La economía local transita un sendero macroeconómico que se asemeja a la calma que antecede la tormenta. Las exportaciones se mantienen prácticamente estancadas, las importaciones se aceleran notablemente, la salida de divisas por fuga y turismo se disparan, y la mayor parte de los desbalances se financia con emisión de nueva deuda.
Con el paso de los meses, es cada vez mayor la preocupación, entre diferentes economistas de diferentes vertientes ideología y corriente de pensamiento, sobre la evolución de la economía nacional. Y en particular, sobre la dinámica negativa de las cuentas externas. Casi nadie discute que el nivel y el ritmo de endeudamiento externo que se gestó desde el cambio de gobierno no es sustentable.
Este diagnóstico se refuerza aún más por la inexistencia de modificaciones en la matriz económica que permita auspiciar la convergencia a una dinámica acorde con un marco de crecimiento económico sustentable en el mediano y largo plazo. Más allá del déficit comercial récord o la tendencia galopante de la fuga de capitales, existe una diversidad de riesgos sistémicos “aguas abajo” que refuerzan la presunción de un panorama sombrío en materia externa.
Cuenta Corriente
De los informes de Cuentas Internacionales que publica el Indec se desprende que el déficit de la balanza de pagos acentuó marcadamente en 2017 respecto al año anterior. El déficit de Cuenta Corriente –incluye la entrada neta de divisas por comercio de bienes, de servicios y rentas del trabajo y la inversión– llegó a un rojo de 22.476 millones de dólares en el acumulado de los primeros nueve meses de 2017. Es decir que duplicó el resultado negativo del mismo período de 2016 (-10.535 millones de dólares).
Este déficit se explica principalmente por resultados negativos derivados del comercio de bienes (-3012 millones de dólares), del comercio de servicios (-7996 millones de dólares) y por salidas de divisas en concepto de rentas del trabajo y la inversión (-11.941 millones de dólares).
Dentro de los informes de Cuentas Internacionales, algunas cifras son particularmente alarmantes. Al interior del saldo comercial de servicios, y en el acumulado enero–noviembre del año pasado, han salido del país unos 4700 millones de dólares por erogaciones por viajes al exterior. Este resultado surgió de ingresos en concepto de Viajes por 3637 millones de dólares y gastos por 8338 millones de dólares.
En un país donde la actividad agropecuaria se constituye como el sector de mayor competitividad, los gastos en concepto de Viajes ya están siendo superiores a las entradas por exportaciones de Cereales y Frutos y de Semillas de Oleaginosos (que llegaron a 8074 millones dólares en ese período).
Balanza comercial
Respecto del saldo comercial de bienes, y en base a las estadísticas del Intercambio Comercial Argentino, las exportaciones y las importaciones exhibieron el año pasado dos tendencias claramente desacopladas. Por un lado, en el consolidado de los primeros once meses de 2017, las exportaciones aumentaron levemente en relación al año previo (1,2 por ciento) llegando a 53.881 millones de dólares en dicho lapso. Por otro lado, las importaciones crecieron a una tasa elevada (19,9 por ciento), alcanzando los 61.538 millones de dólares en el mismo período. Por lo tanto, en los últimos dos años se pasó de tener un superávit comercial en 2016 a un déficit record histórico en 2017.
En el subconjunto de bienes terminados para el consumo, que compiten directamente con la producción local, se presenta una suba interanual cercana al 20 por ciento en los primeros once meses de 2017. Dentro de este rubro, las partidas que más crecieron fueron Material de Transporte (80,4 por ciento), Animales Vivos y Productos del Reino Animal (32,7), Productos Alimenticios, Bebidas y Tabaco (29,2) y Materias Textiles y sus Manufacturas (24,8 por ciento).
Si el análisis se realiza por capítulo de la Nomenclatura Común del Mercosur se advierte que el de mayor crecimiento hasta noviembre de 2017 fue Vehículos Automotores de pasajeros (34,3 por ciento en el mes de noviembre y 44,6 por ciento en el acumulado interanual). Esto también pone en perspectiva las mayores ventas del sector automotriz de los últimos meses en la medida en que gran parte de las mismas corresponden a automóviles producidos en el exterior.
Además crecieron notablemente (25,5 por ciento) las importaciones de Bienes de Capital, alza que a priori podría asociarse con un proceso virtuoso cimentado en la incorporación de máquinas para dinamizar la producción local. No obstante, incluso esta mirada presenta algunas debilidades: en primer término, las importaciones de Bienes de Capital con regularidad compiten y desplazan a bienes de producidos localmente (máquinas argentinas). En segundo lugar, dentro de la clasificación “Bienes de Capital” se incluyen determinados bienes que tienden a asociarse más bien con productos de consumo masivo y no tanto con inversiones productivas, como es el caso de los celulares portátiles, que de hecho fue uno de los ítems que más se importó en este rubro.
En el acumulado de los primeros once meses del año pasado la importación de celulares subió 186,1 por ciento, en relación al mismo período de 2016. Es evidente que este tipo de artículos tecnológicos no puede encuadrarse como una importación de bienes que ponen en marcha la producción local, sino más bien deberían englobarse como bienes de consumo masivo. La continuidad de su importación indiscriminada no hace más que poner en jaque la fabricación nacional de teléfonos celulares de la provincia de Tierra del Fuego.
Capitales especulativos
Como se mencionó, el saldo negativo de la Cuenta Corrientes se duplicó y ese desajuste fue solventado con un mayor ingreso neto de capitales financieros. La Cuenta Financiera tuvo un superávit en los primeros tres trimestres de 2017 de 22.341 millones de dólares. No obstante, y dado el actual esquema macroeconómico, la mayor parte de los capitales financieros que ingresaron al país fueron capitales especulativos de corto plazo y poco de lo ingresado corresponde a inversión productiva genuina.
Esto se verifica del análisis de flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) en comparación a los de inversión de cartera. En los primeros nueve meses de 2017 el ingreso de fondos golondrina se incrementó en un 790 por ciento con respecto al mismo período de 2015, mientras que la IED se contrajo un 14 por ciento en el igual lapso.
Las inconsistencias de la actual política económica, en función a los resultados observables, son la mera consecuencia de un sistema de desequilibrio, cuya causa fundamental gravita en la desregulación del comercio exterior y los flujos de capitales, en adición a la pérdida de competitividad por la erosión del tipo de cambio real
* Docentes de la Universidad Nacional de Avellaneda y del colectivo de Economistas EPPA.