¿Cuáles son los resortes internos de los actores para hacer su trabajo? ¿Se trata de una mera cuestión de técnica, con el consagrado “Método” como línea rectora, o acaso entran en juego cuestiones personales falibles de ser manipuladas por el entorno? Coproducción entre España, la Argentina y Uruguay, moldeada para todos los paladares hispanoparlantes, No dormirás está a favor de la segunda opción. Lo hace a través de una de sus protagonistas, Alma (Belén Rueda), que para una performance artística sobre la locura lleva a sus actrices, física y mentalmente, hasta el núcleo de ella. Nada mejor que un hospital psiquiátrico abandonado en algún lugar innominado de la Argentina para un tour de force generado por una vigilia que, aseguran, si se extiende por más de 48 horas borronea los límites entre lo real y lo imaginado. Caso curiosísimo en materia de películas con la locura como tema: la parte real es más siniestra y oscura que la imaginada.
No dormirás dispone las piezas de un rompecabezas basado en el modelo del “thriller psicológicos de época filmados en interiores”, una de las especialidades del ala más industrial del país del jamón crudo desde el éxito de El orfanato. De España también proviene un estándar técnico y de diseño (el relato transcurre en los 80) altísimo, además de un guión sin fisuras, calculado hasta la última coma, con los consabidos golpes de efecto pensados para mover el cuerpo desde la platea. Y si el cuerpo responde, tal como ocurre aquí, es porque se está ante una película de género que funciona, que quiere asustar y lo hace, pero que en este caso, a medida que el rompecabezas empieza a completarse, deja la sensación que podría haber funcionado (o asustado) mejor.
La que no se asusta es Bianca (Eva de Dominici) cuando le proponen formar parte del grupo de teatro perfomático de Alma, al que también asiste una de sus compañeras de elenco (la española Natalia de Molina). La idea es que disputen el protagónico de una obra escrita por una paciente de un psiquiátrico a través de ensayos en el mismísimo psiquiátrico y con ellas en un estado mental lo más parecido posible al de la ocasional dramaturga. Para alcanzar ese “nuevo umbral en la percepción” es necesario que no duerman durante días, tal como comprobó Alma en performances previas. “Tu miedo supera a tu talento”, la torea a Bianca cuando las cosas no salen. Y entonces Bianca avanza.
Una actriz veterana (Eugenia Tobal), un escritor (un Germán Palacios con bigote “10 y 10” tipo Dalí), Alma, su asistente (Juan Manuel Guilera): todos se comportan de forma misteriosa, moviéndose en silencio y cuchicheando a espaldas de las pobres chicas. Es evidente que algo esconden pero, ¿qué? Durante su primera mitad, No dormirás está más cerca del suspense que del terror más clásico, sosteniendo su interés gracias a un logrado clima ominoso, cortesía de la fotografía de Bill Nieto, y a un vacío informativo que se irá llenando a la par que lo haga Bianca. Y acá llega el problema del film de Gustavo Alvarez (La casa muda), el mismo de nueve de cada diez películas del género de los gritos y sustos: la imperiosa necesidad de que todo cierre con moño, que en este caso reduce la potencia dramática hasta convertirla en otra historia de fantasmitas traumados con ánimos de revancha.