Entre 1965 y 1969, Hipólito Barreiro fue médico de Juan Domingo Perón, quien en su tercera presidencia lo nombró embajador de Liberia. En ese país ubicado en la costa oeste de Africa, fundó una clínica destinada a atender a la gente de la ciudad de Monrovia. El proyecto funcionó por siete años. En un comienzo, la comunidad le devolvía resistencias, aunque después el intercambio se enriqueció: él les daba la medicina del hombre blanco; ellos, como no tenían dinero, fabulosas esculturas y máscaras. Así, Barreiro fue dando forma a “una de las colecciones de arte africano más importantes de América, y quizás la más importante de Sudamérica”, asegura la arqueóloga Martina Inés Pérez, curadora de Africa y su fuerza vital.
La exposición que se puede ver por estos días en la sala Berni del Centro Cultural Borges (Viamonte 525) reúne apenas una parte de la colección privada, compuesta por aproximadamente mil objetos. En la sala abundan las esculturas de madera. También hay máscaras, juegos, instrumentos musicales y elementos de uso doméstico, de numerosos países de Africa Occidental y de más de una veintena de tribus, como Dan, Gola, Kra, Kpelle (Liberia), Baule, Senufo (Costa de Marfil), Mende (Sierra Leona), Ashanti (Ghana), Yoruba, Ibo, Ibibio (Nigeria), Baga, (Guinea), Dogón, Bambara (Mali), Benalulua, Baluba, Songye (Zaire y Congo) y Bamiléké (Camerún), entre otras.
Cuenta Pérez, también investigadora, que accedió a la colección hace algunos años para registrarla, por una propuesta de la entonces Secretaría de Cultura. Quedó fascinada. No sólo por el “mundo increíble” que se desplegó ante sus ojos, sino también porque fue entablando un vínculo con Barreiro, quien suele compartirle anécdotas de su peculiar vida en la costa africana. “Como las piezas están sacadas de su contexto, la idea era hacerlas hablar. Decidí hacer una muestra en la que no sólo se mostraran los objetos y su procedencia, sino también su esencia. Tienen lo que los africanos llaman ‘potencia’: conectan con los muertos, los ancestros, las fuerzas superiores y producen cambios en las vidas de las personas”, explica.
“Esta muestra cuenta una parte de la historia, tratando de escapar de las muestras tradicionales de arte africano, en las que se suele destacar la estética, la línea, la forma, la procedencia. Nunca vamos a poder perdonarnos, como humanos, lo que sucedió en la época de la esclavitud”, expresa la arqueóloga, quien destaca la “vitalidad” que ha cobrado la comunidad afrodescendiente en la Argentina y el decreto presidencial que reconoció en septiembre la importancia del Decenio Internacional proclamado por las Naciones Unidas. El miércoles 24 y el jueves 25 habrá actividades alrededor de la exposición: una visita guiada a cargo de la curadora, charlas de la dirigente afro-argentina Elida Obella y de la escritora y recitadora Silvina Boggiano, además de un ciclo de cine organizado por Observatorio Sur.