“Las personas somos instrumentos, están persiguiendo a doce años de gobierno”, reflexiona Amado Boudou a horas de recuperar la libertad, luego de setenta días en el penal de Ezeiza. Con voz serena, el ex vicepresidente dice que no vive su excarcelación “como un hecho de felicidad individual sino como parte de una lucha que hay que dar para que salgan todos los compañeros y compañeras presos. Es una cuestión colectiva porque la persecución es colectiva”. A los 55 años, a punto de ser padre, cuestiona al gobierno de Mauricio Macri porque “mientras hablan del diálogo lo que hay en realidad es garrote y cárcel”, y agradece las muestras de afecto. “Ayer y hoy fue una explosión de mensajes, de Twitter, de llamados, que emocionan y le dan sentido a todo lo que ha pasado en mi vida política”, confiesa. Consultado sobre su futuro político, habla de “trabajar sobre las ideas”, “desenmascarar el falso sentido común” y desarticular “falsas verdades como que el sistema previsional no se puede sostener”.
–¿Cómo es estar preso por primera vez?
–Es muy duro estar privado de la libertad y la primera vez que sucede es un shock. Lo que sí, tenía claro que estaba detenido más por todo lo que había hecho en política que por motivos judicializables, y eso da tranquilidad y fortaleza. Porque se pasa mucho tiempo solo, con uno mismo y con gente que uno no conoce. En ese sentido uno piensa lo que es estar encerrado, el momento en que te van a detener, situaciones que hay que estar muy fuerte para enfrentar.
–¿Lo tomó por sorpresa aquel operativo en Puerto Madero?
–Absolutamente, aunque no estaba fuera del radar de mis pensamientos porque veía lo que estaba pasando en términos de persecución a dirigentes del kirchnerismo. Después, al momento del encierro, es muy importante el nivel de convivencia con la gente que toca compartir. En mi caso fue importante tener una convivencia más que adecuada, mucha tarea colectiva en cuando a la limpieza de pabellón, a preparar nuestra comida, hacer gimnasia, poder hablar con compañeros de detención a quienes no conocía.
–¿Condenados o también con preventiva?
–De siete que éramos seis estábamos con preventiva. Eso marca que algo está pasando en la justicia. La mayoría además por tiempos muy largos, casi dos en algún caso. Hay que revisar esa institución de la prisión preventiva. Uno vive en manos de un sistema de justicia que hace de alargar las causas un verdadero juego de poder más que una administración. Muchas veces leemos que los jueces son tiempistas pero es un eufemismo de la prensa dominante para ocultar el accionar de esos jueces, que más bien son tramposos.
“Es muy importante cómo ir administrando la convivencia y relacionándose, ya que en definitiva uno no está ahí adentro para juzgar a nadie sino que es una circunstancia que le toca compartir”, retoma la vida en el penal.
–¿Cómo lo trataron?
–Fue una gran experiencia. Como en toda circunstancia familiar o de trabajo se van dando naturalmente distintos roles y cada uno pone lo mejor para que la convivencia sea lo más fructífera posible. Teníamos actividades organizadas por el penal, como la faceta deportiva, alguna actividad de pintura o de música, que tratábamos de llevar adelante todos juntos. La prisión es tanto la celda como el espacio de convivencia, el limpiar y cocinar en el salón de usos múltiples, que no es más que una mesa, un televisor y tres teléfonos públicos, donde todos hacíamos todas las tareas. Había extranjeros que no recibían visitas, eso es especialmente duro, entonces tratábamos de compartir con ellos. Me llevo las conversaciones del pabellón, charlas profundas que nunca voy a poder olvidar.
“La detención tiene impacto sobre las familias de los presos”, continúa. “Es muy duro todo lo relacionado con entrar, someterse a requisas y tiempos. Desde el punto de vista del penal es lógico por la seguridad pero es duro para la familia, por eso uno valora infinitamente a los compañeros y compañeras que fueron a las visitas. Que Mónica mi compañera haya podido ir tantas veces, ese esfuerzo, son cosas que no se olvidan en la vida”.
