Un informe elaborado por un experto de la Inteligencia Naval de los Estados Unidos sostiene que el submarino Ara San Juan implosionó el 15 de noviembre a unos 388 metros de profundidad, lo cual provocó la “muerte instantánea” de los 44 tripulantes y la destrucción total de la nave, que luego “se hundió verticalmente a una velocidad estimada de entre 10 y 13 nudos (18 a 24 kilómetros por hora)”. El reporte fue publicado por el diario francés Le Monde y se realizó en base al análisis de la información recolectada por los micrófonos hidroacústicos de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (Ctbto, por sus siglas en inglés). La Armada Argentina y el Ministerio de Defensa de la Nación señalaron ayer a través de un comunicado que continúan con la búsqueda del submarino.
El informe del analista acústico de la Oficina de Inteligencia Naval de los Estados Unidos, Bruce Rule, señala que “el análisis de la información publicada por el Ctbto sobre la señal acústica asociada a la desaparición del submarino ARA San Juan confirma lo siguiente: la señal acústica originada cerca de las coordenadas 46.10 grados latitud sur y 59.42 grados longitud oeste a las 13.58 GMT del 15 de noviembre de 2017 fue producida por el colapso (implosión) del casco de presión del ARA San Juan a una profundidad de 1275 pies (lo que equivale a unos 388 metros). La presión del mar al momento del colapso era de 570 PSI (libra-fuerza por pulgada cuadrada)”.
La descripción de la implosión coincide con lo anunciado por el vocero oficial de la Armada, Enrique Balbi, durante el primer parte de prensa del 23 de noviembre, cuando apuntó que se había registrado “un evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear consistente con una explosión”. En la misma línea, el informe de Rule especifica que “la energía liberada por el colapso fue equivalente a una explosión de 12500 libras (unos 5700 kilos) de TNT”. Por otro lado, el mismo 23 de noviembre, el ingeniero hidroacústico del Ctbto, Mario Zampolli, había explicado a PáginaI12 que el sonido detectado tenía “las características de una explosión”, ya que “sabemos que no es un sonido que pueda provenir de una ballena o cualquier otro animal, ni tampoco de un terremoto. Descartamos también que sea una explosión nuclear por la magnitud del sonido; las explosiones nucleares son mucho más potentes”
Otro dato significativo del informe del analista acústico es la profundidad a la que habría colapsado el submarino. Consultado por PáginaI12, un ex miembro de Tandanor que participó de la obra de media vida del submarino, recordó que durante las pruebas la nave fue llevada a 400 metros de profundidad, lo cual había sido “más exigente que las pruebas que se realizaron en el astillero de Río de Janeiro, Brasil, con el submarino ARA Salta, que llegó a una inmersión de 200 metros”. El ex miembro de Tandanor indicó que estos submarinos no navegan a una profundidad de 400 metros; se lo había llevado a esa profundidad sólo a modo de prueba. De este dato se deduce que si el submarino colapsó a 388 metros, no estaba navegando a la profundidad habitual, de modo que ya venía con problemas antes de la explosión.
En relación a la muerte de los 44 submarinistas, el informe detalla que “no se ahogaron ni sintieron dolor alguno. La muerte fue instantánea”. “La tripulación pudo haberse dado cuenta de que un colapso era inminente, pero nunca se dieron cuenta de que estaba ocurriendo”, dado que “el casco de presión fue completamente destruido (fragmentado/compactado) en alrededor de 40 milisegundos (0.040 segundos)” y “la duración de la fase de compresión fue la mitad del mínimo del tiempo requerido para el reconocimiento cognitivo de un evento”, describe. La energía liberada por el colapso del submarino, agrega el informe, “fue producida por la instantánea conversión de la energía potencial (de la presión del agua) a energía cinética, el movimiento del ingreso de la columna de agua que penetró el casco de presión del San Juan a una velocidad de alrededor de 1800 millas por hora (equivalente a 2900 kilómetros por hora)”. Luego apunta que “el San Juan destruido se hundió verticalmente en una velocidad estimada de entre 10 y 13 nudos”, y que el impacto de los fragmentos con el fondo marino “no podría haber producido un evento acústico detectable en un rango amplio”.
Para entender este último dato, es preciso recordar que la detección de la supuesta explosión del submarino fue registrada por micrófonos que se encuentran debajo del agua ubicados en la Isla Ascensión, en el medio del Océano Atlántico Sur, sobre la dorsal atlántica, y en la Isla Crozet, ubicada en el Océano Índico, entre Sudáfrica y la Antártida. La principal función de los micrófonos es detectar explosiones nucleares.
La Armada no hizo alusión al informe de Rule en su parte de ayer, publicado en su página web, pero anunció que la búsqueda del submarino continuaba “con el buque oceanográfico Yantar de la Federación Rusa y la corbeta ARA Spiro”, y que “el aviso ARA Islas Malvinas continúa en la Base Naval Ushuaia realizando tareas logísticas, previas a su zarpada para reincorporarse a la búsqueda con el ROV (vehículo operado remotamente) ruso Panther Plus”. Por otro lado, el comunicado aclara que “la Armada Argentina y el Ministerio de Defensa mantienen el compromiso de acompañar a los familiares, alojándolos y asistiéndolos en todas las necesidades básicas, a través del Centro de Atención Permanente a los familiares de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan con sede única en la Base Naval Mar del Plata”.
Informe: Juan Funes.