Dos años atrás, la comedianta Samantha Bee revolucionó la franja nocturna de la tevé estadounidense al convertirse en la ¡única! conductora mujer de un late night show al aire. Imperdible show de la señal TBS llamado Full Frontal, que desde entonces arrolla gracias al humor filosísimo, sardónico, punzante de la también guionista y productora. Sin embargo, consciente de cuán injusta era la falta de otras mujeres al frente de este tipo de programa, lideró Sam Bee incansable campaña para que más y más fueran convocadas por otros canales. Con tanto ahínco que sus rezos –o más bien, sus números de rating– fueron escuchados por directivos varios, que acabaron lanzando nuevos late night shows conducidos por mujeres. Hoy son cuatro las muchachas al frente de propuestas con el popular formato en la pantalla de Estados Unidos: la susodicha Sam, Chelsea Handler, Robin Thede y, desde el pasado octubre, la actriz, standupera y escritora Sarah Silverman, desfachatado tesorito nacional.
“Hola Sarah, ¡soy yo, Sam! Para celebrar el debut de tu programa, I Love You, America, que emite Hulu, te compré un regalito: el kit oficial para ladies conductoras de late night shows. Incluye un celular nuevo, que no tiene Twitter ni te permite descargarlo (para que no leas los mensajes de odio de trolls, que caen a borbotones cuando una mujer está al mando). Una tarjeta para que marques cuantas veces te dicen cunt (conchuda); ¡cuando llegás a 10, Subway te da un sándwich gratis! Y, por supuesto, tu propia chaqueta violeta, ¡la de nuestra pandilla de 4!, que viene con un bolsillito escondido para que guardes tu silbato anti Weinstein. Soplalo cada vez que un hombre haga una imbecilidad y Fox News culpe a Hillary Clinton por ello. Bienvenida, hermana Sarah, ¡no puedo esperar para ver tu show!”, saludaba Bee en su irreverente video epistolar a días del estreno de Silverman. Quien, en efecto, recibió la mentada chaqueta, la misma que Sam ya le había enviado al resto de sus “competidoras” de franja; precioso ejemplo de sororidad.
Con todo, el celular nuevo ¡libre de Twitter! no debió arribar en la canasta con obsequios. Finalmente, los pasados días Silverman fue noticia justamente por un intercambio con un troll en la red del pajarito. Atípico intercambio, valga el subrayado, que se inició cuando un varón le espetó a Sarah la clásica puteada machista: “cunt” (predicción de Bee, cumplida). Y Sarah hizo algo inesperado: no hizo caso omiso, conforme recomiendan especialistas en temas web para evitar que escale la saña del agresor (los mismos especialistas, por cierto, explican que la mayoría de los trolls son hombres; aún más, hombres narcisistas, que hacen bullying a mujeres en un intento por dejar en claro quién tiene el poder). Ni optó Silverman por el silencio ni eligió devolver el agravio. En cambio, Sarah Silverman respondió… con amabilidad.
El asunto fue así: promocionando un segmento (dialoguista) de I Love You, America, Silverman tuiteó que realmente quería entender las ideas y sentimientos de los seguidores del republicano Donald Trump (ella, vale aclarar, es una activista demócrata que contribuyó activamente a la campaña de Bernie Sanders durante las primarias presidenciales). Alguien, un equis, replicó que dudaba de sus intenciones. Sin ironía, Sarah le contestó que francamente estaba abierta a escuchar otros puntos de vista. Lo cual le valió el arrebatado y gratuito “cunt” de un tal Jeremy Jamrozy. ¿Qué hizo ella entonces? Decirle a Jeremy que su rabia era dolor ligeramente velado, que conocía ese sentimiento, que intentara apostarle al amor. También, tras leer el timeline del tipo, le dijo empáticamente que lamentaba su problema crónico de espalda, que ella también tenía dolores y sabía que era de lo peor.
Inesperadamente, el gesto hizo que Jeremy reculase, y aún más: se abriese. “No puedo elegir el amor. Una persona como Kevin Spacey (acusado de abuso infantil) me lo quitó cuando tenía 8 años. No puedo encontrar paz. Si me topase con el tipo que destrozó mi cuerpo y mi inocencia, lo mataría. Me jodió la vida y soy pobre, así que es complicado conseguir ayuda”, le explicó él. Y ella: “No puedo siquiera imaginar tu bronca. Solo leer esto me hace querer hacer cosas malas. Aguantá”. Acto seguido, comenzó a hacerle preguntas personales: si se metía heroína, si estaba medicado, si lo quería dejar; le pasó, además, links de grupos de apoyo para personas que habían padecido abuso sexual. “Voy a internarlo pero es duro hablar sobre el tema, normalmente me enfada. Me pongo violento y me vuelvo loco. Pero lo voy a intentar de verdad”, dijo él.
Mensajes fueron, mensajes vinieron, y logró Sarah que un médico especialista atendiera a Jeremy por su problema de espalda, ofreciéndole además pagarle el tratamiento. Él rechazó la guita, pero abrió una cuenta crowdfunding para quienes pudieran/quisieran ayudarlo. Silverman pidió a sus fans que le dieran una manito, y efectivamente logró Jamrozy juntar el monto que necesitaba. Ahora JJ la llama “mi tía Sarah” y le agradece públicamente que le haya regalado “una segunda oportunidad”. Que comenzó con una puteada sexista que Silverman desarticuló con un poquito de amabilidad. Y no, no todos los trolls hacen bullying porque estén perdidos, doloridos; en muchos casos, el odio es real y su sensación de superioridad también. Y no, no es obligación de las mujeres razonar con ellos, intentar que cambien de actitud, de parecer. Pero si alguien como Silverman hace el intento, ¡y funciona!, sí que es digno de celebración.
Por lo demás, siguió Sarah tuiteando… que el diseño de los tampones es fallido porque mojamos el piolín; que las alcachofas son flores, y que Oprah Winfrey, tras su discurso en los Globos de Oro, debería ser la próxima presidenta de Estados Unidos; también sobre la legalización de la marihuana y acerca de cuán tiernos son los cachorros mapaches. Otros temas, en fin.