Brian Chambouleyron se resiste al imperialismo etimológico aplicado a su nombre. Se lo nota un tanto molesto –aunque lo exprese con cierta simpatía– cuando alguien le dice “Braian”. “Yo soy Brian”, insiste dos, tres veces, remarcando un acento tácito en la “a”, y con la esperanza de defender su criollismo. Pero no un criollismo puro, idílico, esencialista, sino en tensión, siempre atravesado por las diversas identidades que lo configuran desde su año cero. El trovador nació en Francia y vivió allí seis años. Y su música no solo conjuga tal herencia con un tango también atravesado por las dos patrias, sino por canciones de otras tierras adoptivas como la Italia de Domenico Modugno, el México tradicional de Cuco Sánchez, el Uruguay campero de Daniel Viglietti, o el Brasil sambista de Cartola. Todo esto y todos ellos mezclados en un continuum de voz y guitarra, que ubica al cantautor en tiempo, lugar y forma.
Lo que Chambouleyron tiene entonces para presentar, hoy y el próximo viernes 19 de enero en La Biblioteca Café (Marcelo T. de Alvear 1155), es todo lo que él es, pero bifurcado en segmentos. A la primera jornada, realizada la semana pasada, le dio un marco estético de canción francesa y ciertos tangos “que se le parecen”; la de hoy tendrá el nombre de “Salve Italia”!, y cerrará con una tercera dedicada al tango y a Latinoamerica. Una triada cuyo nombre conjunto es lo menos original del ciclo: “Chambouleyron x tres”. “Este lugar, La Biblioteca, es una especie de laboratorio para mí, porque siempre probé cosas... Hace un tiempo hice algo parecido pero bajo el nombre de ‘Chambouleyron a la carta’, y ahora se me ocurrió esto, que me parece muy pertinente, muy relacionado con el momento que estoy viviendo”, sostiene el cantor ante PáginaI12. “Y lo que estoy viviendo hoy es un interés particular en abordar repertorios italianos, franceses y latinoamericanos. Por eso se me ocurrió esto de desdoblarme en tres facetas”.
–¿Cómo llegó al tango?
–Bueno, no sé, mi abuelo, el padre de mi mamá, era un pianista frustrado que amaba el tango. No lo habían dejado estudiar piano, porque la familia decía que era un instrumento para las mujeres. Una convención medio absurda, ¿no? Pero, bueno, él era un gran pianista, tocaba muy bien de oído, y yo escuchaba eso. A través de él, escuchaba a D’Arienzo, Troilo, Rivero, Goyeneche. Y por otro lado, como nací en Francia y viví hasta los 6 años, tenía la canción francesa por un lado. Por eso, lo que hice en la primera fecha de este ciclo fue agarrar temas en francés que pueden sonar criollos, y temas criollos que pueden ser muy franceses.
Respecto de la segunda categoría, Chambouleyron se expide por “El último café”, del tándem Stamponi-Castillo; por “Perfume de mujer”, de Guichandut y Tagini, o por “Sus ojos se cerraron” (Gardel-LePera). “Son esos tangos-canción románticos, que se salen un poco del género... Canciones universales y, en el caso de Gardel, afrancesadas. No descubro nada si digo que el tango tiene una fuerte mística parisina”, refrenda el también docente, que suele escaparse a Francia para recrear un set parecido. “De hecho, uno de los temas que hago (“Parlez moi D`amour”) es uno de los seis que grabó Gardel en francés, para entrar en ese mercado”, dice el guitarrista, cuya temática hoy se mudará a Italia. La idea es versionar clásicos de Nicola Di Bari y Domenico Modugno, entre otros. “Italia también está muy vinculada al tango, sobre todo Nápoles, que es un lugar híper criollo en términos culturales. Es una música muy gauchita la napolitana, que nos llega a través de la inmigración. La verdad es que encuentro mucha comodidad con el repertorio del sur de Italia, que en un momento fue tan popular aquí”.
Atravesando rémoras, el francoargentino cae en “Paese” de Di Bari y toca un fragmento en medio de la charla. “Es muy lindo porque me permite jugar mucho con la voz, ¿lo nota?”, pregunta, y sigue: “De Modugno hago ‘Vecchio Frack’, y la gente se copa porque pinta la nostalgia, aunque yo trato de romper un poco con esa cosa complaciente de tocar los temas que todos recuerdan. Intento traerlos a la actualidad y darles una vuelta, aunque, a la larga, las funciones terminan siendo muy emotivas”. Respecto del repertorio del último viernes (“Tango y Latinoamérica”), Chambouleyron admite que respeta algunas versiones, y otras las ‘deforma’ a su gusto. “No me da para modificar ‘Gurisito’ de Viglietti, que es tan hermosa, pero tal vez sí ‘Señorita Erre’, de Zitarrosa; o ‘La cama de piedra”, de Cuco Sánchez”, avisa para no traicionar.