Es uno de los primeros libros que sindica textos heterogéneos presentados en uno de los tantos ciclos de lecturas que se desarrollan en el país. Gordx el que lee. Lecturas urgentes sobre disidencia corporal y sexual es, además, la primera edición conjunta de La Mariposa y la Iguana y Ediciones Brandon, flamante sello de Casa Brandon, sede de los encuentros ideados por Lisa Kerner, Flor Monfort, Nicolás Cuello y Diego Trerotola en febrero de 2016 y que continúa hasta hoy. Y, para engordar la lista de atributos, la publicación configura un ideario informal del activismo que asomó en años recientes: la disidencia corporal frente a las pautas sociales sobre belleza, salud, deseo y productividad.
Después de Cuerpos sin patrones. Resistencias desde las geografías desmesuradas de la carne, antología de textos teóricos sobre activismo gordo que fue editada por Madreselva, Gordx el que lee suma calorías a una biblioteca en crecimiento. El año que viene, la editorial Ariel lanzará otro título de peso: Cuerpos diversos. Sobre la gordura en la era del espectáculo, de Luz Moreno. Mientras tanto, en simultáneo, se multiplican investigaciones, jornadas y fanzines sobre una revuelta contra el capitalismo magro y la policía de los cuerpos. Gordx el que lee testimonia dos años de encuentros sensuales, palpitantes y robustos en Casa Brandon y constituye un homenaje a Jorgelina De Simone, que murió en la etapa final de edición del libro pero participó activamente en su edición y nacimiento.
“Un ciclo de lecturas es ponerle el cuerpo a una voz, y con Gordx el que lee quisimos hablar desde y sobre nuestros cuerpos gordos, que encontraron complicidad y refugio en Casa Brandon, un espacio queer único para las disidencias –dice Trerotola, que aporta dos textos de carácter íntimo al volumen–. El ciclo se transformó en visibilidad de voces y corporalidades en diálogo, convocando a miradas pioneras en la expresión de la gordura disidente, como María Moreno, pero también visiones inéditas de personas que nunca habían leído en público, como Salomé Wolosky, que a lo largo del ciclo desarrolló su escritura hasta ser una potencia del fanzine de activismo gordo.”
Las consecuencias de esa doble hospitalidad señaladas por los editores se manifiestan de manera categórica en la antología. En sus páginas, la diversidad disidente se expresa tanto en la temática como en los registros de las voces seleccionadas, que incluyen la crónica, episodios ocultos de la historia del movimiento LGBT en la Argentina, el cuento erótico, la poesía, el manifiesto y el chat deschavetado. Hay anticipos de obras en curso, como el capítulo de la novela inédita de Charo Márquez, que narra un romance lesbiano; textos escritos (y desechados y vueltos a escribir) para el ciclo, como los de Ana Larriel y Ana Logue, y fragmentos de libros de ensayo y poesía ya publicados por Lucrecia Masson, Gabby de Cicco y Gabriela Borrelli Azara.
Laura Contrera, otra de las compiladoras de Gordx el que lee, es una entusiasta de las letras gordas y los activismos. Ella y Nicolás Cuello compilaron en 2016 los ensayos de Cuerpo sin patrones y, desde 2015, coordinan el taller Hacer la Vista Gorda. “El criterio para elegir autores y textos es que, como nosotros, fueran punks, gordos y anárquicos –dice sobre el ciclo–. Convocamos a la gente que nos gusta, que nos emociona con su hacer; pueden ser escritores consagrados o personas a quienes les damos impulso para que lean por primera vez en público. No hay canon gordo preestablecido, sino que, tal como se hace un fanzine, se arma como un collage de elementos y afectos que cobra sentido en ese encuentro fortuito y luminoso sobre el escenario.” Entre otras tantas convocadas, figuran la poeta Alejandra Benz, las narradoras Cristina Civale y Mariana Komiseroff y la investigadora Luciana Peker (en clave de etopeya lírica).
Por otro lado, se puede señalar que en la primera antología del ciclo que descubre experiencias y perspectivas sobre una problemática silenciada (en el mejor de los casos), se refleja al mismo tiempo una confluencia de activismos que se vehiculizan mediante la poesía, la crónica, el ensayo y la narrativa. Esa suma de fuerzas resalta en la Argentina desde las revueltas de los primeros años 2000. Si bien aún no se constituyó en un movimiento político homogéneo, se perfila como una notable usina ideológica, estética y discursiva. Entre los veintidós autores de Gordx el que lee, hay militantes feministas, activistas antirracistas, representantes y cronistas del movimiento LGBT local (como Liliana Viola y Alejandro Modarelli), gestores culturales y académicos que no se declaran prescindentes de las investigaciones que asumen. A la manera de un banquete textual sabroso y abundante, la colección convida narraciones, poemas y nuevas formas textuales para los cuerpos de este mundo.