–¿Alguna vez le tocó visitar a presos políticos?
–Fui a visitar a Milagro (Sala) a Jujuy. Pero durante el kirchnerismo no hubo ningún preso por decir algo de Kirchner o Cristina. Hoy hay personas detenidas hasta por mandar un mail, una situación inconcebible que marca un sistema que necesita dominar y aleccionar para que no haya críticas. Mientras hablan del diálogo lo que hay en realidad es garrote y cárcel. Garrote en la calle y cárcel para quien opina distinto.
Boudou se enteró de la resolución de la Cámara Federal en un aula del penal mientras conversaba con Carlos Zannini, preso en otro pabellón, y con los diputados Horacio Pietragalla y Juan Cabandié, ambos de visita. “Sentimos los gritos de los compañeros que vieron la noticia en TV”, recuerda.
–¿Cómo lo tomó la noticia?
–Desde lo psicológico uno no puede estar pensando todo el tiempo “salgo mañana” porque eso no permite adecuarse a la vida adentro, no en el sentido de prepararse para vivir encerrado sino de darse una tarea intelectual. La ansiedad mata a la organización, por eso es importante darse una tarea. En mi caso fue leer y estudiar. Claro que uno siempre tiene la expectativa de que una injusticia debe terminar. Pero más allá del esfuerzo de los abogados fue una cosa que quizás no esperaba tan rápido. Estaba mentalizado para seguir, por eso en una carta puse “que nadie se rompa ni se doble”. Pienso que hay algo de someter a dirigentes políticos a abandonar convicciones o lealtades, por eso es importante sostenerse. Porque esto va a terminar, no es la primera vez que ocurre y va a terminar. Y si no terminara, igual es mejor no salirse de las convicciones.
–¿Qué leyó en esos días?
–Estudié a (Hyman) Minsky, un economista que en general no se enseña en las universidades, se lo nombra superficialmente, y vale la pena el esfuerzo porque su planteo no es simplemente operativo de la economía sino hasta epistemológico, de ver cuál es el objeto de la economía.
–¿Cómo ve su futuro político, más allá de la paternidad y las causas?
–La política no son los cargos. Muchas veces quienes dicen hacer política lo que hacen en realidad es “carguismo”. Tampoco las fotos son la política aunque es claro que tiene muchas aristas: la territorial, las ideas, lo institucional. Creo que hay que seguir trabajando sobre las ideas que se pueden aportar para que el país salga del camino actual. En esta etapa también metieron presa a la ley de movilidad, a todo el sistema previsional, hay mucho trabajo por hacer sobre el mal llamado sentido común. Esto tiene que ver no sólo con que le pongan los atributos de condenados a políticos como si fuera la edad media, ahora con casco y chaleco. Hay que trabajar sobre falsas verdades como que el sistema previsional no se puede sostener, mientras pagan miles de millones de pesos por emitir Lebacs. Hay que quebrar ese sentido común. Lo mismo con la inflación, que se terminaba en un día y resulta que hay un nivel más alto que en cualquier etapa del kirchnerismo, mientras crece el desempleo y cae la producción nacional. Me veo trabajando en la generación de ideas que tengan que ver con la economía, lo social, el sistema previsional, y trabajando en la difusión para desenmascarar este falso sentido común.
A días de ser padre, la consulta transforma la voz de Boudou. “Dicen que para eso uno no se prepara, que sucede. Tenemos muchas ganas, es una bendición, estamos muy felices y que sean mellizos es increíble, vamos a tener a Simón y a León, la semana que viene van a estar con nosotros”, se emociona. Cuenta que por ser mellizos el parto puede adelantarse, repite que tienen “muchas ganas de criar a esos dos niños” y que “no sabemos si van a ser dos back centrales en fútbol o segunda línea de rugby, pero parece que van a tener un buen tamaño”.