Luego de la abrupta muerte del baterista Andrea Marongiu, en 2014, los Crystal Fighters decidieron explorar el orbe para seguir adelante. Aunque por separado. Así que mientras el guitarrista Graham Dickson se recluía en las montañas de Norteamérica, el cantante Sebastián Pringle deambulaba por Centroamérica, Canarias y el País Vasco, donde el grupo juega de local (se obsesionaron con esa cultura debido al origen vasco del abuelo de una de sus exintegrantes). Eso se transformó en el disparador conceptual de su nuevo álbum, Everything Is My Family, con el que el trío inglés se reencontró además con el espíritu festivo que lo consagró como una de las sensaciones del indie de comienzos de esta década. “Pese a que extrañamos mucho a Andrea, hacer este disco fue un desafío interesante”, explica el frontman, cuyo más reciente material, que apareció a la venta en noviembre, se consigue en la Argentina a través de las plataformas digitales. “Este repertorio sintetiza lo que hicimos anteriormente; por la forma en que fue compuesto y grabado, parece medio conceptual; detecta nuestra visión del mundo”, observa. 

Si bien el segundo disco de Crystal Fighters, Cave Rave (2013), se acercaba a una psicodelia post pop para “hippies con Osde”, en Everything Is My Family se reconcilia con la impronta reivera su debut, Star of Love (2010). “Nos tomamos más tiempo para convivir con las canciones. Esto nos permitió agregar beats y volver a la energía de la pista de baile”, describe Pringle, en cuya banda conviven los sintetizadores y las guitarras eléctricas con instrumentos autóctonos vascos como la txalaparta. “Lo que me gusta también de este trabajo fue que pudimos empaparnos de varios estilos, aunque desde un lugar experimental”. Conformada por 11 tracks, la tercera producción de los londinenses abre con Simplecito, pista en español traducida en simultáneo al inglés, en la que un “sabio costarricense” se refiere a la manera en la que el espermatozoide de su padre lo convirtió en persona. “Eso sucedió antes de meditar. Nos pareció interesante abrir con eso, a manera de guía de lo que será el resto del álbum. Y es que las canciones giran en torno a la idea de dejar ir y no apegarse”, precisan. 

Aparte de soltar y de entregarse a la experiencia, Everything Is My Family versa acerca de la vuelta a la naturaleza. “La idea era regresar a las cavernas”, justifica el vocalista de la agrupación, al teléfono desde la capital británica. “Vivimos en un lugar en el que el concepto de la familia no sólo trata acerca de la madre, el padre y los hermanos, sino también de conectar con todo lo que a uno le rodea. Hoy casi todo el mundo celebra la tecnología, pero cuando ésta no existía no te quedaba otra chance que coexistir con el afuera”. Aunque parece una utopía radical, Crystal Fighters aún cree en el poder de la conciencia. “Como bien dijo Frank Zappa: ‘La política es la división de entretenimiento del complejo industrial-militar’. Pese a que vivimos en democracia, muchas decisiones se toman a puertas cerradas. Hay un montón de cosas de las que no se habla, y que suceden a gran escala como la deforestación. Nuestro hogar es la Tierra, un minúsculo punto en el universo, el cual fue concebido para la supervivencia de plantas y animales. Por lo que el ser humano podría coexistir con ese hecho, en vez de aniquilarlo”.