La Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) anunció una suba de un cuarto de punto (0,25 por ciento) en sus tasas de interés de referencia, la mayor de los últimos siete años, que sería el inicio de un ciclo de ajustes alcistas en el valor del dinero en la principal economía occidental. Fuentes de la FED estimaron muy probable que en 2017 haya más de un ajuste. El impacto se hará sentir inmediatamente en las economías emergentes: los inversores ya se preparan para una eventual suba en el valor del dólar y un “efecto aspiradora” de Estados Unidos sobre los capitales que circulan por la periferia. También se supone que se encarecerá el crédito para empresas y países que recurran al mercado financiero internacional. Desde el gobierno argentino no se escucharon comentarios acerca de preparativos para esta nueva etapa.

La FED había adoptado, a partir de la crisis financiera de 2008, una política monetaria de estímulo a la economía, buscando alentar la recuperación del nivel de actividad y el empleo mediante tasas de interés muy cercanas al cero por ciento. Dicha referencia se fija a través de las tasas de interés de los títulos de deuda (bonos) federales. A partir de diciembre de 2015, se había establecido en el rango de 0,25 a 0,50 por ciento anual. En la reunión de ayer,  la FED decidió elevar el rango en un cuarto de punto, llevando la franja de retribución de los bonos federales a 0,50/0,75 por ciento.

La autoridad monetaria federal estadounidense evalúa que la actividad económica “viene expandiéndose a un ritmo moderado desde mediados de año” y que el mercado laboral continúa fortaleciéndose, con una “sólida creación de empleo” en los últimos meses y tasa de desocupación en baja. Con estos indicadores en mano, la FED consideró conveniente empezar a retirar los estímulos, pero lo hará en etapas. Por eso es que los mercados descuentan que durante 2017 habrá al menos dos ajustes ascendentes si se mantienen las actuales tendencias económicas. Las proyecciones para el año próximo apuntan una suba de tasas en el año que viene de tres cuartos de punto (0,75 por ciento), lo cual la llevaría a un rango de 1,25/1,50 por ciento. Según fuentes de la FED, la tasa se orientaría a recuperar un “nivel normal” más cercano al 3 por ciento en un período de dos a tres años.

El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ya había marcado un primer cambio en las condiciones del mercado financiero internacional. El mercado reaccionó con una inmediata suba de las tasas de los bonos del Tesoro de 1,80 a 2,25 por ciento. El impacto también se sintió en los mercados emergentes, con fuertes caídas en las cotizaciones de los bonos soberanos (en el caso argentino, la baja de los bonos de más largo plazo superó el 10 por ciento). Sin embargo, las autoridades económicas argentinas mostraron absoluta despreocupación por las novedades. “Esto no afectará nuestro plan de financiamiento”, expresaba a fines de noviembre el ministro Alfonso Prat Gay a quien quisiera escucharlo. “No es una situación dramática ni mucho menos”, enfatizaba.

No opinan lo mismo quienes evalúan las condiciones del país con miras a 2017. El gobierno nacional deberá salir a buscar financiamiento por algo más de 35 mil millones de dólares, a lo que debe sumarse las necesidades de las provincias. A ello se agregan las emisiones de títulos privados en el exterior para cubrir el pago de compromisos ya adquiridos. Todo ello planteado en un panorama de suba de tasas de interés internacional, con el trasfondo de una economía en recesión sin perspectiva ciertas de una rápida recuperación.

Pese a los recursos que el gobierno argentino comenzó a recibir por vía del blanqueo, esto no ha tenido mayor repercusión dado que paralelamente se mantiene incesante el proceso de fuga de capitales, que a partir de la suba de tasas en dólares en el exterior podría acelerarse. En una economía que abandonó como motor el consumo interno, que ve cómo se cierran las puertas de los mercados tradicionales (Brasil) para sus productos industrializados, y que adoptó el financiamiento externo como mecanismo principal de obtención de divisas, el inicio de un proceso de alza de tasas internacionales debería advertir sobre la conveniencia de analizar un cambio de estrategia. Desde las huestes oficiales, por ahora no ven la necesidad de ello.