quien primero se desempeñó como Secretario de Culto y luego como embajador ante la Santa Sede. En el 2003 Aguer personalmente se presentó como garante fiador por la suma de un millón de pesos de la época, para permitir la excarcelación de Francisco Trusso, un banquero condenado a ocho años de prisión por delitos financieros cometidos a través del Banco de Crédito Provincial perjudicando a 70 mil clientes y ahorristas.
Han sido ampliamente conocidas las declaraciones de Aguer en contra del aborto durante todos los gobiernos, pero mantuvo debates y enfrentamientos muy particulares sobre cuestiones de salud sexual y reproductiva con el ex ministro de Salud Ginés González García, titular de esa cartera durante la presidencia de Néstor Kirchner.
También se expresó de manera condenatoria contra la homosexualidad y se opuso al matrimonio igualitario.
En mayo de 2017 Aguer se pronunció en contra de la ley sancionada por el Congreso para poner límite a la aplicación del 2x1 por parte de la Justicia para casos de lesa humanidad. Para el arzobispo “el fallo de la Corte Suprema se ajusta plenamente a derecho y está en juego el principio constitucional de la aplicación de la ley penal más benigna, que no admite excepciones”. Por tal motivo, dijo, la decisión de los legisladores fue “una reacción espasmódica y, a mi juicio, inválida”. Y justificó su posición señalando que “se sigue confundiendo la justicia con la venganza y así se hace imposible la reconciliación y la concordia”.
El sucesor
El nombramiento del sucesor de Héctor Aguer al frente del importante arzobispado de La Plata depende de manera directa del papa Francisco, quien en sus últimas designaciones en la Argentina viene mostrando su decisión de incorporar al episcopado a hombres con un perfil más afín a su propia orientación pastoral de compromiso con los pobres.
Sin embargo, en el caso de La Plata el Papa seguramente tendrá en cuenta que tras más de medio siglo de administraciones conservadoras en la arquidiócesis platense la mayoría del clero y del personal eclesiástico responden al mismo perfil. Tanto Aguer como sus antecesores se ocuparon de hacer de la arquidiócesis de La Plata un bastión del conservadurismo, incluso dando acogida allí a quienes tuvieron conflictos en otras diócesis por adherir a doctrinas y prácticas retrógradas.
No es habitual que la institución eclesiástica pegue bruscos cambios de timón a nivel de su conducción. Sin embargo, no hay nada que lo impida.
El procedimiento habitual para la designación de los obispos incluye consultas a quien deja el cargo, a los otros obispos y a buena parte de los sacerdotes de la jurisdicción eclesiástica en cuestión. Todo ello dentro de la mayor reserva. El encargado de reunir la información es el nuncio apostólico (embajador de la Santa Sede), quien eleva a Roma todas las propuestas, generalmente sintetizadas en una terna. El Papa tiene la última palabra. Aunque en algunos casos esto puede ser formal, no lo será en esta oportunidad. Bergoglio tomará personalmente la decisión. Puede hacerlo de manera inmediata en cuanto la renuncia de Aguer sea presentada, pero no existe un plazo establecido para la aceptación de la dimisión.
No hay nombres que se destaquen y cualquiera puede ser elegido. Pero entre los candidatos más firmes surge Alberto Germán Bochatey Chanetón, actual obispo auxiliar de La Plata, designado por Benedicto XVI el 4 de diciembre de 2012 y consagrado obispo por el propio Aguer el 9 de marzo del 2013. Bochatey nació en Buenos Aires en 1955 y se ordenó sacerdote en la orden de San Agustín. Hizo todos sus estudios superiores en Italia, es Master en Bioética y Licenciado en Teología Moral (con especialidad en Bioética). El obispo tiene gran actividad académica en el campo de su especialidad como director de la Revista Vida y Ética de la UCA y profesor de Teología Moral Especial en la Pontificia Universidad Lateranense (Roma). Ha sido Director del Instituto de Bioética en la Facultad de Ciencias Médicas, y Director del Magíster en Ética Biomédica y profesor de Bioética, siempre en la UCA entre 2001 y 2010. Es Académico de la Academia Argentina de Ética en Medicina y fundador y miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Bioética (AAB). En el Vaticano el obispo Bochatey integra la Pontificia Academia para la Vida y es consultor teólogo de la Congregación para la Causa de los Santos.
Pero sobre todo, dicen los entendidos, Bochatey tiene muy buena relación con Francisco y cuenta con el reconocimiento del Papa. En su gestión como obispo auxiliar nunca se involucró públicamente con las posturas de Aguer.
El otro obispo auxiliar de La Plata es Nicolás Baisi, nacido en Buenos Aires en 1964 y auxiliar de Aguer desde 2010. También podría estar incluido en la nómina de los candidatos.
La renuncia de Aguer está próxima. Francisco tiene la palabra.