El destino del archivo de uno de los dramaturgos más importantes del mundo estaba en el aire desde su muerte. Pero apareció una institución empecinada en coleccionar papeles y documentos de escritores que puso fin a la incertidumbre. El Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas anunció que compró el archivo del escritor estadounidense Arthur Miller (1915-2005) por 2,7 millones de dólares. El autor de obras fundamentales como Muerte de un viajante y Las brujas de Salem mantuvo en vida una estrecha colaboración con el Harry Ransom. A principios de los años setenta les donó una serie de manuscritos de sus primeras obras y cuadernos de trabajo. Esta adquisición, plantean desde el Centro, “extiende esa colección y cuenta la historia completa de la vida y la obra de Miller, la historia de la producción de sus principales obras y de la recepción internacional que convirtió a Miller en uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX”. El archivo incluye borradores de muchas de sus piezas teatrales, manuscritos de discursos y ensayos que demuestran el compromiso social y político del escritor; guiones, relatos y otros escritos.
Miller –que ganó el Pulitzer por Muerte de un viajante cuando solo tenía 33 años– encarnó la voz crítica del intelectual de izquierda que enfrentó ejemplarmente al senador republicano Joseph McCarthy, tristemente célebre en los años 50 por ver nidos de “rojos subversivos” que eran necesario extirpar para recuperar la salud y la higiene de la nación. “Quiero que entienda que yo no estoy protegiendo a los comunistas ni al PC. Lo que estoy tratando de preservar –y seguiré haciéndolo– es mi idea, mi opinión de mí mismo. Lo único que puedo decirle, señor, es que mi conciencia no me permite dar el nombre de otras personas y causarles un problema. De modo que le pido que no me pregunte sobre eso”. El dramaturgo pronunció sin vacilar estas palabras en 1956, cuando fue citado a declarar en Washington ante el Comité Parlamentario sobre Actividades Antinorteamericanas, que emprendió una caza de brujas impulsada por McCarthy. Negarse a delatar, cuando muchos vomitaban apellidos, invistió al dramaturgo de una autoridad moral que le permitió hurgar, como pocos lo hicieron, en el naufragio del sueño americano y los ideales de libertad y felicidad.
“Arthur Miller es uno de los mejores dramaturgos de nuestro país, que dio forma dramática a temas que son centrales para nuestra historia americana, aún en evolución. En los años venideros, todas las investigaciones de las fuentes primarias sobre la vida y la obra de este importante dramaturgo estadounidense comenzarán aquí”, afirmó el director del Centro Harry Ransom, Stephen Enniss. Buena parte del archivo que acaba de comprar la Universidad de Texas, según informa The New York Times, ya estaba en su poder desde hace décadas, cedido por el propio autor. La compra formal a la entidad que ha gestionado su legado, el Arthur Miller Trust, se produjo luego de una discreta pugna con la Universidad de Yale. A las 160 cajas con documentos que ya tenían sumarán otras 8.000 páginas que todavía se hallaban en la casa rural del dramaturgo en Connecticut. La institución afirmó que la compra se realizó con fondos propios de la Universidad y con donaciones privadas, sin que haya habido de por medio ninguna subvención pública.
El archivo contiene joyitas como la primera obra, No Villain (1936), escrita cuando estaba en la Universidad de Michigan, hasta Finishing the Picture (2004), producida pocos meses antes de su muerte. Incluye borradores de Todos eran mis hijos (1947), Muerte de un viajante (1949), Las brujas de Salem (1953), Panorama desde el puente (1955), Después de la caída (1964), Incidente en Vichy (1964), El precio (1968), La creación del mundo y otros negocios (1972) y El descenso del monte Morgan (1991). La correspondencia del escritor refleja la asociación de Miller con otros dramaturgos y narradores como Edward Albee, Saul Bellow, Harold Clurman, Norman Mailer, Cynthia Ozick, Harold Pinter y John Steinbeck. Otras cartas del archivo están relacionadas con la “caza de brujas” a la que fue sometido durante el macartismo. Hay muchas imágenes familiares e instantáneas tomadas por fotógrafos como Eve Arnold, Henri Cartier-Bresson, Bruce Davidson, Fred Fehl, Arnold Newman y la tercera esposa del dramaturgo, Inge Morath. La colección será catalogada durante dos años y luego estará disponible para investigadores, estudiantes y el público en general.