Algunos llegaron vía cadena de Whatsapp. Otros, en cambio, se decidieron luego de leer posteos en Facebook. Y hubo algunos que arribaron por medio del boca a boca. En todos los casos, el mensaje había sido el mismo: “Ruidazo a las 19. Que se escuche fuerte”. Con esa premisa, más de doscientos vecinos del barrio de Colegiales se reunieron con cacerolas, ollas, botellas, silbatos y cualquier otro material que hiciera ruido para reclamar la construcción de una plaza en un terreno abandonado de la Ciudad. En 2007, la Legislatura decretó que ese predio, ubicado frente al Mercado de Pulgas de Palermo, obtenga la zonificación de Urbanización Parque (UP). Seis años después, los legisladores dispusieron que la futura plaza lleve el nombre de Clemente, en homenaje al dibujante Carlos “Caloi” Loiseau. Pero nada de eso importó al gobierno porteño, que autorizó allí la construcción de 250 cocheras subterráneas y un shopping a cielo abierto.
“Lo único que pedimos es que se cumpla la ley”, dijo Melisa Brada a PáginaI12, minutos antes de comenzar a hacer sonar un bidón de plástico en la esquina de Conde y Concepción Arenal. Un grupo de vecinos completó la idea. “En 2007, se sancionó la ley 2.567 donde se especifica (artículo 6°) que el predio delimitado por las calles Concepción Arenal, Conde, Enrique Martínez y la avenida Dorrego se rezonifique como Urbanización Parque. Ni shopping, ni cocheras. Parque”, aseguraron. El ruidazo, todavía, no se hacía oír.
Cuentan los vecinos que la convocatoria para defender este terreno surgió de forma espontánea en los primeros días de diciembre pasado. Mientras se refugiaban del calor en el pasto de la Plaza Mafalda, algunos de ellos notaron que el terreno de enfrente, abandonado hace años (supo ser un depósito de la Fundación Romay por 20 años), quedó cercado con un nuevo vallado. Por las noches, incluso, observaron que al predio arribaban personal de las empresas Prospert SA y Borok SA, para perforar y limpiar el suelo. Pero lejos de colocar bancos y senderos para el predio donde se había estipulado la construcción de la Plaza Clemente, las dos compañías cumplían la licitación, realizada dos años atrás, por el Ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología: la construcción de 250 cocheras subterráneas. De paso, en el mismo predio, se proyecta “la creación de dos taludes, que progresivamente va ganando altura, rematado con una cubierta verde”, según consta en el plan arquitectónico presentado.
“¿Es lo mismo una parque que dos puente de edificios de cuatro metros con verde en la terraza?”, preguntó Gustavo Beade, un activista que vive a pocas cuadras de la ¿futura? Plaza Clemente. En ese momento, la masa de personas inició su marcha hasta la esquina de Dorrego, frente a Canal 9. El ruido ya era ensordecedor.
El reclamo por espacio verde no conoce límite de edad. Mientras Camilo y Antonio, de dos y cuatro años de edad respectivamente, golpeaban con botellas de plástico el vallado del predio, su padre, Sergio, indicó que “la plaza es un espacio de sociabilización por excelencia. Ellos no pueden hacerse amigos en locales de ropa”. “Además, para qué queremos un shopping con lo que cuesta llegar a fin de mes. Qué hagan una plaza, así disfrutamos todos”, agregó la jubilada María del Carmen.
“¡Plaza sí, shopping no!”, cantaron algunos cuando llegaron a la única entrada del predio, en la calle Enrique Martínez. Otros, en cambio, pegaron carteles exigiendo más espacio verde. “Devuelvan la plaza”, gritaron todos.
Luego de completar una vuelta a la manzana en disputa, los vecinos volvieron a reunirse la plaza Mafalda. Allí desplegaron una bandera y dieron la última batucada final con cacerolas, bombos y platillos. No hizo falta un saludo individual, ya que todos se despidieron del mismo modo. “Nos vemos el jueves que viene, a la misma hora”, dijeron. Ruido no va a faltar.
Informe: Jeremías Batagelj.