La alfombra roja que en los Globos de Oro se tiñó de negro en contra de los abusos sexuales y la violencia de género comienza a sumar repercusiones insólitas. Mientras el mundo celebra que el grito de libertad femenina haya opacado a las frívolas consideraciones sobre el look de las estrellas, en las últimas horas se alzaron voces críticas a lo sucedido el domingo pasado. Las actrices Rose McGowan, Asia Argento y Rosanna Arquette, tres de las voces que iniciaron las acusaciones contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein, tildaron de “farsa” la gala de los Globos de Oro, además de cuestionar que la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood no las haya invitado. “Nadie debería olvidar que fuiste la primera en romper el silencio”, escribió Argento en Twitter sobre McGowan. Y ésta respondió: “Y ninguna de esas estrellas que hoy visten de negro para honrar nuestras violaciones habrían movido un dedo de no haber sido así (haber acabado con el tabú). No tengo tiempo para la farsa de Hollywood”.
Lo que parecía tratarse de una creativa campaña contra los abusos que durante décadas estuvieron silenciados por el establishment de la industria cinematográfica empieza a ser cuestionado por el supuesto “oportunismo” de las figuras que la protagonizaron en los Globos de Oro. Argento contó en la red social que ni fue invitada a la ceremonia ni a participar en la iniciativa “Time’s Up” (El tiempo se ha acabado), desde la que partió la idea de vestir de negro y que fue apoyada por numerosas celebridades. “Hablo sólo por mí, pero no sólo no fui invitada a los Globos de Oro: nadie me pidió mi opinión sobre TIMESUP o para firmar la carta”, señaló. “Supongo que no tengo PODER o no soy suficientemente HOLLYWOOD. Orgullosa de trabajar entre bambalinas”, añadió. Además, en respuesta a un tuit anterior de la actriz Rosanna Arquette, en el que también señalaba que no había sido invitada a la gala, Argento señaló que habría sido “deprimente” acudir. “Las víctimas no tenemos suficiente glamour”, sentenció.
Los cuestionamientos sobre “Time’s up” no sólo surgieron de la misma industria de Hollywood. Del otro lado del océano, en Francia, una serie de artistas femeninas –encabezadas por la actriz Catherine Deneuve– alertaron sobre el riesgo de que el escándalo de la cultura de abusos contra las mujeres destapado en Hollywood cree un clima propio de una “sociedad totalitaria” que ponga en peligro la libertad sexual.
“La violación es un crimen, pero un flirteo tenaz o torpe no es un delito y una galantería tampoco es una agresión chovinista”, señalaron las firmantes, en un artículo que publicó el diario francés Le Monde. “Como mujeres no nos reconocemos en este feminismo que más allá de la denuncia del abuso de poder toma el rostro de odio a los hombres y a la sexualidad”, continúan. El texto fue elaborado, según el diario, por la escritora francesa Catherine Millet. Lo firman en total un centenar de mujeres del mundo del arte, la ciencia, el periodismo y el cine, entre ellas Deneuve, de 74 años.
La campaña #MeToo (Yo también) contra el sexismo y los abusos sexuales se desató a raíz de las denuncias vertidas en octubre contra Weinstein, por entonces poderoso productor de Hollywood. El debate creció hasta crear una conciencia legítima sobre la violencia sexual contra las mujeres “que es necesaria”, señala el texto. Sin embargo, las firmantes defienden “la libertad de importunar a alguien”, al considerarlo “algo imprescindible para la libertad sexual”. #MeToo desató en la prensa y en las redes sociales una “campaña de denuncias y acusaciones públicas” que puso “a los denunciados al mismo nivel de los agresores sexuales, sin darles la posibilidad de defenderse o responder”, subrayan.
“Esta fiebre de llevar a los ‘cerdos’ al matadero (...) sirve en realidad a los intereses de los enemigos de la libertad sexual, los extremistas religiosos, los peores reaccionarios y aquellos que opinan (...) que las mujeres son seres ‘especiales’, niños con rostro de adultos, que piden protección”, concluyen las firmantes.
Un debate que seguramente continuará en los próximos meses, con la entrega de los premios Oscar en el horizonte cercano (4 de marzo), pero cuyas consecuencias palpables en la Meca del Cine recién se conocerán dentro de algunos años. ¿Oportunismo o cambio de paradigma? ¿Compromiso real o marketing que producirá un efecto contrario al buscado? Interrogantes de una polémica que recién empieza.