Aquí estoy mi amigo, luego de unos días de vacaciones he regresado. Quise tomarme unos más, como Mauri, pero no me dio el presupuesto. En realidad, la cosa es así, cuantos menos días de descanso me tome ahora, más podré vacacionar de acá 20 años. ¿Que de dónde lo saqué? Amigo, en más o en menos, éste es el consejo que día a día nos dan Mauri, Marcos, Gaby y Mariu.
Pero lo que me alegró de verdad, al regresar, fue enterarme de la nueva convertibilidad. Eso sí, la de ahora es mucho mejor que la anterior, es muy superior, así que usted no vaya asustarse o, mejor dicho, no vaya a sumarse a la campaña del miedo porque mejor es la campaña del desierto. Es que como dijo alguno, las campañas son de nosotros, los miedos son ajenos.
Vamos amigo, no me diga que no se dio cuenta. Ahora, un dólar es igual a un guanaco. Y ni se le ocurra llamar “20 pé” al guanaco, porque para eso pusieron al animalito. Así es, usted tiene un guanaco y listo, es poseedor de un Washington. O sea, usted escupe y tiene un verde, pero no es cuestión de andar con groserías.
Lo central es que usted, amigo mío, crea en todo lo que le dicen. Mire, o mejor dicho, recuerde, ¿cuál es el lema del Gobierno? Ya sé, hay muchos, pero uno de ellos es: “¿En qué te has convertido…?” Es como la lluvia de inversiones que, por el momento, la podemos llamar lluvia de conversiones. Nadie invierte, todo se convierte. ¡Vamos, conviértase!
Me da risa que no me crea, pero igual se lo voy a explicar. ¿Las jubilaciones bajan? Sí, ok., bajan, pero usted va a cobrar más o, tal como lo expresó un sabio, va a tener menos dinero pero no va a perder poder adquisitivo. ¿El transporte sube? Sí, aumenta, pero si usted viaja más va a ahorrar mucho dinero.
Aprenda amigo, se trata de estar muy mal para estar mejor. Ni la Biblia, ni la Torá ni el Corán se animaron a tanto, pero nuestros alabados funcionarios lo lograron.
¿Se da cuenta del poder de la convertibilidad? Piense bien, la maravilla que es convertir todo, liberar represores para que haya justicia, decir que no va a haber reforma previsional para que la haya, no tomar más deuda para aumentarla o programar una inflación y luego anunciar otra. Y si no, lea ese diario que, mientras aquí tenemos un calor agobiante con decenas de miles de hogares sin luz, nos refresca contándonos sobre la ola de frío de no sé dónde.
Así es el poder de la convicción o, aunque sea, el de la conversión. No se pudo con el 2x1, está bien, les damos la domiciliaria. Es cuestión de tener fe mi amigo. ¿Usted cree que hay despedidos o trabajadores precarizados? ¡No! y se lo digo así, con todo el énfasis y se lo ruego por el amor del mercado. No los llame así, llámelos ñoquis y su alma quedará liberada, purgada.
¿Sigue con miedo? ¿Por qué? ¿Acaso recuerda otros momentos, otros tiempos donde hubo convertibilidad? No se preocupe mi querido, ahora las cosas, al menos por un tiempo serán diferentes. ¿No me cree? Se lo aseguro. ¿Que cómo hago para pensar eso? Es fácil, porque nuestro Gobierno tiene, a su favor, la pesada herencia.