Miguel Sánchez y Haruki Murakami no se conocieron. El fondista argentino desaparecido por la dictadura escribía poesía. El narrador japonés es un novelista consagrado. Para vos atleta es el texto más representativo del tucumano. De qué hablo cuando hablo de correr es un libro que Miguel, si estuviera entre nosotros, seguramente hubiera leído. Lo escribió Haruki en 2007. Son relatos deliciosos sobre su experiencia como maratonista. Donde quiera que esté, cumplirá 69 años el próximo viernes. Miguel tendría ahora 65. Ayer fue el 40º aniversario de su secuestro en Villa España, Berazategui. Los dos son de la misma generación. Podemos imaginar, y queremos intentarlo en este mismo momento, que si sus vidas se hubieran cruzado existiría una foto para sintetizar ese encuentro.

“Para vos, atleta/ que recorriste pueblos y ciudades/uniendo estados con tu andar” parece escrito por Miguel para Haruki. Un corredor que descubrió el deporte a los 33 años y se animó a maratones en Grecia o Hawai. A una edad en que el tucumano ya había desaparecido a manos de una patota porque militaba en la JP. No pudo superar la barrera de los 25 y terminó en el centro clandestino de detención El Vesubio. 

“Es muchísimo mejor vivir diez años de vida con intensidad y perseverando en un firme objetivo que vivir esos diez años de un modo vacuo y disperso. Y yo pienso que correr me ayuda a conseguirlo” parece escrito por Murakami para el tucumano. Miguel vivió con esa intensidad y perseverancia que menciona el japonés en su célebre libro. Fue changarín, bancario, cuadro político, poeta, futbolista –jugó en Gimnasia y Esgrima La Plata– y atleta. Todo eso junto en lo que apenas duró su vida tan activa, que podría caber en otras vidas como las que describe con maestría Murakami en sus relatos. 

Miguel corrió en la Argentina, Brasil, Uruguay y decenas de miles siguen corriendo con él y por él en las más distantes geografías. Haruki dice de su escritura que cuando la piensa, la piensa con todo el cuerpo. “Corro, luego existo”, se autorretrató una vez. Al atleta desaparecido lo rebelaba la injusticia, la opresión, la dictadura genocida. Al notable Murakami le duelen injusticias parecidas. Como la masacre de Nanjing cometida por el imperio japonés contra el pueblo chino en 1937. Hasta hoy el gobierno de Tokio la niega. Él la denunció con palabras que Miguel hubiera hecho suyas: “La historia está construida a partir de la memoria colectiva, y está mal olvidarla o alterarla”. 

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