“El traslado a precios de la suba del dólar de las últimas semanas fue prácticamente cero”, aseguró el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, en el panel de cierre del Seminario Internacional de Economía y Finanzas organizado por el Banco Ciudad. Planteó que el organismo decidió enfrentar shocks externos con una estrategia de tipo de cambio flexible y aseguró que la inflación no depende de la devaluación del peso sino de la política monetaria y la tasa de interés. Repitió, al igual que en sus últimas charlas, que la inflación de este año estuvo asociada con elevados niveles de emisión de 2015 y apuntó que el organismo se esforzó para reducir la expansión de la base monetaria para condicionar a la baja los precios para el próximo año. Los argumentos de Sturzenegger fueron cuestionados desde la ortodoxia por el resto de los expositores del panel, que pidieron mayor ajuste fiscal para poder poner bajo control el proceso inflacionario.
“En Argentina pasó algo muy importante, el Central se transformó en una institución seria, con objetivos claros, reglas muy transparentes y que esperamos que funcione (para bajar la inflación). La poca percepción de la relación entre la política monetaria y el proceso inflacionario es sorprendente”, dijo Sturzenegger. Guillermo Calvo, quién estaba sentado del lado derecho del titular del Central, no coincidió con las afirmaciones del funcionario, al asegurar que sin coordinación con el Tesoro es difícil apuntar a bajar los precios. Planteó que si hay regla monetaria pero no existe una regla fiscal, es decir que la población no sabe cómo evolucionará el déficit público año a año, es muy difícil moderar las tensiones inflacionarias.
Calvo, que es profesor de la Universidad de Yale y ganó prestigio por haber anticipado la crisis del Tequila en 1994, aseguró que con un déficit persistente ocurre que antes o después el Central se ve obligado a financiar los desequilibrios. Sin decirlo explícitamente, sugirió que el Gobierno debería apurar el ajuste del gasto estatal. Comparó la situación con el período de Martínez de Hoz, cuando se prohibió al Central financiar al Tesoro, lo cual llevó a que los bancos presten al sector público. “El Central terminó siendo el prestamista de última instancia de los bancos y esto es lo mismo que haber financiado con emisión directa al Gobierno”, objetó.
El ex ministro de economía de Carlos Menem, Roque Fernández, fue otro de los expositores que criticó el desequilibrio de las cuentas públicas y le aconsejó al Gobierno que avance con el ajuste. “Si bien la Argentina enfrenta un momento difícil por factores externos, nosotros agravamos las cosas. Ahora estamos aumentando el déficit fiscal y el endeudamiento en lugar de bajar el gasto público y reducir el déficit”, señaló. El contexto internacional para la Argentina, según los economistas del seminario, se volvió más complejo por el efecto Trump, pero también por una potencial crisis en la economía China y la caída del precio de las commodities. “No está lejos una crisis de la balanza de pago en China”, vaticinó Calvo. La economista de Harvard, Carmen Reinhart, habló en el panel de apertura del seminario del Banco Ciudad y se concentró en enumerar los riesgos sistémicos (ver aparte).
Al margen del pedido del establishment de más ajuste fiscal para disminuir la inflación y darle sustentabilidad al país, el argumento de Sturzenegger sobre le rol protagónico de la política monetaria para frenar el proceso inflacionario resulta llamativo cuando se revisan los números de emisión de este año. La base viene subiendo a tasas de casi 30 por ciento y la tasa de inflación objetivo para 2017 es la mitad (15 por ciento). Sólo esta semana hubo aumento del dinero en circulación de 30.000 millones de pesos, cifra equivalente a unos 2000 millones de dólares y al 7 por ciento de las reservas, y en la city esperan que las próximas semanas sigan siendo expansivas.